A los 28 años, Michael Suárez vive uno de los desafíos más grandes de su joven carrera: abrirse paso como entrenador de fútbol en España, una de las cunas históricas del balompié mundial. Lejos de los reflectores de la élite y los contratos millonarios, su realidad se escribe en canchas modestas, con jugadores que combinan la pasión con otros trabajos, y una estructura donde cada paso adelante cuesta tiempo, esfuerzo y, muchas veces, sacrificio personal.