En tiempos de pandemia, grandes espacios para eventos están transformando su sentido a lo largo de Brasil para ayudar personas en medio de la crisis del nuevo coronavirus.

Incluso antes del COVID-19, Brasil ha estado esforzándose para recuperarse de su devastadora recesión que entre 2015 y 2016 incrementó el número de indigentes. La población de Sao Paulo, la ciudad más populosa del país, creció cerca de 50% desde 2015 y trepó hasta casi 25 mil personas, de acuerdo con un reciente relevamiento de la alcaldía. Entre los nuevos indigentes, cerca de un cuarto dijo que pasaron a vivir en la calle debido a la pérdida de sus empleos.

En Sao Paulo, el estado más castigado por el COVID-19 donde se registra la tercera parte de los enfermos, la alcaldía prepara un hospital de campaña dentro del estadio de fútbol Pacaembú, una de las sedes de la Copa del Mundo de fútbol de 1950.

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Sobre el césped se construyeron dos módulos con capacidad para 200 lechos, donde a partir del miércoles llegarán pacientes de poca complejidad diagnosticados portadores del nuevo coronavirus.

En Brasilia, capital del país, el gobierno echará mano del Estadio Mané Garrincha, sede de la Copa del Mundo en 2014, y montará allí un hospital de campaña para aliviar el sistema de salud.

A poco más de un mes de que se registrara el primer contagio, en el estado de Sao Paulo, la pandemia avanza en el gigante sudamericano y comienza a acelerarse.

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Mientras el presidente Jair Bolsonaro propone una vuelta a la vida normal para la mayoría de los brasileños, Luiz Henrique Mandetta, ministro de Salud brasileño, ha dicho que el país apenas está iniciando una “espiral ascendente” de contagios y reforzó que la indicación para este momento es el aislamiento social.

Las autoridades federales estiman que hacia fin de abril el sistema de salud brasileño entrará en colapso, debido a que no podrá dar respuestas a una creciente demanda de pacientes enfermos.