Es lo bonito del fútbol: todo puede suceder. El Manchester United, con catorce derrotas acumuladas en la Premier League, octavo a 31 puntos del campeón… tumbó al campeón. Y no un partido cualquiera: la final de la FA Cup, la célebre Copa Inglesa, que se disputa desde la temporada 1871-72, y con 152 años, es el torneo de fútbol más antiguo del mundo. En la mayor de las islas británicas se asigna una enorme significación a esta competencia: es la que, en cierto modo, confiere a Inglaterra el certificado como cuna de este deporte. Participan 729 equipos desde la primera a la quinta división; no existe nada más representativo ni democrático.

Claro, un grande como el United, vaya como vaya, siempre puede vencer al campeón, en eso consiste la estirpe, la grandeza. Pero es que su volumen futbolístico es minúsculo comparado con el del City, de ahí que nadie diera un centavo por ellos. El City marcó 96 goles en el campeonato; su enconado rival, 57. Tan pobre ha sido la campaña del equipo del Old Trafford que ya se había anunciado el cese de su técnico antes de la final. Ahora, de confirmarse, se va sacando pecho, con un título importante y clavando una flecha en el corazón del City, que pretendía esta Copa para robustecer su ciclo 2023-2024.

Las estadísticas del juego dicen que hubo 74 % de posesión del City contra 24 % del United. No obstante, ello resulta anecdótico. No fue un dominio como ante el Real Madrid, al que machacó durante más de dos horas y lo obligó a ceder 18 córneres. Esta fue una tenencia estéril, casi nula en ideas para romper el cerco defensivo de los rojos. Y aquí una crítica hacia Guardiola: pone de entrada a Kovacic, un volante trajinador, aunque de discutible rendimiento. Ha pasado por el Inter, el Madrid, el Chelsea, hoy en el City, sin destacar nunca. Cuando Pep ve que el equipo no va, se traba en las puertas del área adversaria y carece de penetración, sale Kovacic y entra Doku, el belga de 21 años que desborda, gambetea, rompe líneas, genera desequilibrio, tiene empuje, atrevimiento. Y el City revive. Pasó varias veces. De hecho, Doku puso la cuota de esperanza para los ciudadanos con un buen gol que dejó el tablero final 1-2. Que Doku era vital como el aire o el agua lo dice el hecho de que, desde su ingreso, todas las pelotas eran para él. El futbolista sabe quién lo puede salvar, y todos le pasaban la bola. Otro cambio cantado era Julián Álvarez. No es un fenómeno; sin embargo, garantiza movilidad, profundidad, pelota quieta, es solidario y también puede marcar. Pasa que entran cuando ya el partido presenta cierta adversidad. El técnico sabe más que el periodista, pero el periodista puede expresarse; es su trabajo.

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“El fútbol es maravilloso —dice el amigo MisterChip—. Ha sido Ten Hag (ya despedido) el que ha derrotado a Guardiola y ha puesto fin a todas las históricas rachas del Manchester City”. Y enumera:

- Fin a la brutal marca de Rodri de 74 partidos seguidos sin perder con el Manchester City.

- Fin a la mejor serie sin perder en la carrera de Guardiola como entrenador: 35 partidos consecutivos.

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- Fin a la seguidilla del City en FA Cup: 11 victorias seguidas.

- Fin a la racha de Guardiola contra el United en finales: 3 jugadas y 3 ganadas.

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Efectivamente, el United rompió toda la cristalería del City. Y lo hizo con mínimos méritos y un fútbol casi elemental: defendiéndose como pudo, sin demasiada elegancia, contraatacando con muchos espacios, aunque con mucho corazón. Y aprovechando los errores del contrincante. Uno de ellos, la grave desinteligencia entre Gvardiol y el arquero alemán Ortega Moreno que le dejó la bola servida a Garnacho para que la empuje y anote el 1-0. A propósito del joven de 19 años, le llega justo a Scaloni para la Copa América. Ya es definitivamente titular en el Manchester United, y esta temporada, además de su desborde y velocidad, aportó 10 goles y 5 asistencias. Garnacho es una alternativa interesante para la punta izquierda de Argentina.

Insistimos con un concepto: pese a que los enemigos de Guardiola enfaticen lo contrario, el City no tiene ninguna superestrella. Hay un fantástico mediocampista como Rodri, un magnífico Kevin De Bruyne de ida y vuelta, algunos muy buenos elementos, caso Foden, Bernardo Silva, pero muy terrenales todos. Que han aprendido de memoria el libreto guardiolista, eso sí. La fuerza del City es colectiva, basada en desarrollar el estilo de Guardiola de tocar, tocar y tocar hasta que se produce el hueco por donde pasar y definir. Aunque todos tienen libertades para encarar y hacer la individual, el único que lo hace es el mencionado Doku.

Lo que ya venía siendo una sospecha comienza a ser una certidumbre: Haaland no aparece en las finales. Lleva seis definiciones consecutivas sin hacer un gol en el City. Y tampoco marca en los clásicos o juegos importantes durante el torneo. No le hizo ninguno al Real Madrid en cuatro enfrentamientos de Champions. Cinco goles al Luton Town, 4 al Wolverhampton, 4 al Young Boys, 3 al Fulham… El hincha quiere de a uno, pero decisivos. Lo mismo le pasa en Noruega, selección que ha quedado eliminada del Mundial 2022 y de esta Eurocopa que comenzará en tres semanas. Eurocopa con 24 equipos. Si un jugador es un auténtico supercrack, Noruega debería estar entre esos veinticuatro.

Y lo más grave: Haaland, cuando no convierte, pasa inadvertido, es como si no estuviera en el rectángulo. Y como además no es armador de juego y no posee una técnica prodigiosa, se le nota mucho, parece estar demás en el campo. ¿Tiene algún problema personal que lo perturba…? ¿Aprendieron a marcarlo…? ¿Es simplemente un bajón de producción…? ¿Se achica en partidos decisivos…? El tiempo hablará. Y solo él puede responderlo. Está claro que ha perdido gravitación como matador.

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Terminó siendo otra vez el goleador de la Premier y del City, aunque con números notoriamente más bajos que en el curso anterior. En 2022-2023 marcó 52 tantos y dio 9 asistencias; en este fueron 38 y 6. En incidencia de gol pasó de 61 a 44. Seguimos creyendo que es un huracán del gol; necesita ratificarlo la próxima temporada.

No puede pasarse por alto un penal gigante de Mainoo a Haaland por un terrible agarrón en el área, que el arbitro Andy Madley y el VAR dejaron pasar. Inaudito. Dos palabras para Kobbie Mainoo, 19 años. Es, quizás, el gran legado de Erik ten Hag antes de irse (si finalmente se va): lo promovió desde las inferiores y le dio continuidad. Kobbie le dio la razón: alcanzó dimensión de figura, sentó en el banco a Casemiro y llegó a la selección inglesa, en la que debutó en marzo pasado. Fue el más destacado de la final y anotó el segundo gol en gran definición. Es toda de Ten Hag.

En una temporada que era aciaga y donde todo eran comentarios negativos, despidos y broncas, el 2-1 final le dio al United un título grande y el pase a la Europa League, un boleto a la esperanza. Ten Hag, a quien se daba por fulminado, tras la coronación puso un manto de dudas: “No sé si fue mi último partido”. Y dio un paso al frente: “Dos títulos en dos temporadas y tres finales no está tan mal... Cuando llegué, esto era un desastre; ahora estamos bien. Si no me quieren aquí, me iré a otro lado a ganar títulos; es a lo que estoy acostumbrado hacer en toda mi carrera”. (D)