Nadie puede ver cuatro partidos por día. Te explota la cabeza. Y se termina no viendo nada. Es lo que nos pasa con este Mundial de Clubes que acaba de agregarnos la FIFA a nuestras vidas. A lo sumo, uno por día. Eso permite concentrarse en el juego, analizarlo, degustarlo y comentarlo con amigos en los grupos de WhatsApp. Porque este deporte es tan apasionante jugado como hablado. Así pues, hemos elegido por presunción y por nombres. Y nos fue discreto, como discreto es este torneo hasta el momento, cumplida la primera jornada de los ocho grupos.

Arrancamos con el cotejo inaugural: Inter Miami-Al Ahly. Fue 0 a 0 porque Óscar Ustari (38 años), arquero de los rosados, tapó hasta el viento, incluido un penal. Fue colosal. La superioridad del cuadro egipcio -muy interesante, por cierto- merecía la victoria en el primer tiempo. En el segundo apareció Messi con sus también 38 (los cumple el martes próximo, pero ya los tiene vividos) y el Inter Miami, que muchas veces parece un cuadro de barrio, equilibró el juego y hasta pudo ganarlo. Pero exclusivamente por Leo, que hace todo en ese equipo: es mediocampista, delantero, arma juego, define, ejecuta con maestría pases, córneres, tiros libres, lleva la pelota hacia adelante siempre. Tira del carro solo. Si volviera al Barcelona se divertiría mucho junto con Lamine, Pedri, Raphinha, Lewandowski, ejercería el magisterio. Sí, aún con 38. Pero le va a ser muy duro al Inter Miami frente a formaciones fuertes como el Porto o el Palmeiras. “¿Qué podemos pensar de un mito? Quiere disfrutar, quiere jugar, quiere ganar. La mentalidad de Leo es siempre ganar. Desde tan chiquito hasta hoy sigue siempre con la misma idea: ganar, disfrutar, amando a su familia, amando a sus amigos”, lo elogia Hristo Stoichkov. Que el Inter Miami, fundado recién en 2018 y que era el peor de los 29 clubes estadounidenses esté jugando este Mundial de Clubes tiene una sola explicación: Messi.

Los 1.000 millones de dólares que repartirá la FIFA en este torneo son la zanahoria suficiente para que todos jueguen con entusiasmo, aunque es verdad que algunos partidos parecen de pretemporada. Los medios europeos se quejan de la FIFA por hacerlos jugar contra el Tercer Mundo. Y contra el Mundial. Como es habitual, todo lo que no se realiza en Europa está mal organizado, carece de valor y es carne de ironía. Los medios aluden al “calor y la humedad que afectan a los equipos europeos, ya con 60 partidos encima…”. Sí, cuidado… El eurocentrismo puede ser ridículo hasta límites increíbles. Casi bobo.

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El Real Madrid, en el debut de Xabi Alonso, sigue en modo Ancelotti. O sea, sin jugar a nada. Igualó a 1 con el Al Hilal, buen embajador de Arabia Saudita pese a que le concedieron un dudosísimo penal en el minuto 90 y diez minutos de tiempo añadido para ver si podía hacer el segundo. No se vio la mano del técnico vasco, que produjo una revolución en Alemania con el Bayer Leverkusen. Pero seamos justos: era el primer partido.

En uno de esos resultados que no gustan a nadie, ni siquiera al que gana, el Bayern Munich goleó 10 a 0 al Auckland City de Nueva Zelanda, campeón de la Liga de Campeones de Oceanía. Realmente, una masacre. “No es serio un enfrentamiento así, a estos equipos como el Auckland deberían incluirlos en una eliminatoria previa”, fue uno de los tantos comentarios críticos. Auckland City no es un club profesional, sus futbolistas trabajan en diversos gremios, hay un pintor, un maestro, un barbero, un cuidador de piscinas… Pero no nos parece mal que Auckland compita en este Mundial, aunque pierda 10 a 0. Es la única forma que tienen de crecer. La próxima vez se preocuparán de hacerlo mejor. Y en diez o doce años tal vez se equilibren con sus rivales y logren una victoria. Es la única forma de evolucionar.

