Que un gigante como Flamengo haya ganado solo dos Libertadores sobre sesenta no llama la atención. En cambio, es sorprendente que ambas las conquistara un 23 de noviembre. Eso sale de lo futbolístico y entra en el terreno de las curiosidades. Y que las dos veces que vaya a disputar el Mundial de Clubes tenga como rival al Liverpool, va incluso más allá, es realmente una extraña casualidad. Efectivamente, en 1981, tras coronarse en América, O mais querido jugó la Copa Intercontinental ante el club de Los Beatles. Y mañana el Fla parte hacia Catar a disputar el Mundial de Clubes (reemplazante de la Intercontinental). Allí entra derecho en la semifinal, igual que el Liverpool de Jurgen Klopp. Si ambos pasan a la final, volverán a encontrarse como hace 38 años.

Ayer comenzó el Mundial con el duelo en que el local Al Sadd derrotó por 3 a 1 al Hienghène Sport de Nueva Caledonia. Flamengo debutará frente al ganador de Al Hilal, de Arabia Saudita, y el Espérance, de Túnez. Hace años que América del Sur no envía al Mundial un representante tan calificado y fuerte como Flamengo, que llega con la doble condición de fresquísimo campeón de Brasil y de América. Nos inspira enorme confianza de que pueda devolver el título al continente después de aquella corona que se trajo Corinthians en 2012 tras vencer en la decisión 1-0 al Chelsea con gol del peruano Paolo Guerrero. Apenas un triunfo en los últimos 13 mundiales de clubes habla de un declive indiscutible del fútbol de la región. Sobre todo, cuando ante lo normal era que fuera campeón el representante sudamericano.

Esta vez, Flamengo despierta ilusión por diversas causas. Su consagración ante River está fresca, no han pasado seis meses, como acontecía hasta 2016, cuando la Copa terminaba en julio y en los seis meses de espera el equipo perdía el tono que lo había llevado al título o bien había empezado a desmembrarse. Está en ritmo futbolístico, entonado, afiladísimo. Lleva la dotación completa. Tiene un plantel con varias figuras de nivel Champions League como el goleador Gabigol (43 tantos en lo que va del año), Bruno Henrique (21), los volantes Everton Ribeiro y Gerson, el zaguero Rodrigo Caio (impresionante juego aéreo, pese a no ser tan alto), el arquero Diego Alves.

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Y además ha sido el campeón de los récords en Brasil. Nunca, desde la creación del Campeonato Brasilero en 1971, con 20 equipos, un campeón había logrado una ventaja de 16 puntos sobre el segundo (90 vs. 74 del Santos de Sampaoli); jamás un equipo había marcado 86 goles en 38 jornadas. Además, tuvo al jugador del torneo (Bruno Henrique), al goleador (Gabigol) y una serie de marcas adicionales que hablan de su excelencia. Y va a Catar con un técnico europeo, el portugués Jorge Jesús, que hasta hace un año y medio dirigió al Sporting de Lisboa en la Copa de Campeones de Europa enfrentando al Barcelona, la Juventus y el Olympiakos griego. Pero lo más importante de todo, juega bien Flamengo, tiene empatía con la pelota. Y tiene la brasileñidad de Gabigol y Bruno Henrique en ataque, con lo que ello supone. De manera que están todos los condimentos para confiar en una participación estelar y, por qué no, recuperar la corona. Deberá, eso sí, saber contrarrestar la presión que ejercerá el Liverpool en caso de medirse, pues el cuadro inglés tiene un estilo similar al de River, y River lo ahogó al Fla durante al menos 70 min, que no entendía cómo resolver la ecuación. Luego llegó al triunfo mediante dos jugadas felices y aisladas.

