‘No toque nada más; descanse, Bartomeu…’. Ese fue el título, la semana pasada, de la columna del prestigioso periodista Ramón Besa, de El País, de Madrid, dedicada al presidente del FC Barcelona. Una fina ironía para calificar la desastrosa gestión de Josep María Bartomeu, quien con persistencia fue llevando al que fuera el mejor equipo de la historia a su decadencia actual. Lo mismo podría aplicarse a la Federación Ecuatoriana de Fútbol, bicéfala y sin embargo desgobernada y paralizada. La pandemia ha provisto un manto de decoro, podría haberse dado el caso de que los dos presidentes colisionaran en el despacho de la entidad y anduvieran a los empujones, lo que hubiese sido muy desagradable.