Este caso de Luis Fernando Montoya se convierte en el último de una serie de episodios luctuosos para el fútbol colombiano, que se inició con el asesinato el 2 de julio de 1994 del defensor Andrés Escobar, baleado a la salida de un bar en Medellín pocos días después de anotar un autogol en el partido que Colombia perdió en el Mundial de Estados Unidos.

Versiones extraoficiales iniciales señalaron que Escobar fue tiroteado por narcotraficantes y apostadores que le habían reprochado por haber marcado el autogol, pero las autoridades sostienen que fue atacado tras una discusión con personas que supuestamente le reclamaron por haber estacionado mal su auto.

La esposa del técnico pidió el perdón de Dios para quienes lo hirieron a bala y dejaron cuadripléjico.

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“Le pido a Dios que los perdone. No guardo el menor rencor pese al inmenso daño que le causaron a un hombre bueno”, dijo llorosa María Adriana Herrera.