Se va el Mundial de Clubes. Quedan apenas 3 de los 63 partidos, las dos semifinales y la final. Por primera vez en casi un siglo, no hay partido por el tercer puesto. Gianni Infantino sonríe; lo que para muchos era un engendro del presidente, ha salido bien. Gustó, fue seguido por cientos de millones, los estadios se llenaron, los seis continentes cotejaron entre sí oficialmente. Por primera vez se midieron fuerzas de verdad. El acompañamiento de las hinchadas latinoamericanas fue fantástico. En los despachos más altos de la FIFA lo sintetizan en ocho palabras: “Es una maravilla que llegó y se quedará”. No solo eso, un miembro del Consejo Ejecutivo de la matriz del fútbol confirmó: “El balance es tan bueno que está en estudio jugarlo cada dos años”. Y se supone que lloverían solicitudes para organizarlo. Es más sencillo de montar que el mundial de selecciones mayores. “El único problema son las agremiaciones de futbolistas: se quejan mucho”.
No obstante, este mundial tiene dos aliados: uno es el dinero que reparte, los jugadores se llevan fortunas y van a presionar para participar; dos es que el Real Madrid (o Florentino Pérez) está encantado con el torneo. Y si el Madrid aprueba, los demás callan. Es el club más influyente del mundo.
- Más cerca. Antes de comenzar el torneo, el pensamiento generalizado era que Sudamérica, y por supuesto los demás continentes, estaban varios escalones por debajo de Europa. Quedó demostrado que no es así. Siguen ostentando superioridad porque aglutinan los mejores futbolistas del mundo. Pero todos compitieron. Los que cayeron, cayeron por poco, y varios ganaron.
- Aclaración. Todos estaremos de acuerdo en que los equipos europeos conservan la supremacía mundial en fútbol, pero en esa superioridad hay un gran componente sudamericano. De los 179 goles convertidos en el Mundial hasta los partidos del viernes, 60 fueron obra de futbolistas de nuestro continente: 29 goles de brasileños, 23 de argentinos, 5 de uruguayos, 2 de colombianos y 1 de un venezolano. Los goleadores del torneo, hasta el momento, son Di María (Benfica) y Marcos Leonardo (Al Hilal), argentino y brasileño. También hay cantidad de zagueros y mediocampistas sudamericanos que brillan en los equipos del Viejo Mundo y aumentan su poderío. Si esos 60 goles se hubiesen marcado para los clubes de acá, posiblemente tendríamos uno o hasta dos finalistas.
- Revelación. Hubo sorpresas notables, como la del Al Hilal, de Arabia Saudita. La de Fluminense. Claro, los seis de América del Sur son de las ligas más fuertes, Brasil y Argentina. Especialmente los brasileños no están lejos de los europeos. Botafogo derrotó al Paris Saint-Germain, Palmeiras perdió por 2-1 ante el Chelsea por un fatalismo: un centro que no debía generar problemas rozó en la pierna de un defensa y se le metió a Weberton, cuando estaba más cerca Palmeiras del segundo. Hubiese sido una semifinal netamente brasileña. El Mamelodi de Sudáfrica hizo un partidazo ante el Borussia Dortmund; cayó apenas por 4 a 3. Hay muchos ejemplos. Solo por eso ya fue un éxito el Mundial.
- “Masacre”. El sindicato de jugadores franceses, escandalizado, lanzó un comunicado contra el Mundial: “Hay que parar esta masacre”, arremetió. “La incongruencia de la situación no pasa desapercibida para nadie, excepto para Infantino y sus cortesanos —sigue la declaración—. Su Mundial de Clubes demuestra que es urgente detener esta masacre. Se burla de la salud física y mental de los jugadores por unos pocos dólares más y de los convenios que, en casi todas partes, prevén un periodo de tres semanas de descanso para los futbolistas… ¿Por qué querría alguien que el máximo responsable del fútbol mundial se preocupara por el caos que su nueva locura está causando a nivel nacional?”. Huele más a que quieren justificar sus salarios de gremialistas que a una defensa seria de sus representados. Habría que preguntarles a los futbolistas si querían estar en el Mundial o no. La respuesta sería un “sííííííííííííí…” monumental.
