“Si me encontrara a Klopp en la cama con mi mujer, le preguntaría qué le gustaría desayunar”. La simpática frase la llevaba estampada en el dorso de su camiseta roja un fan del Liverpool. Tal vez se necesite un sismógrafo para medir el nivel de amor de los hinchas reds hacia el técnico alemán. Escapa de los cánones normales. Después de muchos años de dominio altivo y casi tiránico del cuadro liverpooliano en Inglaterra y Europa, entró en desacostumbrado ocaso: pasó tres décadas sin ganar una liga (iban todas a la bolsa de su archienemigo, el Manchester United) y catorce ediciones sin levantar una Champions. El sol volvió a salir con la llegada providencial de Jürgen Norbert Klopp, el alemán del permanente buen humor.