“Catar 2022, el Mundial de la polémica”, proclama la inmensa mayoría de los medios. Desde que este cronista tenía siete años, todos fueron “el Mundial de la polémica”. Ninguno se salvó. Sobre todo no se salvaron todos los hospedados fuera de Europa, Estados Unidos o México (el país del Chavo tiene buenísima prensa siempre, igual que Brasil). El periodismo -tan cansón- rodeó todos los Mundiales de fútbol de denuncias, sospechas, conspiraciones, gastos desmesurados, tongos, negociados, reivindicaciones sociales, etcéteras varios. Los Mundiales son los antónimos perfectos de las escuelas y los hospitales, símbolo de despilfarro, de pan y circo. En 1982, en un discurso de 97 palabras, el presidente Belisario Betancur anunció oficialmente la renuncia de Colombia al torneo de 1986, que le había sido concedido unos años antes (lo abarajó en el aire el país del Chavo). Había otras prioridades, dijo. Desde luego, las escuelas y los hospitales, aunque nunca se divulgó la lista de escuelas y hospitales inaugurados gracias a dicha declinación.

Sensaciones al pie del avión

Catar, tan siquiera Catar, esa cosita, no podía estar a resguardo de cierta prensa en estas cuestiones. Es un blanco favorito, toda vez que no se trata de un país europeo u occidental. Y toda vez que le arrebató la sede a Estados Unidos. Estados Unidos quería ese delicioso bocado, pero, inesperadamente, insolentemente, le sustrajo la billetera un pedacito de tierra 790 veces más pequeño. Inaceptable.

Pompa y minimalismo

Rabiosa por lo que se consideró una usurpación a través de compra de votos, la Casa Blanca ordenó una investigación “hasta las últimas consecuencias” de los directivos que consagraron a Catar como sede. Y se destapó el monumental FIFAgate, el mayor escándalo de la historia de este deporte. Luego, para calmar la ira americana y llevar paz a la matriz del fútbol, Gianni Infantino los compensó con el certamen del 2026. Y con 48 equipos. El Gordo de Navidad. Inmediatamente se aplacaron los nervios estadounidenses. De paso, Gianni, que era nuevito como presidente, arrancó de maravillas su mandato. Cuentan que Infantino es capaz de montar un avestruz en plena carrera.

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Será el último Mundial de Messi, Cristiano Ronaldo, Lewandowski, Modric y Benzema. Para 2026 andarán por los 39 años y, a esa edad, como mucho, puede actuar un arquero (Dino Zoff fue campeón con Italia a los 40 años, 4 meses y 13 días, aunque parecía un tótem, se movía poco). Para un jugador de campo es una edad prohibitiva. Pelé disputó su última Copa a los 29, en plenitud física y futbolística. Desistió de ir a Alemania 1974. Maradona asistió por última vez a los 33. La última vez que pisó un césped mundialista fue uno de los actos más bochornosos de la FIFA en toda su existencia: cuando lo mandaron a buscar al centro del campo con una enfermera y se lo llevaron como arrestado a cumplir con el antidoping. No pasó nunca, ni antes ni después. El público ni se entera quiénes salen sorteados para el control. Diego salió feliz, sonriente. Lo esperaban con la guillotina. Grondona, vicepresidente de la entidad de Zurich, miraba para otro lado.

También será el último torneo de 32 equipos y con el formato tradicional de ocho grupos de cuatro. Y el Mundial que se pierde a Haaland en momentos en que el Androide arrasa en los campos de Europa. Porque para los Mundiales hay que tener suerte también. O sobre todo. Que te toque en el momento justo, que se alineen los planetas. Si no que lo diga Messi. No es lo mismo que en una delantera te acompañen Jairzinho, Gerson, Tostão y Rivelino a que te hagan pata Higuaín, Lavezzi, Palacio y Enzo Pérez. Cambia un poco.

¿Por qué casi no se habló del Mundial hasta hace dos o tres días…? Porque, debido a la fecha de disputa -primera vez que no es en junio-julio, los jugadores fueron cedidos casi sobre el mismo comienzo. La Premier League y la liga francesa se jugaron hasta el domingo 13, en tanto el Mundial se inicia el 20, soltaron a los jugadores seis días antes. Y llegaron a Doha con menos de una semana de anticipación. Por tanto, el foco mediático apuntará todavía a los torneos nacionales. Para Rusia 2018, los campeonatos de cada país terminaron, en promedio, 35 días antes y los futbolistas se incorporaron a sus selecciones con razonable antelación. Este es el obstáculo principal que deberán sortear los entrenadores: no tener a sus dirigidos para entrenarlos debidamente.

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¿Y el lado bueno…? Que esta vez los protagonistas no llegan fundidos físicamente tras extenuantes temporadas de 50 y 60 partidos. Cuando suene el silbato de apertura de Catar 2022 recién habrán pasado tres meses y medio desde el arranque de las ligas europeas, por lo cual los atletas llegarán frescos físicamente. Lo que le permite al jugador dar lo mejor que tiene futbolísticamente. No se podrá aducir cansancio. Estamos persuadidos que veremos partidos fantásticos, de mayor brillo que los torneos anteriores. Los Mundiales son el encuentro de mayor resonancia del deporte universal, triplican o cuadruplican a los Juegos Olímpicos, pero el producto no siempre es el mejor elaborado, debido a que los técnicos reciben a 26 jugadores procedentes de clubes y países distintos, trabajados por entrenadores diferentes y no tienen tiempo de amalgamarlos, de darles armonía. Y las orquestas se arman con ensayos. Para llegar al título juegan muchos factores clave: las lesiones, un buen sorteo, una ruta accesible hasta la final, que el sentido de equipo y la convivencia se sobrepongan a los egos… Eso, descontando que se necesita lo principal: grandes actores y un técnico perspicaz, sobre todo perspicaz, un sujeto que escanee y procese rápidamente la información que va obteniendo de propios y rivales.

Sobre el calor, recordamos que Estados Unidos ‘94 fue un horno, hubo partidos jugados por encima de los 40 grados. Es posible que Catar tenga temperaturas cercanas -de 30 a 35°- pero estarán refrigerados los estadios, de modo que los futbolistas se moverán en un clima agradable, de aproximadamente 26°. Ideal para correr y descollar.

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Tenemos fe: puede ser un Mundialazo.