Flavio Perlaza no tiene problemas en decir lo que piensa si se trata de señalar errores cometidos en su querido Barcelona. No pone excusas y con la misma honestidad que exhibió en su época de futbolista, cuando era el mejor lateral derecho del país, opina ahora sobre la complicada situación actual del club que defendió y que tiene una deuda de $51 624 789, según la auditoría de PKF.

El Fantasma, campeón con los toreros en 1980, 1981, 1985, y 1987, cree que hubo un “manejo alegre” de los intereses amarillos en la administración de José Francisco Cevallos, y en entrevista con EL UNIVERSO califica de “irresponsabilidad” y de no corresponder a la realidad del fútbol nacional el salario que se le paga a Damián Díaz.

Ya se conoce la deuda de real de Barcelona. ¿Cómo tomó la noticia de los $51 millones?

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Con mucha sorpresa, porque hasta 1995 o 1996 estaban al frente del club directivos que ponían dinero de sus bolsillos o hacían préstamos para cumplir con la plantilla. Creo que a partir de ahí comienzan a crearse huecos económicos bastante significativos porque no hubo la seriedad que mostraron los anteriores dirigentes.

¿Teme por el futuro del club? Los auditores dicen que dudan que puedan continuar como “empresa en marcha”.

Desde luego que hay temor y preocupación por la cifra. No olvidemos lo que ocurrió con Deportivo Quito luego de ser varias veces campeón en un corto tiempo (2008, 2009 y 2011). Una gran institución y mire cómo está ahora. Pésimas administraciones provocaron demandas (fue enviado al fútbol amateur y ahora está en segunda división provincial).

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Un club tan endeudado acepta pagarle a Díaz casi $75 000 al mes. ¿Es coherente eso?

No. Eso es ser irresponsable. Y no solo eso, nuestro fútbol no está para pagar un salario como ese. Se deben contratar jugadores de acuerdo con las expectativas. Hay clubes que se manejan de otra manera y siempre están arriba, con fichajes que no ganan ni la mitad de lo que están pagando en Barcelona.

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El primer acreedor, en cuanto a futbolistas, es Ariel Nahuelpán, que siendo jugador del club pidió que la FEF suspendan a Barcelona por deudas.

En ese momento (2018), aparte de ser jugador debía cobrar y tal vez necesitaba su dinero. Lo único que hizo fue pedir lo que el club le debía. Considero que no se lo debe de ver o señalar como un traidor, o algo por el estilo. Estaba dentro del club y aun así estuvo dispuesto a que le paguen por partes, si ya no cumplieron la responsabilidad no es de él (Nahuelpán) sino de la dirigencia de Barcelona.

Las deudas son de varias administraciones. ¿Qué cree que pasó con las dirigencias?

A un club, en cualquier deporte, se lo debe manejar como una empresa. Si hablamos de eso, deben haber controles de los ingresos y egresos y como no hubo quién se dedique a velar por los intereses del club hubo un manejo alegre e irresponsable. Estas son las consecuencias y hay que pagarlas, porque si la deuda está hay que cumplirla. Afortunadamente, Barcelona genera muchos ingresos y si está bien lo futbolístico esto se dispara y la dirigencia actual deberá aprovechar para cancelar lo que más pueda.

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Casi desde el comienzo usted fue crítico de la gestión de Cevallos. ¿Por qué? ¿Qué cosas no lo convencieron?

Yo lo respaldé por los cambios. Hay futbolistas que son presidentes o forman parte de una directiva y si tienen las condiciones, capacidad y otras cualidades lo pueden hacer bien. Pero por el manejo de Cevallos, que era de conocimiento público, y por cosas que uno se va enterando, cambié de criterio. Eso es norma al no estar de acuerdo con ciertas cuestiones.

¿Por lo que representa Hólger Quiñónez no cree que esta directiva debe temer como prioridad pagarle su deuda?

No solo a Hólger se le debe pagar su dinero, también a otros jugadores ecuatorianos. A los nacionales no se les ha pagado porque no somos de los que ponemos un abogado o vamos a la FIFA para pedir que nos paguen. Siempre hablé con Hólger sobre este tema y me respondía que les iba a dar tiempo y aún sigue esperando. Lo malo es que no le han cumplido.

¿Cómo era el proceder de los directivos en sus tiempos de jugador?

Yo llegué al club en 1979, cuando era presidente José Tamariz Crespo, un caballero, y Miguel Salem Kronfle presidía la Comisión de Fútbol. Ellos manejaban a la institución de manera diferente (a la actual); buscaban o generaban los recursos para cumplir con todos los jugadores, sin generar excesos. Luego llegó a la presidencia Isidro Romero y fue el primer directivo en negociar la camiseta para generar más ingresos y eso le permitió a Barcelona seguir despuntando en las competencias en que participaba. Tras la administración de Romero vino la de Heinz Moeller Freile, quien tuvo un paso dichoso por Barcelona. Era un directivo muy respetuoso en el trato con los futbolistas y responsable en las finanzas. Y esa forma de trabajar, con seriedad, permitió una estabilidad. No hubo las debacles económicas que se han vistos en los últimos 20 años.

Por cuatro años Cevallos habló de una deuda menor. Una semana antes de perder las elecciones dijo que era de $29,5 millones. ¿Se puede manejar un club como Barcelona sin saber cuánto se debe?

Es imposible manejar un club con una deuda millonaria. Tal vez Cevallos dijo eso por salir bien en ese momento, o eso fue lo que le hicieron conocer. Parte de esa deuda tuvo que haberse pagado. Que no se lo haga generó que se descuiden otros pagos (como a la plantilla, que en su momento reveló que había atrasos) y eso se fue convirtiendo en un problema. Ahora hay un pozo (déficit) que llenar (cumplir con los pagos) y va a llevar mucho tiempo. Se debe renegociar los valores con los acreedores.

Juan Alfredo Cuentas (exvicepresidente financiero de Cevallos) dijo que la deuda de Barcelona estaba cubierta por sus activos, como el estadio Monumental. ¿Usted está de acuerdo con esto?

Ese es su criterio personal. Todos tenemos una forma de mirar las cosas, pero los activos del club, entre los que no se puede considerar al estadio, están todos hipotecando todo. Los activos, que son cosas que pueden ser negociables, son los jugadores juveniles o los del primer plantel que pertenezcan al club. Eso es un activo, pero no el estadio Monumental, porque no se pueden desprender de algo tan sagrado. (D)

“Es imposible manejar un club con una deuda millonaria”.