Va a ser una prueba durísima para el equipo carioca, mas no lo vemos imposible, en absoluto. Confiamos. Hace exactamente 38 años, un 13 de diciembre de 1981, Flamengo y Liverpool se encontraron en idéntica instancia en el estadio Nacional de Tokio. Es el único antecedente. Flamengo le dio una paliza: fue 3 a 0, con floreo, y pudieron ser más. Las condiciones eran muy diferentes de las actuales. En Liverpool jugaban solo futbolistas británicos, ingleses más varios escoceses, no estaba abierto el mercado a todas las nacionalidades como hoy. El inglés era un fútbol fuerte y de batalla, frontal, sin grandes luces, a tirarla hacia adelante y a correr. Sudamérica estaba muy por encima de Europa. Incluso la situación económica no era abismal como ahora, en favor de los europeos. Y, por encima de todo, ese del 81 fue el Flamengo de todos los tiempos, el de Zico, Junior, Andrade, Leandro, Mozer, Tita, Adilio. El que menos jugaba, jugaba mucho. Los dos laterales –Leandro y Junior– eran sensacionales. Tenían tanto fútbol encima que Junior emigró a Italia y jugaba de 10 en el Torino y luego en el Pescara. Le sobraba. Fue un equipo cumbre en una época aún dorada del jogo bonito.

Pero era, sobre todo, el Flamengo de Zico, “el Pelé blanco”, un jugador fabuloso, no debidamente reconocido. En sus tiempos no había redes sociales ni los atletas tenían un agente de prensa ni un representante que los promoviera; tampoco hacían publicidades ni existía el caudal periodístico de ahora, con canales deportivos y programas a toda hora. Eran jugadores y punto, iban de su casa al club y viceversa. Con los años quedó atrás en la consideración, y no hay una respuesta adecuada, de Romario, Ronaldo, Ronaldinho, Neymar, hasta de Rivaldo. Zico fue un monstruo, cerró su carrera con 524 goles siendo un media punta. Poseía un golpeo de balón exquisito, seco y letal. Excepcional pasador y gambeteador, sus tiros libres eran antológicos. Conste que lo hacía en un tiempo en que no existía el aerosol, que regula la distancia de las barreras. Se le adelantaban hasta cinco metros y las metía igual. Un tiro libre de Zico equivalía casi a un penal de otro jugador. Y no es de la prehistoria, se retiró en el 94. Tenía todo lo brasileño en el cuerpo, un toque de bola y una devolución de pared fantásticos. Se metía en la espesura del área tocando corto y pasaba. Y si lograba poner el pie sobre la pelota, había que sacar el medio.

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Hasta hoy se lo reconoce en Italia como el fichaje de invierno más acertado de la historia. Desde el calor de Río llegó al Udinese a fines de diciembre de 1983 –pleno invierno–, empezó a competir en enero y marcó 19 goles en liga, quedando a uno del capocannoniere, Platini, que jugando todo el torneo sumó 20. Además, el francés jugaba en el campeón, Juventus, y Udinese era de media tabla. Su karma fue no ser campeón del mundo con esos dos equipazos que presentó Brasil de la mano de Telé Santana en 1982 y 1986. Para peor, falló el penal ante Francia que podía darle el triunfo 2-1 a Brasil y a la postre costó la eliminación en México. Es injusto reprocharle nada. Entre once salen campeones, no uno. “Sí se lo reconoce como uno de los grandes –nos dice Jorge Luiz Rodrigues, notable jornalista de la TV Globo–. No está injusticiado, acontece que él estuvo en tres Mundiales en los que Brasil decepcionó o no coronó: 78, 82 y 86. Por eso prevalecen los nombres de Romario, Ronaldo y otros. Pero se habla de Zico, sobre todo acá en Río. Tiene su lugar”.

Fue uno de los supercracks de todos los tiempos en Brasil. Él solo ya era demasiado para aquel Liverpool. Veremos ahora con Bruno Henrique y Gabigol. (O)

Va a ser una prueba durísima para el equipo carioca, mas no lo vemos imposible, en absoluto. Confiamos. Hace exactamente 38 años, Flamengo y Liverpool se encontraron en Tokio".