El reencuentro goleador de Darwin Núñez doce partidos después, con un buen tanto en el minuto 6 con el interior del pie derecho desde el borde del área, marcó la diferencia a favor del Liverpool, el nuevo líder provisional de la Premier inglesa.

Los Reds fueron infinitamente superiores una hora, pero apurados después por su mínima ventaja, hasta el 0-2 al borde del final de Diogo Jota.

Publicidad

Crisis en el Chelsea: Mauricio Pochettino admite lo complicado que ha sido dirigir a los Blues

Cuando el derechazo de Bruun Larsen, ya en el 87, se perdió fuera del marco de Alisson, el susto era evidente en las filas del equipo de Jürgen Klopp, que jugó con fuego, pero sentenció con el 0-2 para salir tan vencedor como refleja su primera posición de la tabla en el Boxing Day, con la presión que eso supone sobre el Arsenal, enfrentado el jueves al West Ham y con la obligación de ganar para retener la cima.

Chelsea de Moisés Caicedo y Mauricio Pochettino bate récord de derrotas en la Premier League

Dos puntos por encima con un partido más, con una sola derrota en sus últimos 30 compromisos en la Premier (el 1 de abril por 2-1 contra el Tottenham), pero también con solo cinco triunfos en sus últimas nueve jornadas o con dos empates consecutivos, el Liverpool cumplió con la victoria. El Burnley sigue penúltimo.

Publicidad

Nadie imaginaba tal y como había sido el primer tiempo, tan temprano como había llegado el primer gol, con tanta superioridad como había demostrado el Liverpool durante una hora de encuentro, con dos goles anulados incluidos, uno a Cody Gakpo antes de la media hora y otro a Elliott ya en la segunda parte, que el encuentro iba a ser tan incómodo después.

El partido pasó del 0-2 invalidado en cuanto el árbitro, Paul Tierney, detectó la influyente posición en fuera de juego posicional de Mohamed Salah (sobre todo para la vista del portero), a la vorágine de un renacido Burnley, como si ver tan de cerca la derrota hubiera sido un impulso del que no había habido ni rastro en todo el tramo anterior del choque.

Los Reds decayeron. Y el Burnley, muchas más ganas que talento, mucho más ímpetu que precisión, mucho más ofensivo que rematador, se resistió por fin a la derrota. Se rebeló. Y se sintió capaz de todo.

No le gustaba ya nada el partido a Klopp, que gesticulaba, enfadado, exigente, con una versión mucho más reconocible de su equipo, que jugaba al filo de un detalle. Su primera medida fue un triple cambio: fuera Elliott, Gravenberch y Gakpo, dentro Curtis Jones, Szoboszlai y Luis Díaz.

Esta decisión no calmó al Burnley, ganador de las pugnas, de las segundas jugadas, de la inercia que dirigía el partido hacia un terreno inhóspito para el Liverpool.

Solo el gol de Diogo Jota, ya al borde del minuto 90, alivió a los visitantes, el mejor por ahora de la tabla en Inglaterra, pendiente del Arsenal. (D)