Veinte goles en cinco partidos, a cuatro por juego, hablan de una atractiva segunda jornada de Eliminatoria. Y lo fue. Excelente el Ecuador 4 - Uruguay 2, volcánico el Perú 2 - Brasil 4, intensísimo y ardoroso el Chile 2 - Colombia 2, entretenido el segundo tiempo de Bolivia 1 - Argentina 2.

Buena decisión. La de haber jugado. Quedó demostrado que, pese a la pandemia, se podía. Sin público, claro, y respetando los protocolos. Seguir atrasando las fechas podía generar una congestión monumental para clubes y asociaciones en 2021.

Bienvenido gol. Estamos atravesando una época de muchos goles en todo el mundo. Sin ir muy atrás, en la última fecha de la Premier League se marcaron 41 goles en 10 partidos (a 4,1 de media), con partidos como Aston Villa 7 - Liverpool 2, Manchester United 1 - Tottenham 6, etc. En la Serie A, Atalanta viene de ser tercero con 98 goles en 38 partidos (2,58); Fiorentina fue campeón en 1969 marcando 38 veces en 30 partidos (1,27). Y conste que antes se marcaba menos. Por suerte, la Eliminatoria ha tenido un inicio en consonancia. El gol es espectáculo, emoción. Y ahora todos salen a ganar.

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VAR cuestionado, pero indiscutible. Hubo mucho VAR en estas dos jornadas inaugurales, sobre todo en la del martes. Y generó polémicas. “El fútbol está siendo dirigido desde un escritorio”, se escucha. Pero la realidad es que, viendo la repetición de las jugadas, con el VAR se acertó en casi todo. Ayudó a corregir lo que hubiesen sido muchos errores. En Ecuador-Uruguay hubo tres goles anulados y dos penales sancionados mediante la consulta tecnológica. Sin embargo, no dio margen a discusión: estuvo bien. Lo mismo la expulsión de Zambrano en Perú-Brasil y el penal a Vidal en Chile-Colombia o en el segundo gol argentino en La Paz. Antiguamente, los defensores cometían cantidades de faltas en el área que no se sancionaban. Ahora se ve todo y es penal. Agarrones, golpes de puño, patadas, manos… eso no va más. Los pesca el VAR y al calabozo de los 11 metros. Para el que destruye y pega, el VAR no es una buena noticia. Y ya no se va más.

En solo dos partidos a la gente le quedó una certeza: hay técnico, hay jugadores y hay equipo. Lo que no cabe es que la dirigencia de la Federación se golpee ahora el pecho gritando “¡Acertamos…!”

El milagro ecuatoriano. Todos los técnicos del mundo piden tiempo para trabajar. Quien no lo tuvo es Gustavo Alfaro. Contra toda lógica, en exactamente una semana y desde la nada armó un equipo y construyó una ilusión. El 4-2 de Ecuador sobre Uruguay no sólo significa tres preciosos puntos, es un golpe de autoridad, un mensaje de autoconfianza, encender la mecha de la fe, de la alegría. En solo dos partidos a la gente le quedó una certeza: hay técnico, hay jugadores y hay equipo. Lo que no cabe es que la dirigencia de la Federación se golpee ahora el pecho gritando “¡Acertamos…!”. Alfaro fue la última ficha (y tardía) que cayó entre los muchos nombres barajados. Funcionó por su propia e indiscutible capacidad, no por un plan sesudamente concebido y ejecutado. Se improvisó al máximo, simplemente se ganaron la lotería.

Muchos puntos altos. Ecuador tiene, de lejos, el mejor biotipo físico de Sudamérica. Si a eso se le suma buena técnica y mentalidad, unida a un entrenador inteligente, puede pasar esto: que a dieciséis meses de una debacle como la de la Copa América, se ponga de pie y ande. El debut ante Argentina tuvo un aprobado en materia defensiva y un reprobado en ofensiva, pero Ecuador se plantó firme, no fue avasallado. Y eso elevó la autoestima grupal, que permitió componer un partido impecable como el del 4-2 a Uruguay. Victoria amplia, convincente, con superioridad física y futbolística, que tiene doble significado: subirse al carro de los aspirantes a un cupo y dejar en sombras al que era uno de los favoritos a viajar a Catar.

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Juventud y clase. Si la Tricolor ratifica su potencial en las fechas venideras se podría estar ante el nacimiento de algo importante: una selección para varios años, dada la combinación de calidad y juventud de sus miembros (24 años y fracción de promedio). Que además puede sumar más calidad pues ahora Alfaro tendrá más tiempo para observar mejor el panorama y tal vez encuentre alguna pieza para enriquecer el once. Ha tenido valor el DT para darle la titularidad de entrada a Moisés Caicedo, aún con 18 años; para darle minutos a Gonzalo Plata (en su gol, de alta categoría, nos pareció ver en acción a Juan Ramón Verón, la Bruja genial de Estudiantes de La Plata). La zaga central Arreaga-Arboleda es otra pegada, igual que los dos laterales, Preciado-Estupiñán. Los dos goles le caen de perlas a Michael Estrada para afirmarse como el acompañante fijo de Enner Valencia, una dupla con tremenda fuerza y gol. El futuro es todo optimismo.

Declinación celeste. Todo lo inverso es Uruguay. "Es un golpe grande al orgullo que a uno le hagan muchos goles", dijo el Maestro Tabárez. El ámbito futbolístico uruguayo, unánimemente, quedó flotando en un mar de dudas y empezaron los cuestionamientos. Los patriarcas de esta selección -Suárez, Cavani, Godín- están veteranos, no desnivelan como antes, o fallan, y el recambio, como era previsible, no está a esa altura. Que se haya dado un tridente como el de Suárez, Forlán y Cavani en un país tan pequeño es casi increíble. Pero tal vez pase medio siglo para que se repita algo así. Y sin delanteros con poder de fuego se complica. Por primera vez arrecian las críticas a Tabárez.

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Brasil y Argentina firmes. Otra vez con un Neymar imparable, y con un arbitraje que causó indignación nacional en Perú, Brasil sumó de a tres y es líder. Tendría que suceder una catástrofe para que no clasificara al Mundial. Argentina venció a su trauma, la altura, con un Messi inspirado, y se fue triunfador de Bolivia. A Ecuador le conviene que ambos ganen la mayor cantidad de partidos posible y que los rivales más directos (Colombia, Chile, Uruguay, Paraguay, Perú) empaten seguido. Eso lo acerca al sueño que, ahora se ve, no tiene nada de utópico. (O)