Víctima de la mortal pandemia que azota a todo el planeta, hace pocos días falleció el exboxeador guayaquileño Gastón León Roldán, una de las figuras más celebradas del pugilismo amateur nacional e internacional.

León surgió bajo las enseñanzas de otro campeón, César Salazar Navas, representando a un club de gran tradición en este deporte: la Liga Deportiva Estudiantil. Desde sus inicios mostró su gran aptitud. Era rápido, hábil para lanzar sus manos, certero y sereno para el esquive, valiente y cerebral. Brilló primero en el peso mosca y al crecer pasó a gallo, categoría en la que dominó por largo tiempo como campeón provincial y nacional.

Perteneció a una generación brillante en la que tuco como compañeros a verdaderos astros como Rafael Anchundia, Gonzalo Cruz, Kleber Viteri, Roberto Zhuma Alava, Samuel Valencia y Max Andrade. Con ocasión del Latinoamericano de Boxeo con sede en Guayaquil, en 1969, formó parte de la representación nacional que logró el cetro latinoamericano.

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Gastón León tuvo en ese campeonato una actuación brillante que le valió el cinturón de campeón gallo. Imposible olvidar sus combates con el brasileño Deusdette Vascconcellos y con el campeón destronado, el chileno Guillermo Velásquez.

En 1972 pasó al profesionalismo en otra época inolvidable: la que produjeron como promotores Marco Aguirre y Omar Quintana. Tiempos del grandes astros nacionales y extranjeros, con graderías del coliseo cubierto llenas y gran entusiasmo del ring side. Fueron épicos los duelos de Gastón León y el quiteño Jaime Cabrera como semifondo de las riñas entre Rafael Anchundia y el venezolano José Dandy Molina.

Imposible olvidarlo por quienes lo vimos en los cuadriláteros, por quienes fuimos sus amigos y los que fuimos testigos de su transformación religiosa real y leal con las verdades bíblicas. Paz en la tumba de ese gladiador del deporte de fistiana y de la vida: Gastón León Roldán. (D)