El de Barcelona es, en el fútbol mundial, un caso muy singular. Se instaló en la idolatría popular sin haber ganado ningún título. Su ascenso empezó en 1947 cuando aparecieron las jóvenes figuras llegadas del Panamá Sporting Club después de conquistar siete títulos juveniles. En aquella época no había la política de cobro de pases. Los jugadores comunicaban a sus clubes que querían desligarse y fichar por otra entidad; llenaban un formulario y pagaban los ‘derechos’, que por aquellos años eran de 30 sucres. Un conflicto con el mandamás panamito Dantón Marriott y la influencia de su compañero y capitán Fausto Montalván hicieron que pronto vistieran la divisa oro y grana Enrique Romo, Galo Solís, Jorge Cantos, Enrique Cantos, José Pelusa Vargas, Nelson Lara, Luis Ordóñez, Manuel Valle, Héctor Ricaurte, Manuel Nivela y otras estrellitas.

Ese mismo año se unió Guido Andrade y todos ellos se juntaron con los que ya estaban en 1946: Sigifredo Chuchuca, José Jiménez y Juan Benítez. Hubo causas de orden sociológico, político y económico que llevaron a Barcelona a la cima del fervor popular. Las hemos explicado, con la ayuda del sociólogo e historiador Willington Paredes, en el libro Los forjadores de la idolatría. Esas razones generaron el nacimiento del Clásico del Astillero y a las implicaciones de la victoria ante el famoso Millonarios de Bogotá, en 1949. Dos hechos que galvanizaron la idolatría. Ya nadie discutía que Barcelona era el ídolo de la ciudad (luego del país entero) y que Emelec es su némesis.

Hasta la explosión popular del triunfo ante Millonarios Barcelona no había tenido ningún éxito significativo en los torneos locales. En 1950 apareció con su plantel habitual al que se habían unido Carlos Pibe Sánchez en 1948 y un año después Heráclides Marín y Jorge Mocho Rodríguez. El juvenil Jorge Delgado llegó de la selección del Vicente Rocafuerte. El plantel era dirigido desde 1945 por Jorge Muñoz Medina, quien tuvo el mérito de armar y conducir el proceso idolátrico hasta 1950.

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En ese certamen, último del amateurismo, Barcelona era una máquina. Romo o Jorge Delgado daban garantía al papel de la defensa que formaban Benítez, Sánchez y Solís. La prodigación de Montalván permitía la inspiración del eximio Jorge Cantos y adelante se producía la obra magna del Quinteto de Oro: aquella artillería de Jiménez, Enrique Cantos, Chuchuca, Pelusa Vargas y Andrade. El ídolo no solo era técnica; era también fervor, fogosidad, garra y amor a la camiseta, virtudes desaparecidas en el Barcelona de estos tiempos. Emelec, Panamá, Huancavilca, 9 de Octubre y Norte cayeron en dos ruedas. 35 goles hizo la delantera en 10 partidos y recibió 18. 17 puntos sobre 20 posibles labraron este primer título conseguido 25 años después de la fundación del club y el primero de su historia.

En 1955 Barcelona logró el primer campeonato en la era profesional en Asoguayas, pero cinco años más tarde iba a lograr la primera corona de un torneo nacional. Fue el segundo certamen de la historia. En el primero, en 1957, el título fue para Emelec que tenía un gran plantel. Barcelona había pasado duros momentos cuando varios de sus jugadores terminaron sus brillantes carreras en 1958. Carlos Sánchez, Rodríguez, Chuchuca y otros dejaron el fútbol o se fueron a otros clubes. Había sangre nueva y de mucha clase en defensa con Pablo Ansaldo, Luciano Macías, Vicente Lecaro o Miguel Esteves; calidad y empuje en sus volantes Mario Zambrano, Carlos Alume y César Solórzano, pero la ofensiva perdió poderío. Ya no estaba Simón Cañarte, retirado muy joven por motivos de trabajo; su hermano Clímaco, estudiante de ingeniería, fue obligado a jugar por Liga Deportiva Universitaria de Guayaquil so pena de cancelarle la matrícula; Enrique Cantos marchó a dirigir y jugar esporádicamente en Favorita, equipo del ascenso. Fue la peor temporada de la historia. El ídolo quedó último y debió bajar de categoría. Se salvó por el retiro de UD Valdez.

