Cuando un brasileño juega a la brasileña, el fútbol adquiere una dimensión superior. Los ingleses lo inventaron, la Argentina es la capital de la pasión y Brasil el lugar donde mejor se jugó siempre. Su sentido artístico del juego tal vez fue superado circunstancialmente por el fabuloso Barcelona de Xavi, Iniesta y Messi, aunque no se extendió por más de una década. Deben contarse a través del tiempo algunas formaciones felices del siempre atildado y comprometido estilo holandés; en los años 40, según crónicas de la época y relatos de nuestros mayores, la década de oro del fútbol argentino asombró al continente; y en los 50, el fulgor de los magiares mágicos de Hungría deslumbraron al mundo. Son seguramente las manifestaciones estéticas más extraordinarias por excelencia y buen gusto futbolístico. Sin embargo, nadie destronó nunca en ese aspecto a los reyes del jogo bonito.