- Absurdo. Diego Torres, del diario El País, de Madrid, se pregunta: “¿A quién representa el sindicato de jugadores franceses? El 99 % no juegan ni jugarán nunca el Mundial de Clubes. Lo juega el 1 % que es masacrado a base de ingresos en sus cuentas bancarias”. A su vez, Javier Minniti, gerente deportivo del Boston River uruguayo, cuestionó: “Los que menos trabajan y cobran sin siquiera jugar son los miembros de los sindicatos de jugadores; ellos tienen sueldos de su organización, de FIFpro y algunos incluso integran comités de federaciones nacionales; ellos sí cobran sin trabajar”. Y agregó: “El descanso de los futbolistas está contemplado siempre. Si está en otra competición, los días se le dan luego. A mí me llega un jugador que estuvo en selección durante una licencia grupal, se le dan los días que corresponden y se integra más tarde a la pretemporada”.
- Apareció y dijo. Vimos todos los partidos de Palmeiras y nos preguntamos, igual que todo el mundo: ¿y Estêvão…? Cuando se pagan 45 millones de euros por un chico de 17 años (más 16,5 en variables), como desembolsó el Chelsea por él, todos quieren ver qué hay ahí. En los cuatro partidos anteriores no había mostrado nada. Lujosa zurda, sí, elegancia, pero sin desequilibrio, sin gol, sin mano a mano ni pase-gol, o sea, las cosas que valen en fútbol; lo demás es decoración cuando se habla de un atacante. Sin embargo, justo en el duelo ante el Chelsea, su próximo club, apareció en toda su dimensión. Cucurella (actuó como un patán) intentó amedrentarlo con dureza, amenazas y empujones, Colwill lo mismo, Enzo Fernández le dio una patada descalificadora. Se ensañaron con él, y ahí apareció el proyecto de crack. Se agrandó, los encaró en todas y marcó un gol precioso, espectacular, desde la derecha y con derecha, sin ángulo, desbordando al mismo Colwill y sacando un balazo alto que hizo travesaño y entro con furia. Mucho gol. Recién acaba de cumplir 18. Los hinchas del Chelsea que lo vieron por primera vez ya deben estar relamiéndose. Con él y Palmer pueden soñar en grande.
- Sabio. Más allá del funcionamiento colectivo, de la fabulosa vocación ofensiva de Luis Enrique, de la cantidad de elementos virtuosos, la gran clave del PSG se llama Vitor Ferreira, Vitinha. Centrocampista total, ordena a su equipo, crea juego, distribuye con notable visión, hace jugar a todos. Y con una alta regularidad. Nos recuerda al gran Xavi del Barcelona, el prodigio catalán. Un talento superior. Con 25 años, tiene diez más para seguir. El PSG, que tiene todos los recursos, debería asegurárselo hasta el final de su carrera con un contrato de oro. No hay otro pensador del juego de este calibre. Este es un jugador de Balón de Oro, más allá de que alguna vez lo reciba o no. Con él en campo, Portugal es alto candidato en el Mundial del año próximo.
- Mejora. Conversamos con Sergio Levinsky, periodista argentino que es habitué en los mundiales (cubrió diez de selecciones). Está en Nueva York asistiendo a este de clubes y el año pasado estuvo también en la Copa América, que tuvo diversas fallas organizativas, sobre todo en la final. Comentó: “La organización ha mejorado mucho en relación a la Copa América. Se tomaron en cuenta errores del año pasado. Y el año próximo va a ser mejor todavía. La FIFA está encima de todo”.
- Pena. Willian Pacho, bien expulsado por su dura entrada sobre Goretzka, se pierde la semifinal y quién sabe si la final. Depende de las fechas que le apliquen. Es un pilar de este gran PSG. (O)