En 1965 iniciamos la clasificación para el Mundial de Inglaterra 1966, como las segundas eliminatorias en que participaríamos. El primer partido fue contra la selección de Colombia y se jugó en Barranquilla el 20 de julio de 1965, en el viejo estadio Romelio Martínez, con una temperatura de 40°C. Se lo ganó con un golazo de Washington Muñoz, con su característico disparo megatónico, chanfle incluido.

Ese triunfo en Barranquilla fue ampliamente celebrado en Ecuador. No solo se constituyó en un hecho histórico por haberse convertido en el primer partido que se ganaba en una eliminatoria, sino que la afición se llenó de fe con nuestro fútbol por asistir al primer Mundial. La historia nos cuenta que no pudo ser así, por la mano sucia del arbitraje y la influencia que tenía la dirigencia chilena en la FIFA, por haber organizado ellos el Mundial 1962. La indignación por el desenlace no pudo borrar esos momentos de felicidad de una afición que celebró el triunfo contra Colombia como un acontecimiento inolvidable.

Aunque han pasado 55 años de ese partido histórico, he querido recordarlo por la alegría con que el pueblo ecuatoriano recibió también el épico triunfo del pasado martes 17 de noviembre, cuando Ecuador goleó a la poderosa Colombia por el marcador de 6-1: un triunfo que nunca podremos olvidar, porque sirvió para evocar nuevamente nuestra fe, que la habíamos perdido por nuestra Selección.
Al margen de todo el grado de inspiración, voluntad y capacidad técnica de nuestros futbolistas, la Tricolor se mostró durante grandes pasajes del partido como un equipo que ofrece un importante fútbol colectivo, tanto en la construcción como en la destrucción. Nuestros futbolistas se esforzaron para cumplir a rajatabla las disposiciones tácticas.

Publicidad

Otro factor que llamó la atención fue el alto grado de conocimiento que tenía Ecuador sobre las fortalezas y debilidades del rival. Sin temor a equivocarme, aquello coincide con las experiencias que ha tenido Gustavo Alfaro al haber ejercido como comentarista en una importante cadena de radio y TV colombiana, lo que le permitió conocer detalles fundamentales del funcionamiento del contrincante.
También hay que recordar que Colombia llegó herida a Quito tras su criticada derrota en Barranquilla (0-3) ante Uruguay. La presión la consumía silenciosamente y Ecuador la aumentó cuando en menos de quince minutos de juego, con los dos primeros goles, la aturdió tanto que el DT Carlos Queiroz reconoció su error al tratar de modificar su funcionamiento. Ese mea culpa del entrenador portugués resquebrajó más la poca fe que en ese momento tenía el combinado cafetero. Fue así que Ecuador se llenó de fútbol e hizo ver muy mal al tan promocionado adversario. Llegaron los goles de todas las formas y gustos, también el abrazo interminable de jugadores y cuerpo técnico, y las celebraciones de júbilo en el país fueron el corolario que necesita tan colosal jornada.

Más que fútbol

Del partido del martes debemos rescatar asimismo que en el fútbol, aunque el objetivo siempre sea ganar, hay valores a los que debemos prestar atención, como la disposición, el deseo y el esfuerzo. Si existen estos tres pilares, entonces podemos interiorizarnos en otros temas: ¿cómo jugó la Selección? ¿Fue acaso un equipo de toque que buscó la posesión? ¿Se aplicaron en el principio a mantener el juego colectivo?... O poner sobre la mesa la discusión de si Alfaro es tan defensivista como lo pintaron en su país natal: ¿por qué el equipo ecuatoriano se muestra tan ofensivo?

Luego de haber analizado los tres últimos partidos, desde mi punto de vista, Alfaro sobresale, pues en poco tiempo se adaptó a la idiosincrasia complicada del fútbol ecuatoriano y tuvo la virtud de escudriñar lo que el periodista Marco Carrasco, de EL UNIVERSO, denomina el “círculo de jugadores convocables”. El DT no se dejó influenciar por aquellos intereses creados de jugadores que, estando más para el retiro, no lo llegan a entender. Esperamos que Alfaro permanezca liberado de esos procedimientos que tanto daño produjeron a la Tri.

Publicidad

Por ahora, con nuestros futbolistas Alfaro ha podido conciliar los tres pilares o principios irrenunciables y la disposición táctica adecuada. Ojalá el técnico pueda mantener esa importante conjunción. Dante Panzeri, considerado el mejor periodista deportivo de la historia, insistía en que los técnicos con alto sentido común sobre el fútbol tienen mucha facilidad para aplicar la táctica adecuada, porque al fin y al cabo la definía: “La táctica es el arte que enseña a poner en orden las cosas, sistema que se utiliza disimulada y hábilmente para conseguir un fin”: vencer al adversario. Parece que Alfaro lo aplica y le ha dado resultado hasta el momento.

Tras el apabullante triunfo ecuatoriano nos embebimos de comentarios y declaraciones. Como era de esperarse, el inefable Hernán Darío Gómez salió con las suyas, criticó al estratega de la selección cafetera por no radicarse en Colombia para ejercer su trabajo, y que él tiene el acta de bautismo de muchos de los jóvenes que brillan hoy con Ecuador. Sobre la crítica en contra de su colega, el luso Queiroz, comete un descarado fraude a la analogía que él profesaba; sobre lo segundo, el Bolillo se gradúa de embustero de la verdad de nuestro actual combinado.

Publicidad

Si a menosprecio nos referimos, también recordamos los dichos sobre nuestro fútbol que tuvo el propio Queiroz hace menos de un año y que pocos días atrás un desfasado periodista argentino vilipendió el nivel de nuestro balompié. Sobre esos comportamientos, me imagino que tales desplantes provienen de personajes ebrios de la sobredimensión de sus egos; por eso son capaces de expresar tantas estupideces con jerarquía.

Me quedo con las declaraciones de Alfaro, cuando expresó que la Selección ganó con autoridad y prestancia, que enfrentaron la dificultad del COVID-19 de pie y que al equipo le falta a veces madurez y serenidad. También encontré en el diario El Tiempo de Colombia, refiriéndose al fútbol que aplicó Ecuador: “Sumió al equipo colombiano bajo un insoportable letargo, sufriendo contra sus propios miedos y luchando contra sus propias fantasías, sin ningún latido, con las piernas amarradas, con la mente atrofiada, sin poder pedir ayuda para liberarse de ese infierno”.

Vista al futuro

Cuentan que en la mitología grecorromana un río llamado Leteo, que procedía del infierno, contenía aguas que, si eran bebidas, producían el olvido absoluto y eterno del pasado. Muchos la tomaban para olvidarse de los sucesos tormentosos. Esas aguas hoy no existen y ni siquiera este arranque eliminatorio exitoso nos hará olvidar fracasos consecutivos como los de Gustavo Quinteros o los del Bolillo, o el tiempo perdido con el exquisito Jürgen Klinsmann, y peor la fallida época de los aventureros Antonio Cordón y Jordi Cruyff.

Hay que reconocer que la Federación Ecuatoriana de Fútbol, desde el escarmiento, ha rectificado al menos en contratar un técnico que, en el juicio parcial, al momento actúa con más lógica, respeto y responsabilidad. Que este preludio sirva para seguir poniendo los pies sobre la tierra y no repetir errores del pasado. Que recuerden los dirigentes, jugadores y cuerpo técnico que el éxito está justo después del fracaso, pero que también el éxito está a un paso del error. Que siempre tengan presente que quienes no reconocen los errores del pasado están condenados a repetirlos. (O)

Publicidad