Mi colega y amigo Pedro Cabrera Alvarado me recordó los 80 años de fundación del Sistema de Emisoras Atalaya durante mi estancia en Guayaquil y me invitó a los estudios para un programa sobre la situación del fútbol porteño. Me vi privado de tal placer por un asunto familiar que me tenía muy comprometido, pero espero que, a mi vuelta, Andrés Mendoza Paladines, su director, y Pedro repitan el honor.

Para quienes transitan los mismos calendarios que yo, o andan cerca o lejos, Atalaya es un recuerdo señero y un símbolo de horas de entretenimiento, información, ilustración y aprendizaje. Nuestros padres y abuelos se enteraban de los sucesos políticos y sociales con sus noticiarios, pero la familia entera se reunía en las salas porteñas cada domingo en la tarde (a veces los miércoles en la noche cuando nos visitaban equipos extranjeros) para escuchar las transmisiones de los encuentros de fútbol. Nadie que le gustara el deporte quería privarse de oír al “príncipe de los narradores” en toda la historia deportiva de nuestro país: Ecuador Martínez Collazo. Nadie ha podido igualarlo en la elegancia, refinamiento y armonía de su voz, mezclada con su inteligencia de hombre de cultura e inventor de reacciones anecdóticas.

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Publicidad de 1969 de Radio Atalaya, en DIARIO EL UNIVERSO, sobre sus narradores y comentaristas para el duelo de la Tricolor ante Uruguay en el estadio Centenario de Montevideo por las eliminatorias al Mundial de México 1970. Foto: Archivo

Algunas veces he recordado en mis columnas que Ecuador Martínez antes de dedicarse a la narración deportiva fue locutor comercial y actor de radioteatro. Los jóvenes no entenderán esto último porque se trata de una forma de cultura popular ya desaparecida. Hurgando en la historia encontramos que el radioteatro consistía en protagonizar un guion basado en novelas de autores célebres con la voz de personajes que actuaban ante un micrófono. El pionero de esta actividad fue el inolvidable Paco Villar Balladares que creó en 1938, en la desaparecida radio El Telégrafo, El teatro en su hogar con su compañía actoral en la que estaban su esposa Elsy Vidal (Ana María Aguirre González, dramaturga, poeta, compositora, actriz y directora de radio y teatro), la española Concha Pascual, Enrique Vega Ruilova y, con ellos, Ecuador Martínez.

Los años 40 fueron de gran auge de la radio noticiera y cultural y de las transmisiones deportivas. Dos voces de la narración futbolera marcaban la época: Ralph del Campo Cornwall y Rafael Guerrero Valenzuela. Paco Villar fue uno de los iniciadores narrando béisbol en 1940 con Del Campo en el comentario. Por aquella época ya destacaba en la locución comercial un jovencito llamado Voltaire Paladines Polo, quien debutó en 1939 en radio El Telégrafo en la transmisión del Sudamericano de natación y la inauguración de la piscina Olímpica. Se incorporó en 1940 a uno de los grandes programas deportivos de la historia: La hora deportiva nacional en el que aparecía ya con un elenco de estrellas del comentario: Guerrero, Del Campo, Miguel Roque Salcedo, Aquiles Rigaíl Maulme, Miguel Machuca (Mickey Mouse) y Luis Alcívar Elizalde.

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Voltaire Paladines llegó muy niño a Guayaquil para estudiar, pero volvía siempre a su ciudad natal, Santa Rosa, provincia de El Oro, para jugar en los equipos de aficionados y en la selección de su ciudad. Una tarde en que lo visité en su radio, hace más de 60 años, tuvo la bondad de obsequiarme una foto en la que aparecía como puntero derecho de esa selección. Se autocalificó como “puntero veloz y goleador” y me contó historias de su vida deportiva. Era, en aquel entonces, presidente de la Federación Deportiva del Guayas en tiempos de esplendor del deporte provincial. Los que estábamos en el deporte (yo me iniciaba como secretario del comité de natación) nos sentíamos orgullosos de esos dirigentes como Voltaire, Gustavo Mateus, Samuel Ubilla, Antonio Lanata, Marcos Luzuriaga, Walter Aragón, gente que amaba el deporte y le entregaban tiempo y dinero. No había los presupuestos millonarios de hoy, había casi nada, pero Guayas era inderrotable en todos los deportes. Fui afortunado por tenerlo de consejero en mis inicios directivos. Después opté por el periodismo y Voltaire Paladines siguió siendo la persona a quien consultaba en los momentos difíciles, como lo hice también con Miguel Roque Salcedo, Manuel Palacios Offner, Juvenal Sáenz y otras honorables celebridades.

