La Asociación Nacional de Fútbol Profesional (AFPN) fracasó en un nuevo intento de ganar fuera de la cancha lo que no pudo obtener su selección en el terreno de juego. La pretensión de ‘meterse por la ventana’ al Mundial de Qatar 2022 no prosperó, como en Italia 1990 y Rusia 2018. La Roja, con su súper publicitada Generación Dorada, verá el torneo por televisión.
“Después de arrastrarse en la eliminatoria” de la Conmebol -como escribió Juan Cristóbal Guarello en su columna del diario La Tercera- Chile no terminó entre los cuatro países que consiguieron su boleto directo a la Copa del Mundo 2022. Incluso, de la zona de repesca quedó lejos: se ubicó en el casillero número siete, con 19 puntos en 18 fechas, a cinco unidades de Perú, que fue quinto. Sin embargo, como en otras ocasiones, cuando deportivamente no pudo, la dirigencia de la AFPN buscó clasificar fuera de la cancha, con argucias.
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Como séptimo de Sudamérica, entre diez combinados, con una campaña paupérrima, Chile quería estar en Qatar 2022. Para lograrlo le exigió la FIFA una sanción para Ecuador por haber utilizado en ocho compromisos de la eliminatoria a Byron Castillo, jugador tricolor que según el reclamo chileno es colombiano. Pero la FIFA anunció el viernes pasado su decisión de “cerrar el procedimiento disciplinario” que había emprendido contra Ecuador por el caso de una posible alineación indebida de Castillo, sin indicar ninguna sanción para el futbolista y su Federación.
“Tras analizar toda la documentación recibida de las partes, la Comisión Disciplinaria de la FIFA ha decidido cerrar el procedimiento disciplinario iniciado contra la FEF”, apuntó el ente rector del balompié mundial.
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Reclamos y lloriqueos
Los reclamos, denuncias, y lloriqueos sin sentido no son cosas nuevas entre la dirigencia chilena, que ha perdido todas las demandas presentadas cuando trató de vencer en los escritorios. Esta conducta recurrente de los araucanos se remonta a 1916, cuando con argumentos descabellados quisieron suprimir una paliza dada por Uruguay.
Cuenta el diario Clarín, de Buenos Aires, en una nota del 2011, que “en 1916, en el centenario de la independencia argentina, se organizó en el país el Campeonato Sudamericano de Selecciones, que más tarde tomaría el nombre que tiene el torneo actualmente (Copa América, desde 1975)”.
Argentina, Uruguay, Brasil, y Chile fueron los competidores del certamen de la naciente Conmebol. “El seleccionado trasandino realizó una protesta inusual luego de haber perdido con Uruguay por 4-0, en el partido inaugural del certamen: elevó una nota a la Confederación porque el conjunto oriental había utilizado dos hombres de raza negra entre sus once titulares. Uno de ellos, Isabelino Gradín, le había marcado dos goles”, recuerda Clarín.
AS, de Madrid, dio en el 2019 unos cuantos detalles más al recordar el lamentable episodio: “Los chilenos, apoyados por la prensa nacional, reclamaron que los charrúas habían hecho trampa, pues ‘habían ocupado negros africanos en su equipo’. Se trataba de Juan Delgado e Isabelino Gradín, dos descendientes de esclavos, nacidos en Montevideo”.
Para el diario La Cuarta, de Santiago, en una nota publicada el 4 de junio del 2020, con aquella protesta de 1916 “Chile fue protagonista del primer acto de racismo en la historia del fútbol mundial”.
Según comentó en ese rotativo Sebastián Salinas, profesor de la Universidad de Chile, en 1916 los dirigentes rojos cometieron discriminación racial contra los uruguayos Gradín y Delgado.
‘Racismo’
El docente explicó en La Cuarta: “La mayoría de los países americanos, cuando nacieron como estados, trataron de borrar que había habido presencia negra. De hecho, en Chile, hasta el día de hoy, se dice que en nuestro país no había negros. Entonces, lo que hicieron esos dirigentes es producto del racismo de la época, que en ese momento era un racismo científico. Como tratar de decir que Chile era un país ‘puro’. Se basaron en un solo prejuicio: por qué hay negros jugando en un país sudamericano. Eso, al margen de sacar una ventaja deportiva, porque se estaba diciendo que había jugadores ilegales. Es racismo de prejuicio”.