En 1967, la AFA se abrió tímidamente hacia el Interior. El primer año los de Buenos Aires goleaban sin misericordia a los provincianos. River 8 - San Martín de Mendoza 0, Banfield 8 - Olimpo de Bahía Blanca 0, Independiente 6 - Central Córdoba de Santiago del Estero 0... Así eran casi todos los resultados. Hoy, Central Córdoba es el actual campeón de la Copa Argentina y le ganó a Flamengo en Maracaná por la Libertadores. Ya nadie los golea, golean ellos. João Havelange universalizó el fútbol, lo llevó al África, a Asia, Oceanía, Concacaf. Al principio eran muy débiles, ya no. El fútbol creció. Y lo más importante: todos tienen derecho. Hay que abrir la mente.

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En el empate a 2 con el Benfica (de lo más atractivo hasta ahora), Boca dio otra muestra de su increíble popularidad: llenó el Hard Rock Stadium, de Miami, y generó una fiesta fenomenal. Nadie paró un minuto de gritar y alentar. Es un caso notable: juegue en Finlandia o en Japón, siempre es local, siempre llena y arma una fiesta única. Nico Carvajal, amigo colombiano, hincha de Independiente Santa Fe radicado en Miami, no quiso perderse el partido: “La hinchada de Boca es algo impresionante. Estoy viendo si puedo ir contra el Bayern, está caro, pero quiero vivir esa experiencia otra vez”, contó. Se puede tener más aficionados, no más pasión. Lo dice la célebre bandera del Jugador Número Doce: “Podrán imitarnos, igualarnos jamás”.

Los sudamericanos están enfrentando de igual a igual a los europeos, no sabemos si porque los nuestros levantaron o porque aquellos están jugando como de postemporada. Boca estaba 2-0 arriba con el Benfica, Palmeiras empató a 0 con el Porto mostrándose superior. Fluminense hizo buen partido ante el Borussia Dortmund, finalista de Champions en 2024 y siempre un potente representante del fútbol alemán. También finalizaron 0 a 0. El Monterrey igualó a 1 con el Inter de Milán, subcampeón de Europa. ¡Qué impactante gol de cabeza de Sergio Ramos…! A sus 39 años superó a toda la defensa interista en el salto y con el último pedacito de cabeza que le sobraba metió un bombazo abajo, junto a un palo. Inatajable. Un grande el sevillano. Muy parecido a él en potencia y liderazgo es el caso de Nicolás Otamendi, capitanazo del Benfica. Frente a Boca perdía 2-0, se fue arriba, le hicieron el penal que convirtió Di María para el 1-2 y anotó el empate con un cabezazo matador, furibundo. Otamendi tiene 37 años, pero físicamente es una roca. Benfica quiere renovarle hasta los 40.

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El choque entre el Ulsan, de Corea del Sur, y el Mamelodi Sundowns, de Sudáfrica (ganó 1 a 0), quedará en la historia de los mundiales, solo asistieron 1.000 personas. Pero era lógico, y además fue azotado por una tormenta. En cambio, la FIFA presumió de que el PSG-Atlético de Madrid congregó 80.619 espectadores, una cifra altísima. La realidad es que sí hay éxito de público, que era una de las dudas que presentaba el torneo.

Lo más resaltante, sin dudas, fue el 4 a 0 del Paris Saint Germain sobre el Atlético de Madrid. Le pasó por encima con la misma suficiencia y brillantez con que goleó al Inter 5 a 0 en la final europea. Y jugando sin Dembélé, que ha sido uno de sus pilares en la fantástica conquista continental, y sin otra pieza clave: Barcola, ambos lesionados. Luis Enrique, el superofensivo entrenador español, ha conformado un conjunto pleno de individualidades brillantes con un promedio de edad bajísimo. Es nuestro candidato excluyente para llegar a definir el título el 13 de julio en Nueva Jersey. (O)