El 28 de junio de 1997, en el cuadrilátero del MGM de Las Vegas, Mike Tyson fue protagonista de uno de los hechos más repudiados en la historia del box. Durante la pelea con Evander Holyfield le arrancó parte de la oreja de un mordisco.

Era la revancha que Tyson había pedido a Holyfield, quien lo había vencido por knockout técnico en noviembre de 1996. Fue vista como una lucha para demostrar que Tyson aún podía volver a ser el máximo campeón en la división de los pesos pesados, como lo hizo en 1986 con 20 años.

Cuando se desarrollaba el tercer asalto, Mike, con la ceja sangrando, lanzaba y recibía golpes, quedando abrazado con su rival y cometiendo la infracción.

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Aquello hizo que el juez Mills Lane detuviera la pelea y descalificara a Tyson. Por este escándalo le suspendieron la licencia para pelear y lo multaron con $3 millones.

Luego de trece años de aquel suceso, Tyson, en una entrevista con el diario británico The Guardian, reveló: “Fueron las drogas. Solo pensaba en las drogas. Yo creía que era Dios, me sentía como Dios, pero lo hecho, hecho está. Yo no pensaba en el boxeo cuando lo mordí. No me preocupaba el boxeo. Está mal lo que hice, muy mal. Me volví loco”.

Evander Holyfield (Foto tomada de Internet)

Pero esto solo era otra mancha oscura para su carrera, porque en 1991 había sido condenado a seis años de prisión por violación a la modelo Desirée Washington, pero solo cumplió tres años.

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En 2002 se enfrentó a Lenox Lewis y perdió; los millones que ganó se los gastó y en el 2003 se declaró en bancarrota; y, finalmente, en 2005 colgó los guantes después de ser derrotado por Kevin McBride. (D)