Vendaval, aplastamiento, euforia de un lado; vergüenza, desastre, amargura del otro. Todos los calificativos cabían. A siete fechas de bajarse el telón de la Bundesliga, Bayern Munich y Borussia Dortmund se jugaban el campeonato y, más que eso, la temporada entera en el Allianz Arena muniqués. También ponían sobe el tapete otras cosas: el Bayern su grandeza y su altivez bávara; el Dortmund su orgullo y la punta del campeonato (perdió ambos).También el fútbol alemán apostaba buena parte de su prestigio: demostrar si es una liga de uno (Bayern) o al menos de dos (Bayern y Dortmund). Porque la Bundesliga hace un maravilloso trabajo de mercadeo para venderse como un torneo planetario, pero choca contra ese iceberg que es el unicato del club de Beckenbauer y Gerd Müller. Nadie prefiere ver un campeonato donde siempre gana el mismo. Ni en Escocia ni en Uruguay sucede, donde Celtic-Rangers y Nacional-Peñarol monopolizan. Al menos dos se trenzan.

Lo que nadie esperaría, ni las 75.000 almas que abarrotaron el recinto mundialista, es que a los 42 minutos “terminara” el partido: ya el Bayern goleaba 4 a 0 y con situaciones de gol como para 7 u 8 a 0. Arrasadora superioridad. Más que eso, fea. No es agradable cuando un equipo bordea el ridículo. La determinación y la jerarquía de uno, en contraste con la flojera del otro fueron abismales. A los 6 minutos, una preciosa jugada del Dortmund por izquierda con desborde y centro atrás de Reus fue desperdiciada por el francés Dahoud, quien con todo el arco a placer remató y pegó en el palo. Era el billete ganador del visitante; lo tenía y lo extravió. En la primera contra, dos minutos después, el Bayern abrió el marcador: magnífico córner desde la izquierda de Thiago (tiró varios, uno más colocado que el otro), Hummels ganó el salto a Piszczek y Akanji y metió un cabezazo ganador. El gol que tuvo servido uno lo marcó el otro con mayor dificultad. Hubo falta clara de Lewandowski al danés Delaney. Pese a contar con VAR el fútbol alemán, el juez no recurrió a él y quedó fijo el 1-0.

A partir de allí fue un tifón el Bayern y generó una docena de situaciones de gol. Varias de ellas provenientes de tiros de esquina servidos por Thiago, venenosos, como debe ser. Cuatro los cabeceó Hummels creando pánico en una zaga vapuleada. Otro lo conectó Thomas Müller y dio en el travesaño. “No hay ninguna jugada en el fútbol que refleje más el temperamento que el cabezazo”, decía Antonio Rattín. Y esos centros llovidos sobre el área del Dortmund evidenciaron las dos caras de un combate que no llegó a ser tal: gran fortaleza mental del local, tembladeral anímico del visitante.

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Una grave equivocación del zaguero francés Zagadou (lo sacaron al final del primer tiempo porque se lo veía bloqueado, con indisimulable miedo escénico) le permitió a Lewandowski marcar su gol número 200 en la Bundesliga; luego haría el 201. Y se fueron sucediendo las conquistas -Javi Martínez, Gnabry, Lewandowski- hasta alcanzar el lapidario 5 a 0. Los dos primeros goles, los que noquearon al Dortmund y que le pueden costar un campeonato, estuvieron a cargo de dos exjugadores suyos (Hummels y Lewandowski), pagando muy caro la pésima costumbre de las entidades alemanas de trabajar como semillero del Bayern.

El Dortmund había aprovechado el titubeante comienzo del Bayern en el ciclo de Niko Kovac, incluso lo derrotó 3-2 en la primera rueda y llegó a sacarle 9 puntos de ventaja en el pico de la tabla. Pero aflojó en las últimas jornadas y llegaron al clásico de ayer con una luz de apenas dos unidades. Y tras la impiadosa goleada trepó a la cima el multicampeón alemán, que ahora busca su séptima corona consecutiva. Porque dejó la impresión, por la mentalidad exhibida, que no largará la punta en las seis fechas restantes. Y porque viene enrachado: ha ganado 44 de los últimos 48 puntos disputados. Además, el haber quedado fuera de la Champions lo obliga a refugiarse, una vez más, en los títulos locales.

El cuadro amarillo debió lamentar varias ausencias de peso como Paco Alcácer, el goleador del equipo con 17 tantos, y de dos laterales habituales, el portugués Raphaël Guerreiro y Achraf Hakimi, el marroquí que está a préstamo del Real Madrid; todos lesionados. Es posible que se le haya escurrido el título entre los dedos. El Borussia ya hizo uso de la opción por Alcácer, proveniente del Barcelona, pues resultó una incorporación óptima en función de precio y rendimiento: apenas 23 M€ más los 2 del préstamo. Abastecedor de cracks para toda Europa, el Dortmund grita a los cuatro vientos que el puntero inglés Jadon Sancho se quedará el próximo año, pues, según se dice, llueven ofertas por él. Aún no logramos descifrar cuáles son sus cualidades.

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Kovac, muy cuestionado al principio en el Bayern, acaba de dar un paso al frente. Seguramente seguirá. Muy llamativo fue que en un partido tan trascendente dejara en el banco a James Rodríguez. No le dio ni un minuto en momentos en que la goleada y quizás un gol le hubiesen venido de perlas al colombiano para intentar quedarse en el club, cuyo presidente Uli Hoeness anunció una revolución para el próximo curso. “Haremos la mayor inversión de la historia”. Ya comenzaron fichando dos laterales franceses: Pavard, del Stuttgart (35 millones de euros) y Lucas Hernández, del Atlético de Madrid (80 M€).

La no inclusión de James en el partido más importante de la temporada puede interpretarse como que no seguirá a partir de julio. Tuvo varios roces el 10 con el técnico cuando éste llegó del Eintracht Frankfurt. Luego lo maquillaron ambos con cierta diplomacia. Pero no hay amor, está claro. Abel Völkner, colega peruano-alemán con treinta años de residencia en Alemania, nos da su visión del tema: “El Bayern ha podido comprobar que James efectivamente es un jugador de calidad. Molestan un poco sus permanentes referencias al Real Madrid, eso acá a la gente no le gusta. Tampoco mostró nunca un gran apego al Bayern, que dijera ‘estoy en un gran club, ganaremos todo, somos el Bayern’. Pero ha mostrado sus condiciones en reiteradas oportunidades, la opción por su pase es accesible (42 M€) y además no hay jugadores disponibles para fichar. Todos tienen dinero para hacerlo, pero no hay grandes figuras libres, todas tienen contrato y nadie suelta a uno bueno cuando o tiene”. Aparte, la vuelta de Zidane al Real Madrid le confirma a James que no tendrá lugar en el Bernabéu.

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Hoeness ya anticipó: “no gastaré 42 millones en alguien que no juega”. Igual, si no continua en Alemania tampoco le faltarán novias, hay miles de millones para comprar y pocas estrellas para vender. (O)