Cierta ocasión, Mauricio Macri, expresidente de Boca Juniors, hizo mención de que el dirigente tiene que convertirse en un hincha solo el domingo: enloquecerse por el triunfo y derrumbarse por la derrota. Porque en el resto de los días, la importancia de su investidura como directivo no le otorgaba licencia alguna para tomar decisiones que pudieran perjudicar a la institución.

En nuestro medio existen ejemplos de directores técnicos y jugadores que han sido excluidos debido a la presión ejercida por los resultados, el peso que tiene hoy más que nunca la respuesta del hincha empoderado de las redes sociales –que se ha convertido en el termómetro de la influencia pasional al que se han sometido muchos dirigentes– y, por supuesto, la gran trascendencia que ha tenido a través de los años la opinión de la prensa especializada. El famoso dicho en el mundanal léxico del fútbol de que “los técnicos son hijos de los resultados” es una frase que, aunque no se conoce su padre ideológico, se sabe que el famoso entrenador astro-húngaro Bela Guttmann la utilizaba frecuentemente en la década de los 50.

Existen en nuestro país ejemplos de dirigentes que no se dejaron llevar por esas influencias externas. Está el caso del afamado Edgardo Bauza, indiscutiblemente el técnico más exitoso que pasó por tierra ecuatoriana, con los grandes triunfos internacionales con Liga de Quito en 2008, al ganar la Copa Libertadores y otros títulos sudamericanos luego. La decisión firme de los dirigentes Paz permitió su continuidad. Todos los éxitos llegaron después de pasar la gran turbulencia inicial por falta de resultados. Emelec también ha sido imperturbable al momento de escuchar esos estentóreos gritos de la hinchada azul, que pedía la cabeza de Gustavo Quinteros, bicampeón de Ecuador (2013 y 2014).

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Carlos Alfaro Moreno, presidente de Barcelona, le ha dado un voto de confianza al director técnico Fabián Bustos. Foto: Twitter @BarcelonaSC

La directiva de Barcelona, presidida por Carlos Alfaro Moreno, ha hecho pública la decisión de continuar en 2022 con el cuerpo técnico liderado por el argentino Fabián Bustos. El entorno, los resultados, exigían al menos un análisis profundo para tomar la resolución que aquí comentamos. La reacción opuesta a Bustos se vuelve lógica, tratándose del Ídolo del Astillero, que en 2021 repitió la desagradable tendencia de que cada ocasión que el club ha avanzado hasta semifinales de Libertadores, bajo el sistema vigente de 1988, significó quedarse sin opciones en el campeonato nacional.

Sobre esta historia repetida de fracasos en el certamen doméstico, en el artículo de prensa del 18 de octubre del 2021 de EL UNIVERSO se realizó esta esotérica pregunta: ¿Barcelona sufre en el campeonato nacional una especie de “maldición” cuando llega a semifinales de Copa? Estas maldiciones en el fútbol abundan y se han vuelto legendarias. Entre las más famosas, las de Garabato y el América de Cali o la de Guttmann y el Benfica de Portugal, cuando el austro-húngaro, después de ser despedido al no ganar la Copa de Clubes de Europa en 1962, sentenció que el “Benfica no volvería a ser campeón de Europa sin mí”. Desde ese día ha llegado a ocho finales europeas y ninguna ganó. Y si hablamos del Barcelona de Guayaquil, existe la leyenda del camerunés Cyril Makanaky, que maldijo al club en 1997. Luego de aquello, los canarios debieron esperar hasta 2012, que pudo recién festejar un nuevo título. En el lapso recorrido con escasez de cetros, existieron esfuerzos para erradicar tal maldición.

Leyendas que viven del misterio. Creo más que son coincidencias de malos resultados producidos por factores futbolísticos, malos manejos deportivos o fracasos dirigenciales que llevaron a momentos adversos y prolongados en la historia, sobre todo de los clubes íntimos de la gloria.

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El Barcelona de 2021 es digno de un serio análisis exclusivamente futbolístico. Por supuesto, en esta evaluación está inmerso el cuerpo técnico, el cual celebró con méritos en 2020 la estrella 16 para el club y que se llenó de elogios con un técnico que viniendo de campeonar con Delfín (2019) llegó a Guayaquil al año siguiente con una plantilla inferior futbolísticamente que lo que hoy tiene y resultó monarca nacional. Con estos antecedentes, es un fracaso para Bustos el 2021. Y las críticas se justificaron al comprobarse con el paupérrimo rendimiento del equipo y las continuas pérdidas (cuatro consecutivas inclusive) en el campeonato y un triunfo poco convincente contra Olmedo, descendido a la Serie B, que lo alejaron de cualquier opción para revalidar el título.

La hinchada amarilla se preguntó: ¿Bustos debe continuar en 2022? La directiva, luego de días en que el rumor de la separación del técnico tomó cuerpo, salió a declarar que le daba el voto de confianza al argentino, según ellos, ajustados a un juicio global.

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Alfaro Moreno: No pensamos cambiar a Fabián Bustos

Para la dirigencia de Barcelona, en el análisis seguramente mucho valor le significó el campeonato de 2020 y la semifinal de la Copa Libertadores 2021, que en resumen representó la conjunción de la gloria por la estrella 16 y muchos dólares por haber estado entre los cuatro mejores de América. Por lo visto, a estas alturas no pesó tanto el desgobierno táctico y la forma futbolística con que el equipo de Bustos está terminando la temporada.

Es posible que en la revisión general y como descargo para el técnico evaluado, estén las continuas lesiones y malestares de jugadores importantes, la acumulación de partidos y el decrecimiento del nivel individual de futbolistas cruciales en el andamiaje de Barcelona. Todos estos descargos para el estratega Bustos han sido factores que justifican la baja performance del equipo. Desde mi punto de vista, no llegan a mitigar ni atenuar el desgobierno existente, dejando claro que no hablo de actitud, si bien existen excepciones que confirman la regla, sino que pienso que el entrenador es responsable de la aptitud, que tiene que ver con la capacidad técnica de sus dirigidos, tan venida a menos en los últimos tiempos. Empero, sobre todo, el entrenador ha sido responsable de presentar planteles timoratos, poco propositivos, que terminaban sorprendentemente dominados por plantillas inferiores, utilizando además planteamientos equivocados e insistiendo en elementos que mostraban bajo nivel.

Con Fabián Bustos (izq.) como director técnico, Barcelona se consagró campeón de Ecuador en 2020.

En fin, la dirigencia de Barcelona ha considerado que lo realizado por Bustos en estos dos últimos años merece un voto de confianza. Y se lo han dado. Sin lugar a dudas, también han pensado que en una época complicada financieramente pensar en remplazarlo podría costar mucho dinero, que al momento no lo tiene ni debe despilfarrarlo.

Bustos deberá ser, de una vez por todas, autocrítico. Si bien ha hecho méritos para su continuidad, ha cometido errores que no reconoce públicamente. Que aproveche la nueva oportunidad que le da Barcelona y haga los correctivos que le permitan entregarle a una multitudinaria afición más alegrías que amarguras. (O)

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