A lo largo de los 100 años de Barcelona SC su característica futbolística, más que de un juego vistoso, ha sido de garra, de temple. De dejarlo todo en la cancha independientemente del resultado.

Esa actitud ha congratulado desde siempre al hincha, especialmente al que acompaña al equipo en el estadio más allá de fechas, horarios, condiciones climáticas o factores como la inseguridad.

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Eso destaca Clímaco Cañarte, expuntero izquierdo del Ídolo del Astillero que debutó en el equipo un 6 de octubre de 1952, con tan solo 16 años.

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Hoy, a sus 89, sentado en la sala de su casa, en el norte de Guayaquil, y observando fotografías de antaño, él recuerda con claridad aquel día.

Su hermano mayor, Simón Cañarte, jugaba en esa posición, pero salió de la cancha por lesión en un partido contra el Panamá y esa fue la oportunidad para Clímaco, quien asumió el reto con valentía y enfocado.

“Jugué bien, hasta un gol metí con 16 años”, cuenta con una sutil sonrisa en entrevista para EL UNIVERSO y añade que nunca tuvo una mentalidad temerosa, por el contrario, le gustaba enfrentar a los rivales duros de esa época.

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Antonio Alvarez (izquierda), presidente de Barcelona SC, junto con Clímaco Cañarte y Jorge Delgado en el estadio Monumental, días antes del centenario del conjunto guayaquileño.

Era habilidoso, veloz y manejaba ambas piernas, por eso aunque no era zurdo se quedó con el puesto en adelante.

“Era la oportunidad que a mí me daban con estadio lleno, como siempre ha sido con Barcelona, entonces me sentí contentísimo”, agrega el exfutbolista, quien es ingeniero civil de profesión.

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Clímaco Cañarte señala que en sus planes no estaba llegar a nivel profesional en el fútbol, pues solo jugaba porque le gustaba. El deporte era algo que le daba alegría, paz, pero siempre en su mente tuvo el objetivo de estudiar una carrera universitaria.

El deseo de graduarse como profesional estaba motivado, entre otras cosas, por el hecho de pensar que “del fútbol no iba a vivir” y por eso, a la par de jugar, seguía la universidad. En esa época el fútbol, al menos en el país, no generaba los recursos que ahora.

“Me acuerdo que fuimos a Bogotá a una gira y ese invierno me llevé los libros de álgebra, de física, de trigonometría para estudiar. En la mañana estudiaba, por la tarde entrenaba y por la noche farreaba”, expresa con una carcajada.

Jugó en el equipo porteño entre 1952 y 1966, y un breve periodo también lo hizo en LDU de Guayaquil por su condición de estudiante.

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“Mi cabeza siempre era arriba, a mirar a mis compañeros para ver al que estaba mejor ubicado. Yo la dominaba bien (pelota), andaba a velocidad con la pelota, esa era una cualidad que pocos la tenían”, describe de sus dotes.

Él recuerda que jugó junto con su hermano durante unos cuatro o cinco años. Simón pasó a ser delantero derecho y Clímaco se mantenía como puntero zurdo.

En el equipo había unidad, se metía “ñeque”, destaca el octogenario que fue seis veces campeón con Barcelona; cuatro en Asoguayas y dos títulos nacionales.

Por eso durante la conmemoración del centenario del club, el 30 de abril, en el estadio Monumental Banco Pichincha y, el 1 de mayo, en la plaza Centenario recibió reconocimientos como una de las glorias del equipo más popular del país.

Durante el tiempo que jugó, Cañarte formó una de las mejores delanteras con Helio Cruz, Reyes Cassis, Alejo Calderón y el Diablo Tiriza. En 1965 fue seleccionado y compartió cancha con Jorge Bolaños y Cucho Gómez.

“Todos los equipos nos querían ganar, así como ahora, pero nosotros poníamos ñeque, sabíamos que teníamos que ganar. Al pueblo le gusta ver a un jugador que no se rinde en la competencia (...), cuando perdíamos salíamos con coraje y el público no anda con delicadezas, lo va insultando a uno”, comenta el expuntero izquierdo.

Y sostiene que afrontar este tipo de situaciones adversas es parte de la formación del futbolista. “Digamos que uno tiene que aceptar eso como un consejo, no nos podemos deprimir”, manifiesta y en esa línea viene a su memoria una ocasión en la que le tocó jugar con el tobillo hinchado.

“Jugué así y no pude hacerlo bien. Y el público gritaba: ‘Saquen a Cañarte, saquen a Cañarte’. Yo estaba tiernito (joven) y quería que me saquen porque no podía, tenía hinchado el tobillo, pero como me preseleccionaron para Guayas, dije: ‘Vamos para allá’. Nosotros queríamos siempre ser seleccionados, porque había los campeonatos sudamericanos”, menciona el exfutbolista.

Uno de los partidos que más recuerda es el que jugó el cuadro canario contra Peñarol en 1961, un amistoso internacional disputado en el estadio Modelo, hoy Alberto Spencer, que los toreros ganaron por 1-0 con gol de Cañarte.

“Como de 40 metros hice el gol, pegué un puntazo a la bola y salió como un disparo encima de la cabeza del arquero”, relata y agrega que de los partidos locales los de más rivalidad eran con Emelec en los Clásicos del Astillero.

Él espera que en este año del centenario barcelonista el equipo consiga un título para la alegría de la hinchada de la que él ahora es parte, pues asegura que por su venas “corre sangre amarilla”.

“Que pongan (jugadores) lo que uno tiene y ahí les va a ir mejor”, finaliza el exfutbolista torero. (D)