‘No toque nada más; descanse, Bartomeu…’. Ese fue el título, la semana pasada, de la columna del prestigioso periodista Ramón Besa, de El País, de Madrid, dedicada al presidente del FC Barcelona. Una fina ironía para calificar la desastrosa gestión de Josep María Bartomeu, quien con persistencia fue llevando al que fuera el mejor equipo de la historia a su decadencia actual. Lo mismo podría aplicarse a la Federación Ecuatoriana de Fútbol, bicéfala y sin embargo desgobernada y paralizada. La pandemia ha provisto un manto de decoro, podría haberse dado el caso de que los dos presidentes colisionaran en el despacho de la entidad y anduvieran a los empujones, lo que hubiese sido muy desagradable.

Desconocemos la persona y las capacidades de Jaime Estrada, por lo cual no alegaremos por él. Estrada no es el punto, Francisco Egas lo es. Él ha gobernado, no Estrada. La FEF atraviesa una inquietante coyuntura, acaso jamás vivida en toda su existencia.

En breve llegará la Eliminatoria; tal vez ya no en septiembre como se había anunciado sino, por suerte, en octubre; cuanto más se retrase, mejor para Ecuador, que no tiene una selección designada desde la Copa América; los amistosos a cargo de Jorge Célico son una anécdota, no sirven como antecedente ni como preparación. No hay selección, ¿técnico hay…? ¿Puede decirse con seriedad que Jordi Cruyff es el entrenador?, ¿está sobre el tema, tiene una nómina aunque sea virtual y se comunica con los jugadores, como hacen sus colegas…? Nadie sabe. Es tal el nivel de hermetismo o más bien de oscurantismo del hijo de Cruyff que nadie sabe nada de él, qué hace y qué no. Demasiada inaccesibilidad para una persona que trabaja en los medios. Y para un cargo que es público y cuyo desenvolvimiento interesa a la gente, pues se trata de la representación nacional. En ninguna otra actividad el ciudadano se ve más representado que en su selección de fútbol. ¡Es tan enigmática esa relación Egas-Cruyff, tan fantasmal…!

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Hay una única certidumbre respecto a Cruyff: no está en Ecuador. Y muestra auténtica aversión a permanecer en el país con el cual firmó contrato. Si ya no hay confinamiento, ¿por qué el DT no toma un vuelo privado y vuelve a Quito, a trabajar, a planificar…? A propósito, ¿cobra el sueldo…? ¿En serio…? Ahora se sabe que su mano derecha, Antonio Cordón, tiene casi acordada su incorporación al Betis español, el cual le ofrece un dinero superior al de la FEF. Sería una burla, firmar con Ecuador y ponerse a flirtear con un club. Y significaría, de plano, que Jordi Cruyff también dejaría su puesto en la Tricolor. Quienes conocen de cerca a Jordi en España no lo ven dirigiendo una práctica a las 9 de la mañana, y menos poniendo conos, pateándole a los arqueros o ensayando jugadas de pelota parada. Pero a estas alturas ya no se sabe bien si lo mejor es que comiencen sus labores en torno al seleccionado o que el experimento Cruyff llegue a su fin y Ecuador pueda nombrar un nuevo estratega con la Eliminatoria encima. Uno real, presencial, que quiera instalarse en Ecuador y trabajar. Eso no se sabrá hasta tanto se dirima el tema de la presidencia. La carta de Conmebol del martes, celebrada como un título mundial, reconoce a Francisco Egas mientras se resuelve su situación en FIFA.

El reputado abogado brasileño Marcos Motta, considerado una eminencia en derecho deportivo, es quien logró ganar los tres puntos para Chile y Perú en la Eliminatoria anterior, gracias a los cuales Perú clasificó al Mundial. Era una empresa difícil, pues estaba vencido el plazo de protesta, pero Motta consiguió un fallo favorable. Ahora patrocina ante FIFA la denuncia contra Egas por haber acudido a la justicia ordinaria (un verdadero gol en contra) para frenar el congreso extraordinario que ratificó su salida del cargo. La entrevista brindada por Motta a EL UNIVERSO no deja dudas: el directorio obró con el reglamento, el congreso fue bien constituido, Egas legalmente apartado y la única irregularidad fue la suya al intentar bloquear el congreso mediante un juez, considerada una violación grave al principio de autoridad y soberanía del fútbol. Cometida, además, por un presidente de asociación. FIFA le negó a Egas su pedido de anular lo actuado por el directorio, en cambio sí ha hecho lugar al reclamo del directorio para sancionar a Francisco Egas. Su defensa no se ha robustecido por esa carta de Conmebol, que no explica nada.

Cabe aclarar, hay dos puntos álgidos en este enredo: 1) el apartamiento de Egas de la presidencia y 2) la sanción que le cabría por violar los estatutos del fútbol asociado. Mediante influencias políticas podría salvarse del segundo, o recibir una inhabilitación leve para ejercer como dirigente (lo cual equivaldría a perder automáticamente la presidencia); en cambio el primero no está en discusión: el directorio le quitó el sillón actuando a derecho; que evite una sanción no significa que sea reinstalado como número uno.

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Ahora bien, si lograra zafar de la suspensión de FIFA y anular la acción del directorio, necesitaría apoyo interno. ¿Cómo podría gobernar cuando una mayoría de clubes y asociaciones han solicitado formalmente su remoción…? ¿Cómo manejaría un comité de nueve miembros con seis en contra…? Eso sin contar que su imagen está deteriorada, no genera credibilidad. Que le tengan que salvar la cabeza desde afuera tampoco lo ayuda. Poca fortaleza institucional tendría el fútbol ecuatoriano en los organismos internacionales si él vuelve a esos foros. Todo se paga, algo deberá dar a cambio. En sus 18 meses en el cargo, Egas ha hecho varios anuncios rimbombantes (“Ecuador será potencia mundial”), pero, vista desde el exterior, la FEF parece hundida, dividida, sin liderazgo, falta de claridad, de acción, de comunicación.

Y de autocrítica. Tal vez aplique el consejo de Ramón Besa a Josep María Bartomeu. (O)