Esta semana que termina ha estado signada más por el infortunio que por la felicidad. Amigos muy queridos partieron hacia el infinito, dejándonos el recuerdo de su nobleza y su lealtad. Johnny Ramírez, arquitecto y apasionado de la historia de Guayaquil, luchó valientemente contra una cruel enfermedad, pero no pudo resistir. Casi simultáneamente nos llegó la noticia del deceso de Carlos Paredes, zaguero central del Patria, bicampeón de 1958 y 1959 y seleccionado nacional en la eliminatoria para la Copa del Mundo 1962, y la de Roberto Valdiviezo, campeón con Emelec en 1964 y 1965, y nuestro compañero en las bellas tardes de Flushing Meadow.
Hace unas horas, Johnny Astudillo me participó la partida de su padre, Estuardo Astudillo Lemos, compañero de los años universitarios, inolvidable integrante del grupo de estudio en el parque Seminario y en el Centenario, y, además, nuestro centroforward en los torneos internos de la Facultad de Jurisprudencia (¡qué delantera que formamos: Fernando Gutiérrez, Ricardo Vasconcellos, Estuardo Astudillo, Pancho Durán y Néstor Faytong)! Y aún se velan los restos mortales de Teodoro Cercado, que dejó un gran recuerdo en los juveniles de Emelec y tuvo un breve paso en el primer equipo. Abandonó el fútbol para estudiar comunicación, se graduó, incursionó en el periodismo radial e integró los equipos del Colegio de Periodistas, eternos campeones de los Juegos de Profesionales.
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Todo este dolor parecía encontrar un bálsamo las elecciones del Comité Olímpico Ecuatoriano, ganadas por el binomio que integraron Jorge Delgado y Jefferson Pérez. Mucho se habló de la campaña del ambicioso Roberto Ibáñez, autor de la muerte del deporte de Guayas, quien pretendía hacer lo mismo con el movimiento olímpico. No había punto de comparación entre las dos listas. Delgado es el primer finalista olímpico de la historia, dirigente sin cuestionamientos en la justicia, conductor de un brillante proceso olímpico y muchos más méritos de unánime reconocimiento. De Jefferson Pérez ya sabemos todo: no tiene cuentas pendientes en los tribunales, es el primer medallista de oro y plata en Juegos Olímpico y ganador, igual que Delgado, de múltiples preseas mundiales, panamericanas y sudamericanas. De la capacidad intelectual de ambos ya sabemos que tienen títulos de importantes universidades del exterior. De sus virtudes morales hay innumerables ejemplos. Ninguna maniobra, especialmente de un exministro y hoy asambleísta muy allegado a Ibáñez, como lo fue de Luis Chiriboga Acosta, pudo impedir el buen juicio de los votantes. Ganó el deporte ecuatoriano y triunfó el futuro.
El sosiego parecía retornar a nuestro espíritu hasta que el viernes Diario EL UNIVERSO reprodujo las declaraciones de un tipo ligado al fútbol que parece no estar en sus cabales a sus 75 años. Sus expresiones, más allá de lo deportivo, revelan una mentalidad castigada por el regionalismo, la discriminación, el afán monopolizador y el odio a Guayaquil. ¿Qué dijo el exfutbolista y exentrenador Carlos Sevilla Dalgo en un canal de televisión? Indignado, criticó la decisión de la Federación Ecuatoriana de Fútbol de jugar en Guayaquil los dos partidos de la eliminatoria ante Argentina y Brasil. Para Sevilla, quien dirigió en 1999, en Paraguay, una de las peores selecciones en la Copa América: “Se están manejando situaciones que se van contra el camino que se recorrió para llegar a los mundiales anteriores. Tenemos un grupo de jugadores muy buenos, que a pesar de que no tienen buenos técnicos y a pesar de eso, estamos en los primeros lugares”, dijo. Y agregó: “De eso se están aprovechando para manosear a la Selección y llevarla a Guayaquil a jugar con Brasil y Argentina, están favoreciendo directamente a los rivales y lo peor es que se le está quitando el mejor espectáculo a la casa de la Selección, que es Quito”.
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Primero, señor Sevilla, ¿no es que la selección es “el equipo de todos”, como cantaba usted a dúo con su amigo Luis Chiriboga Acosta cuando este lo llevó a Deportivo Quito y más tarde a la selección nacional? ¿Desde cuándo Quito es la casa de la selección? Ese otro odiador de Guayaquil que fue su “yunta” Luis Chiriboga, construyó una sede en la capital y decidió que la Tri jugara siempre en Quito desde la eliminatoria Japón/Corea 2002. Se calificó a todo periodista o aficionado que insinuara jugar en Guayaquil de “traidor a la patria” o “enemigo de la selección”. Uno de ellos, el prestigioso y respetable Mauro Velásquez Villacís, fue vetado por Chiriboga, quien le negó el formulario para acreditarse en el Mundial de 2002. Técnicamente se justificaba porque la Selección estaba conformada por jugadores que integraban equipos locales, en su mayoría, lo cual era ventajoso por el factor altura. Todo eso ha cambiado. Los estudios para contrarrestar la altura empezaron en 1968 con ocasión de los Juegos Olímpicos en México y casi sesenta años después son pocos, como usted, los que creen que es factor de victoria.
Los seleccionados ecuatorianos hoy juegan en el llano y sienten los efectos de la altura igual que sus rivales. Llegan de la planicie dos o tres días antes y no tienen adaptación suficiente. No conozco a ningún futbolista nacional que milite en equipos de La Paz o El Alto situados a 4.000 metros de altura. Por tanto, jugar en Guayaquil, no es perjudicial para nuestros seleccionados.
Lo más repudiable en las palabras de este sujeto es el agravio de que Guayaquil no quiere a la Selección: “Esto va a resentir a la afición quiteña, que los mejores partidos se los lleven a Guayaquil, donde no es tan querida y aplaudida nuestra Selección. Eso de que uno o dos jugadores hayan dicho que prefieren jugar en Guayaquil habla muy mal del cuerpo técnico, que se deja llevar, y de los dirigentes, que se dejan llevar de lo que dicen los futbolistas”, precisó.
Ignora Sevilla que Guayaquil es la cuna del fútbol ecuatoriano desde 1899 y que fuimos los guayaquileños los que llevamos este deporte -como todos los deportes modernos- a todo el país. Que fue un dirigente guayaquileño -Manuel Seminario Sáenz de Tejada- quien logró, en 1925, que la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA) nos aceptara como miembro provisional, distinción conferida a la Federación Deportiva del Guayas que era la única entidad multideportiva con personaría jurídica en todo el país. En mayo de ese año Seminario promovió la fundación de la Federación Deportiva Nacional del Ecuador y ese mismo mes, en Praga, la FIFA concedió a la FDNE el Poder Deportivo para gobernar el fútbol, lo cual duró más de 40 años. Es importante que Sevilla sepa que en Guayaquil, la cuna del fútbol, se jugó en 1947 la Copa América, primer torneo internacional de nuestra historia.
Estoy seguro de que una gran mayoría de aficionados quiteños no comparten la postura divisiva de Sevilla que debe ser repudiada por la Asociación de Fútbol del Guayas y los clubes guayaquileños. La Selección es de todos y no de gente de estrecha mentalidad centralista. (O)