Luego de una inusual y larga espera de cerca de nueve meses, este jueves a las 18:00 (hora de Ecuador) al fin se escuchará el tradicional grito de ‘play ball’ en las Grandes Ligas de Béisbol, cuando los Nacionales de Washington reciban a los Yankees de Nueva York, en lo que podría ser un gran duelo entre los lanzadores Max Scherzer y, de manera especial, Gerrit Cole, contratado por los Bombarderos por $324 millones. Más tarde, desde las 20:00, los Gigantes de San Francisco visitarán a los Dodgers de Los Ángeles, que harán debutar al extraordinario pelotero Mookie Betts.

Fue una preocupante y pesada espera. El último juego de las mayores fue en la Serie Mundial, el 30 de octubre de 2019, en el que los Nacionales ganaron 6x2 sobre los Astros de Houston. Necesitaron siete cotejos, con la particularidad de que todos los triunfos fueron en condición de visitantes.

La temporada este año estuvo a punto de cancelarse por la falta de acuerdo entre la MLB y el sindicato de jugadores en el tema de la cantidad de encuentros –lo que determina el sueldo a pagarles– causado por la emergencia médica y porque quedaba poco tiempo para jugar un torneo completo de 162 choques para cada equipo.

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Superado el primer conflicto, la tarea siguiente fue desarrollar y aplicar los protocolos sanitarios a todos los involucrados. Luego, los juegos internos, llamados interescuadras; posteriormente los amistosos y ahora los cotejos oficiales sin públicos. Se han aplicado, hasta el momento, 17 949 pruebas ‘iniciales’ y las denominadas de ‘monitoreo’.

Unos diez peloteros, algunos de ellos estelares, de distintos clubes optaron por no participar este año para no poner en riego a sus familiares vulnerables y una decena de árbitros, de un total de 76, también prefiere quedarse en casa. Recordemos que el gremio cuenta con muchos de ellos con más de 55 años y dos con al menos 67, y están muy expuestos. El Gobierno de Canadá negó la autorización a los Azulejos para jugar en su estadio y deberá escoger entre Dunedin (Florida) o Buffalo (Nueva York).

La misión es poner la pelota en movimiento en una temporada muy recortada de ‘solo’ 60 encuentros geográficos. Cada equipo afrontará 40 contra rivales de su división y los otros 20 frente a rivales de su liga y los denominados ‘interligas’ de su zona. Eso, con el fin de no realizar viajes muy largos y tratar de bajar la probabilidad de contagios.

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Esta vez será una competencia atípica. El béisbol es un deporte de promedios que mide el rendimiento de cada año, cuantifica la producción de los equipos y el rendimiento de cada jugador; pero sobre los 162 desafíos, por lo que ahora tendrá un contexto distinto.

Ningún equipo ganó invicto un torneo. Que un club llegue a la barrera de las cien victorias se considera estupenda campaña. El récord lo tienen los Cachorros de Chicago (1906) y los Marineros (2001) con 116 triunfos. No habrá nuevas marcas acumuladas, por la poca cantidad de juegos. El año pasado, a la altura de los 60 partidos, tres bateadores habían sacado 20 jonrones, cantidad estimada para esta campaña.

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Se aplicará el ‘bateador designado’ universal, inclusive en la Liga Nacional, resistente a incorporarlo. Es decir, los lanzadores no tomarán turnos al bate, por lo que los equipos buscarán la ruta de las victorias por la vía de los largos batazos. Con esto casi desaparecerán las estrategias ofensivas como: las jugadas de sacrificios, los robos y dobles robos de bases, el espectacular y dramático ‘robo de home’ y el muy productivo ‘bateo y corrido’.

Se utilizará por primera vez la norma de desempate. Cuando luego de los nueve turnos reglamentarios hubiera pizarra igualada, no habrá episodios extra y se reiniciará con un corredor en la segunda base (el último bateador del turno anterior), con el afán de buscar de manera urgente un ganador, evitar más tiempo de contactos y riesgos de contagios.

Los lanzadores han puesto el grito al cielo y han mostrado sus molestias, pues consideran que podrían perder el juego en un solo lanzamiento. Otros sectores también están descontentos y prefieren que se defina en condiciones naturales hasta establecer un ganador de manera natural. Hemos visto muchos campeonatos con esta reglamentación, incluso en finales de torneos internacionales, que han necesitado dos y tres episodios para definirse.

Este año no hubo ‘Juego de Estrellas’, programado para el martes 14 de este mes en el estadio de los Dodgers, equipo que por esta causa estaba aumentando un sector de gradas por el jardín izquierdo en la que incluía un centro comercial.

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La pelota impredecible y caprichosa tuvo que esperar como nunca antes. Empezará a volar, rodar, saltar y comenzar a escribir una nueva historia llena de algunos detalles, dudas; y comprobar si acaso el béisbol y el deporte pueden rescatar su normalidad. (O)