En diciembre de 1944 Voltaire Paladines adquirió la Radio Universitaria Atalaya y dio inicio al Sistema de Emisoras Atalaya que marcó toda una época desde el arranque y lo sigue haciendo hoy. La incorporación de Ecuador Martínez en el inicio del fútbol profesional es un hito, pero también lo es la adquisición de la licencia de la Cabalgata Deportiva Gillete, famosa en todo el mundo, especialmente en Estados Unidos en la voz del legendario Buck Canel (“no se vayan que esto se pone bueno”). La empresa estadounidense exigió un staff triple A y Paladines no dudó en hacerlo. Incorporó a Miguel Roque Salcedo en los comentarios (”Y ahora la Cabalgata Deportiva Gillete y Valdura, la mejor pintura, presentan los comentarios de Miguel Roque Salcedo, el General) y Enrique Vega en los comerciales. Después llegó Humberto Romero Gálvez para alternar con Vega. Puedo asegurar que Atalaya monopolizaba las transmisiones del fútbol.

Transmisión de Radio Atalaya de la edición de 195 de la Copa Libertadores. Foto: Archivo

Imposible olvidar aquel programa nocturno dominical que se llamó Horizontes deportivos, conducido por Ricardo Chacón García y Augusto Jijí Barreiro. Era la visión trascendente de dos verdaderos periodistas que habían llegado de las filas del deporte. Estábamos lejos de la intoxicación discursiva de tácticas y estrategias que predomina hoy y de la prédica odiadora hacia la historia. Muchos corríamos para alcanzar el bus a la salida del Capwell para escuchar Horizontes deportivos que inauguró la información internacional del fútbol en la voz juvenil de Alberto Sánchez Varas.

Atalaya deportiva, el programa del mediodía, era otra muestra de capacidad y talento. No era el griterío de hoy ni el lenguaje escatológico y burdelero que castiga a diario a los que los sufren. Imposible concebirlo así cuando en la cabina estaba Guillermo Valencia León, un periodista legendario al que hay que citar siempre cuando se habla de bien escribir y bien decir. Después llegó otro monumento del periodismo honorable y versado: Mauro Velásquez Villacís, al que acompañó largo tiempo Luigi Pescarolo Orellana. Qué enriquecedor era escuchar sus opiniones. Hoy, salvo unos pocos casos, no existe opinión sino show, insultos, disparates antológicos (“Caicedo es el mejor volante del mundo, pero sin pelota”).

También pasaron por esos históricos micrófonos dos lumbreras de un periodismo humano e inteligente: Arístides Castro Rodríguez y Manolo Mestanza Pacheco. Y en las mañanas dominicales estaba nuestro querido amigo y colega, vicentino, nadador, futbolista profesional y cantante de la Blacio Juniors José Bobby Bermúdez Tello. Como Arístides y Manolo, Bobby matizaba su comentario con porciones de fino humor, y, a veces, canciones grabadas en las que lucía su voz privilegiada que lo hizo uno de los mejores boleristas guayaquileños.

Hoy que no hay fútbol (¿hubo fútbol en 2024?) es grato salir del mal sabor que nos deja el desastre del deporte guayaquileño y del fútbol, para recordar todo lo maravilloso que vivimos, ayer y hoy, con el Sistema de Emisoras Atalaya que está celebrando sus 80 años. Ojalá Andrés y Pedro me guarden parte del pastel.