Con sus dos goles del domingo ante el Udinese, Cristiano Ronaldo llegó a 758 tantos oficiales en Primera División. Según todas las fuentes confiables, superó los 757 impactos de Pelé. Existen, entre los distintos organismos privados (la FIFA no lleva estadísticas propias, compra servicios de este tipo a entidades o particulares), ciertas diferencias en el número de goles de varios futbolistas, sobre todo los de antaño. Pero en este caso está claro: los 758 del portugués son indiscutibles y están todos filmados. Como tampoco hay dudas de que los de Pelé, por torneos reconocidos oficialmente, son 757. De modo que, en ese rubro, Cristiano superó a Pelé.

Este escrito no intenta ensalzar ni demeritar a ninguno de los dos, sino establecer un análisis de lo que esta marca significa. Debido a que decenas de millones de personas han jugado fútbol, estar entre los dos, tres o cinco primeros del escalafón mundial en un aspecto tan relevante como el gol es un mérito excepcional. Y superar a Pelé en ese ítem –o en cualquiera– es absolutamente notable. O Rei fue el fútbol mismo, el jugador perfecto, el único del que no puede decirse “no tenía pierna izquierda” o “le faltaba cabezazo” o “carecía de gambeta”. Nada. Tenía todo. Fue un prodigio técnico, era fantasía y objetividad, lo útil y lo bello. Y si los rivales salían con el hacha, sacaba también él la suya. De malo no le ganaban. Completísimo. Y como evocaba su compañero Pepe: “Nunca jugaba mal, el día que no brillaba, igual era el mejor de nosotros”. En los tiempos del 4-4-2 actuaba como segundo centrodelantero, no de 10 como su camiseta parecía sugerirlo. Un día le dieron la 10 por casualidad, en Suecia 58, y, como deslumbró, pasó a ser su número inamovible. Pero era delantero neto, no un nueve de estar en el área sino de entrar al área tocando.

Cristiano, ambicioso

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Ronaldo es delantero puro, primero jugando por afuera, casi como extremo; desde el Real Madrid en adelante un atacante de diagonal hacia adentro. Y en los últimos tiempos un pescador arriba, casi desenganchado del resto del equipo, esperando cada bola que le tiren para disparar al arco, exclusivamente finalizador. Extraordinario cabeceador y rematador con derecha e izquierda, vivísimo para el desmarque, ambicioso para el gol como no hemos visto nunca a otro, hiperconcentrado en el juego, superatleta, ultraprofesional, de cuidado científico de su cuerpo y su carrera. No es habilidoso ni tiene magia, hace extraordinariamente bien lo mínimo desde el prisma técnico. Todo jugador necesita estar rodeado de un buen equipo, Cristiano Ronaldo mucho más porque no participa del armado del juego. En carácter de goleador puede superar a Pelé en cifras, como jugador está muchos kilómetros detrás.

Incluso en promedio CR7 no lo igualará nunca: el brasileño necesitó 223 partidos menos para marcar sus 757: 0,93 de media sobre 0,73 de Cristiano. Aclaremos: los famosos 1.300 goles de Pelé no existen. Son 1.283, pero sumando amistosos, giras, partidos homenaje, goles en el ejército, etcétera.

Matizando números

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Pero, desbrocemos números y escenarios. Cristiano ha marcado sus 758 en el máximo nivel posible, en las ligas de Inglaterra, España e Italia (los cinco primeros fueron en el torneo de Portugal). No hay un escalón más alto. Y en cuanto a selecciones, sus goles son en el ámbito europeo en momentos en que Europa ha aventajado claramente a Sudamérica.

Es importante subrayar que todas las carreras son diferentes. Di Stéfano llegó a 512 y, aunque era centrodelantero, debe convenirse que se movía por toda la cancha, no estaba esperando que se la alcanzaran arriba: bajaba, marcaba, armaba juego y definía. Romario llegó a 748 (19 en Segunda); no obstante, vale aclarar que 272 de ellos los consiguió a nivel estadual, en el Campeonato Carioca, que no es la máxima expresión del fútbol de su país; este es el Brasileirão. Algo similar acontece con Pelé: 467 de sus conversiones fueron en el Campeonato Paulista, que evidentemente no tenía la excelencia de otros torneos. No había en Brasil un campeonato nacional que aglutinara a todos los grandes de Río, San Pablo, Belo Horizonte, Porto Alegre, Recife o Bahía, como ahora. Jugaban clubes muy pequeños, algunos rozando lo amateur; eran tiempos en que se atacaba con cinco y se defendía con tres. Santos era una máquina con Dorval, Mengalvio, Coutinho, Pelé y Pepe; los demás equipos, salvo Palmeiras, y en menor medida Corinthians y São Paulo FC, eran muy inferiores. Como si pusiéramos hoy al Liverpool en la liga de Gales. Tomamos uno de sus mejores años como ejemplo: 1959, en que Pelé fue artillero del Paulistão con 45 anotaciones. Santos venció 12 a 1 al Ponte Preta, 8-0 al América paulista, 8-2 al XV de Jaú, 7-0 al Jabaquara, 6-1 al Noroeste, 6-1 a la Portuguesa Santista, 6-2 al Comercial, 5-0 y 5-1 a la Portuguesa de Desportos… Señaló 155 goles el Santos en ese torneo, una animalada. También le convirtió mucho a equipos como Ypiranga, Taubaté, XV de Piracicaba, São Bento, Linense, Ferroviaria… Hoy, muchos se burlan cuando alguien le marca goles al Granada, al Eibar, al Sassuolo o al Brighton.

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O Rei también marcó 37 veces en el Cosmos en una liga norteamericana inferior a la de hoy. Igual, esto no lo minimiza en absoluto porque en los torneos internacionales goleaba a Boca, Peñarol, el Milan, Benfica o el que fuera. Pero describe a quiénes les hizo cientos de goles oficiales. Sin contar con que el fútbol era mucho más lento y se marcaba menos.

Vale puntualizar que Cristiano ha ejecutado en su carrera la astronómica cifra de 170 penales, Pelé apenas un puñadito, y no porque no supiera rematar. Pasa que Cris lleva doce años entre Real Madrid y Juventus, clubes a los que les conceden toneladas de penales.

En número de goles, en millones de dólares y en seguidores en Instagram, Ronaldo supera a Pelé, como futbolista, imposible. Ni en un siglo. (O)