Nacimos para morir. Es la ley de la vida. Sin embargo, hasta para morir hay que tener un propósito. De nada vale morir sin haber vivido. Sin haber regalado alguna sonrisa. Y bueno, ni qué decir de ser futbolista, si los goles son sinónimo de alegría. En Colombia existieron, existen y existirán casos que de recordarlos ponen la piel de gallina. No obstante, la muerte de Freddy Rincón, justo antes del Jueves Santo, aún no pasa de entera en millones de futboleros, amigos, familiares y seres queridos del Coloso de Buenaventura, publica diario Marca de España.