Una careta de látex del jugador argentino Lionel Messi llegará a Estados Unidos. Es la copia exacta de cuando esa superestrella del deporte usaba barba. Se exhibe entre unas 300 variedades en el Palacio de la Careta, un emprendimiento que lleva más de cinco décadas.
Cantantes de grupos musicales famosos, científicos, payasos, monstruos de películas y personajes de series de televisión y anime, extraterrestres, duendes, robots forman parte de las creaciones de Vicente Paredes, quien pasó de ser peluquero a artesano, pues aprendió el oficio por una apuesta.
El Palacio de la Careta y su arte en látex
Sentado en un banco de plástico, en su local, en el norte de Quito, contó que era tradicional que solo en las peluquerías se vendan caretas de cartón al finalizar cada año, las que eran entregadas por fabricantes. Él decidió empezar a elaborar las suyas tras una apuesta con un amigo, aunque con dificultades.
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Un primer local abrió en el centro de Quito, pero actualmente está ubicado en el sector de la avenida América.
Los precios de las máscaras oscilan entre $ 30 y más de $ 100. También hay manos con garras, así como las máscaras de la Diablada de Píllaro, antifaces, pelucas, disfraces, caretas de cartón y de fibra de vidrio.
Andrés Carvajal se quedó fascinado con el detalle con el que han sido elaboradas las máscaras. Era la primera vez que iba al lugar y aunque no se decidió por ninguna, le llamó la atención la de un payaso de una película de terror.
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Ya en el negocio de las máscaras y caretas, Paredes dio un giro al empezar a elaborar máscaras de caucho en lugar de las de cartón. Se inspiró en una que llevó uno de sus trabajadores.
Su inicio fue empírico hasta que un experto en látex lo asesoró para que la técnica fuera mejorada. Es así que cada año renueva modelos, entre 10 y 20. Cada máscara tarda alrededor de tres horas, pero se las hace en serie (unas 60), después se pintan y el trabajo termina con el acabado de los detalles.
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La tradición de los monigotes en la avenida América
En la avenida América, a pocos metros del local de Paredes, la tradición de despedir el año se extiende en decenas de carpas que se instalan después de Navidad, desde hace más de tres décadas.
Se ubican a lo largo de la avenida, entre la Colón y Mariana de Jesús, desde el 26 de diciembre hasta el 31.
En varias carpas colocadas sobre la avenida América y calles aledañas se encuentran capibaras, payasos, personajes de televisión, superhéroes, pero también pequeños muñecos rellenos de papel y caretas del presidente Daniel Noboa con gafas.
Rosa, madre de Martha Sango, es una de las personas que han permanecido en ese negocio por más de 30 años. Su hija cuenta que para este año comercializan muñecos de papel reciclado a $ 7, que antes rellenaban con viruta o aserrín. También hay hechos de molde con pinturas, pelucas y pocas caretas.
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Un muñeco mediano -en forma de perro- que adquirieron a $ 12, en la calle 6 de Marzo de Guayaquil, lo venden sobre los $ 20. En su caso hay más demanda por los capibara y casi nada por los políticos.
Cuatro meses antes de la finalización del año empiezan a buscar la ropa de segunda mano, así como el papel reciclado que después rellenan y cosen.
En el local de Gloria Bazán había pedidos de dirigentes indígenas como Leonidas Iza, Jaime Vargas, asambleístas y del expresidente Rafael Correa. Se exhibían muñecos de tela y de papel, algunos con caretas y otros con el rostro impreso, como la del mandatario Daniel Noboa. Sus precios iban entre $ 5 y $ 10. Confeccionarlos lleva algunos meses y en diciembre se rellenan. Para este año elaboraron 100 muñecos.
Pero no solo hay monigotes para despedir el año, sino también ropa interior de colores rojo y amarillo. José Yachatipán, mientras acomodaba esa vestimenta, contó que hay cábalas de la gente que piensa que es de buena suerte usar ese tipo de prendas para recibir un nuevo año.
Los precios oscilan entre $ 1 y $ 3. Ese producto lo adquieren de fabricantes en el centro de la ciudad.
Si bien el negocio recién empezaba, tenía la esperanza de que todo lo comprado se vendiera. (I)