El suceso es relatado por Eduardo Galeano en su libro El fútbol a sol y sombra, un clásico desde 1994. Dice el escritor: “En 1916, en el primer campeonato sudamericano, Uruguay goleó a Chile 4-0. Al día siguiente (3 de julio), la delegación chilena exigió la anulación del partido ‘porque Uruguay alineó a dos africanos’. Eran los jugadores Isabelino Gradín y Juan Delgado”.
Continúa Galeano: “Bisnieto de esclavos, Gradín (1897-1944) había nacido en Montevideo. La gente se levantaba de sus asientos cuando él se lanzaba a una velocidad pasmosa, dominando la pelota como quien camina, y sin detenerse esquivaba a los rivales y remataba a la carrera. Tenía cara de pan de Dios y era un tipo de esos que cuando se hacen los malos, nadie les cree. Delgado (1891-1961), también bisnieto de esclavos, había nacido en Florida, interior de Uruguay.”
El País, de España, tituló así una nota del 2015: ‘Isabelino Gradín, el primer goleador contra el racismo’. Del delantero de Peñarol reproduce una declaración del dirigente carbonero Juan Ignacio Ruglio: “Isabelino era un superdotado físicamente y tenía un gran amor por la pelota y por el atletismo. Nunca consiguió decantarse por uno de los dos deportes. Cuando dejó el fútbol montó un club de atletismo”.
Gradín, notable atleta, fue dueño de los récords sudamericanos de los 200 y 400 metros planos.
El corte de Rojas
Chile ya intentó llegar a un Mundial sin haber obtenido ese derecho en la cancha. Narra el español Alfredo Relaño en su libro 366 historias del fútbol mundial: “El 3 de septiembre de 1989 Chile visitaba a Brasil en el Maracaná, partido decisivo de clasificación para la Copa del Mundo de 1990. A Brasil le bastaba empatar. Chile necesitaba ganar para clasificarse”.
“En el minuto 49, gol de Careca para Brasil. Pero 20 minutos después, la transmisión de la televisión abandona el juego y muestra a Roberto Rojas (arquero de la Roja), en el suelo, con las manos en la cara. A su lado arde una bengala, que se supone que ha impactado en su rostro. Chile se retira, el árbitro da por terminado el partido, cuya resolución queda en el aire”.
“Pero al día siguiente se aclara todo. La grabación de una cámara no pinchada en directo muestra que la bengala cayó a tres metros de Rojas, sin rozarlo, y que este aprovechó para ‘hacerse el muerto’. ¿Y la sangre? Pronto sale también la explicación: se la ha provocado el masajista con un pequeño bisturí que el propio Rojas llevaba sujeto a las vendas de su muñeca”.
La FIFA dictó sus resoluciones, durísimas: suspendió a Rojas de por vida para la práctica del fútbol, prohibió a Chile participar en la fase previa del Mundial de 1994, inhabilitó al seleccionador, (Orlando) Aravena, por cinco años, y para toda la vida en el ámbito internacional, impuso cinco partidos al segundo capitán de la selección, (Fernando) Astengo, y prohibió trabajar para siempre en el fútbol al médico de la expedición, Dani Rodríguez.
Rumbo a Rusia 2018 la ayuda conseguida en los escritorios tampoco le bastó a la selección chilena.
Chile reclamó ante la FIFA por la mala inscripción del paraguayo Nelson Cabrera, que jugaba por Bolivia como nacionalizado, y luego se sumó Perú a la protesta. La FIFA actuó de oficio y le quitó los puntos que ganó Bolivia en cancha ante esas dos selecciones. “Sin embargo, Bolivia argumentó en la audiencia del TAS que se desarrolló en Suiza y los árbitros que vieron el caso respaldaron la decisión de FIFA y Perú y Chile se quedaron con los puntos que perdieron en cancha”, recordó en el 2017 en su portal Radio Programas del Perú.
El tiro le salió a Chile por la culata. “Pero el más favorecido por el fallo del TAS fue Perú porque en sus últimos cuatro partidos sumó 8 puntos de 12 posibles (venció a Bolivia y Ecuador y empató con Argentina y Colombia); mientras que Chile sumó 3 de 12 posibles (ganó a Ecuador y perdió con Paraguay, Bolivia y Brasil). Al final, el equipo de Juan Antonio Pizzi (DT de los chilenos) quedó eliminado por diferencia de goles ante Perú”. (D)