En 1959 las cosas parecían mejorar, pero vino el cuadrangular internacional de inauguración del estadio Modelo y la recordada huelga de la Agremiación de Futbolistas. Estos fueron suspendidos y el más perjudicado fue Barcelona, que tuvo que acudir a jovencitos, la mayoría muy verdes para reflotar al ídolo. Pugnas entre los equipos de Guayaquil hicieron que en 1958 y 1959 no se jugara el campeonato nacional, que se reinició recién en 1960 ante la perspectiva de jugar la Copa Libertadores de América. Por una curiosa regla los equipos de las asociaciones no se enfrentaban entre sí. Barcelona y Patria jugaban con nacionales. Sus rivales Emelec, Liga de Quito, Everest, España, Deportivo Quito y Macará contaban con extranjeros. El plantel de Barcelona estaba integrado por Pablo Ansaldo, Eduardo Moncayo, Esteves, Macías, Alume, Alejo Calderón, Mario Zambrano, Rigoberto Aguirre, Ángel Cabezas, Mario Cordero, Pedro Leyton, César Jiménez, Jaime Servigón y Roberto Navas. Dirigía al plantel el uruguayo Julio Kellman.

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La gran novedad fue el retorno de Enrique Cantos, Pajarito, quien estaba retirado, tenía casi 36 años y fue convencido por Rigoberto Aguirre, Wilfrido Rumbea y Luis Rulimán Guerrero, expresidentes y próceres de Barcelona. Con Rigoberto Corbatta Aguirre, Cantos, Cordero, Calderón y Navas el ídolo formó una gran delantera que hizo 16 goles en 8 juegos y recibió 4 en su retaguardia que formaban Esteves, Lecaro y Macías. Alume y Zambrano fueron firmes baluartes en el medio campo. El club porteño ganó 6 partidos, empató uno y perdió otro.

La última fecha se jugó el 27 de noviembre en el estadio de El Ejido, en Quito. Barcelona debía vencer al España, que contaba con los argentinos Alberto Rizzone, Carlos Gambina y Rodolfo Bediales, más uno de los mejores jugadores nacionales de todos los tiempos: Leonardo Palacios. Los porteños no pudieron alinear a Lecaro y Macías, concentrados para los partidos de la eliminatoria al Mundial 1962 que se jugarían en diciembre. Lecaro fue sustituido por Pedro Leyton, de actuación brillante, y Macías por Zambrano.

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A los 30 minutos Barcelona ganaba 4-0. Cantos y Cordero marcaron dos goles cada uno. A mediados del segundo tiempo, con el marcador 4-1 Kellman sacó a los dos goleadores y mandó en su remplazo a Jiménez y Servigón. El cotejo terminó 4-2 y Barcelona dio la vuelta olímpica en El Ejido. Enrique Cantos Guerrero, con 8 goles, fue el máximo artillero del torneo. Eran tiempos en que no había concentraciones en hoteles cinco estrellas, comidas gourmet para los futbolistas ni vuelos privados. Los jugadores del campeón viajaban a la Sierra la noche anterior al partido en un bus. Llegaban a las 06:00, se aseaban, desayunaban y cambiaban de ropa en el hotel Europa, de la calle Guayaquil, y luego de un breve descanso iban al estadio.

El retorno era igual. El día del campeonato salieron en bus hacia Guayaquil a las 13:00 y llegaron a las 22:23. Una multitud los esperaba en el puente Cinco de Junio y obligó a los jugadores a bajar para cargarlos en hombros y llevarlos por 9 de Octubre hasta el Malecón y de allí hasta el viejo local de la calle Maldonado que un día un expresidente regaló a un paquete argentino a cambio de una minúscula deuda. (O)