El motor carraspea, pierde fuerza, parece desinflarse, no sabemos de dónde proviene la falla; pero algo no funciona bien. Es la máquina del fútbol sudamericano, que a cada manifestación acusa problemas; cada vez más notorios y severos. Primero pasó con los clubes, que quedaron completamente rezagados respecto de los europeos, y ahora no sorprende que pierdan con los de Asia o África. Luego fueron las selecciones, que desde 2002 no obtienen un Mundial y cuya participación ha sido cada vez menos protagónica en esa Copa, que era orgullo del continente. En Rusia ninguna llegó siquiera a semifinales. Los Mundiales juveniles, donde Argentina y Brasil arrasaban, también son esquivos. La Copa Libertadores y los torneos locales fueron perdiendo esplendor por el éxodo temprano y masivo de los pocos que destacan acá (cada vez menos). Ahora vemos que las grandes estrellas sudamericanas en el escenario internacional son mínimas. Quedan Messi y Neymar en la élite. Y luego Suárez, James, Vidal un par de escalones más abajo; hay muchos otros actuando en Europa, pero a un nivel más común. Incluso se han reducido a un número bajísimo los pases a Europa, no porque se logre retener a los talentos, sino porque no despiertan interés. Los cracks por los que pugnan los clubes poderosos -Hazard, Mbappé, Rashford, Griezmann, De Jong, De Ligt- son todos de allá.

Esta última fecha FIFA es un nuevo golpe a la autoestima continental. Para empezar, ya casi no se logran concretar partidos frente a las representaciones europeas, salvo alguna que tenga fecha libre, pues la UEFA reemplazó su sinnúmero de amistosos desperdigados por una competición oficial, la Liga de Naciones, con lo cual aumentó los ingresos y le dio valor a cada enfrentamiento; se juega por algo, hay un título en danza y cuatro cupos a la Eurocopa. Y los de otros continentes quedaron excluidos. Hay que considerar que nuestras selecciones siempre juegan de visita porque así obtienen recursos. Para actuar de local no dan los números, aparte que los amistosos no atraen tanto al público como una Eliminatoria.

África, salvo Marruecos o Sudáfrica, quizás Egipto, no tiene dinero para costear a los extranjeros. De Oceanía podrían ser Australia o Nueva Zelanda, pero no se hacen partidos porque la distancia lo torna muy dificultoso, insumiría de tres a cuatro días de viaje entre ida y vuelta, no dan los tiempos, los clubes ceden a los jugadores por ocho días para disputar los dos duelos con sus equipos nacionales. Quedan los países asiáticos y los de Centro y Norteamérica.

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Las diez selecciones de la región disputaron en esta fecha doble de marzo veinte cotejos preparatorios, dos cada una, más un amistoso a principios de mes de Bolivia con Nicaragua (2-2) que sirvió para la presentación del nuevo técnico de la Verde, Eduardo Villegas. El saldo de los 21 choques ha sido un espanto, en juego y en resultados, que subrayan un retroceso que pareciera indetenible del fútbol sudamericano.

Frente a los americanos del Canal de Panamá hacia arriba se disputaron 8 encuentros con 4 derrotas y 4 empates, 7 goles a favor y 14 en contra. ¡Concacaf…! Hasta no hace mucho los hinchas pedían “no jugar amistosos intrascendentes frente a Guatemala, México, Jamaica, Panamá, etcétera”. Brasil no pudo con Panamá (1-1); Chile empató con EE.UU. (1-1) y cayó ante México (1-3). Perú defeccionó frente a El Salvador (0-2); Ecuador dividió aguas con Honduras (0-0) y sucumbió ante EE.UU. (0-1). Paraguay perdió feo contra México (4-2). “México nos ha pegado una cátedra de fútbol”, reconoció el debutante albirrojo Carlos González Espínola, que milita en el club Pumas azteca.

A su vez, Bolivia volvió de Asia con dos derrotas, ante Corea del Sur y Japón (ambos 0-1); Colombia derrotó a Japón (1-0, penal de Falcao) y fue vencido por Corea del Sur (1-2). El único con puntaje ideal fue Uruguay, pero dio cuenta de dos selecciones muy menores: 3-0 a Uzbekistán (89° en el Ranking Mundial) y 4-0 a Tailandia (115°).

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En Europa, Brasil se tomó desquite ante República Checa (3-1), pero sin brillar y sin poder despojarse de las críticas. Y Venezuela, que venía de una memorable victoria sobre Argentina (3-1) perdió frente a Cataluña (1-2), una formación que tuvo problemas para reunir su plantel, que no hace entrenamientos como las selecciones oficialmente reconocidas y no compite en ningún torneo. Sus presentaciones son simbólicas, para dar entidad a Cataluña como unidad política.

A su vez, Argentina ganó a Marruecos 1-0 en un partido insólito, con ráfagas de viento de 48 km por hora, donde no se podía jugar y en el que remató una sola vez al arco. Su actuación fue peor que ante Venezuela, pero al menos hizo un gol y su rival ninguno. Los medios no se animan a pedir la cabeza de Scaloni, pero lo dejan en puntos suspensivos. La selección es un barco a la deriva y puede chocar contra un iceberg en Brasil 2019. No tiene técnico definitivo, no hay equipo ni nombres titulares ni estilo de juego. Se presume: lo que ha hecho la AFA es ahorrar el sueldo de un año de un técnico importante para pagarle a todos los que echó antes.

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En Brasil hablan de dudas y comienzan a cuestionar las decisiones de Tite. En Chile le pegan duro a Reinaldo Rueda por no hacer el recambio, pero los más realistas reconocen que no lo hizo porque no hay nuevos talentos (algo que habíamos remarcado meses atrás).

“Ante El Salvador fue el peor partido de la era Gareca, fatal, jugó pésimo Perú, irreconocible, todos jugaron muy mal”, comentó con pesadumbre Ricardo Montoya, excelente periodista peruano.

Uruguay navega por aguas calmas. Mientras esté Óscar Tabárez, la coherencia y el trabajo están asegurados. Escribió ayer César Luis Menotti en Sport, de Barcelona: “Uruguay es el único equipo en Sudamérica que sostiene una idea. Tabárez sí puede traer a un jugador un día antes, porque los futbolistas ya cuando dicen buenas tardes saben lo que tienen que hacer en la cancha”. Tabárez dirige a los Celestes desde 2006 con gran suceso.

Colombia también quedó con un buen sabor de boca. Logró un triunfo mínimo sobre Japón, pero después redondeó un espléndido segundo tiempo ante Corea, al que terminó acorralando, con varias actuaciones muy ilusionantes. De ningún modo mereció perder. Sólo se debió al fenomenal arquero Jo Hyeon-woo, para muchos el mejor del Mundial de Rusia. Pero, sobre todo, se despejaron las dudas en cuanto al técnico Carlos Queiroz. No es defensivo como muchos temían.

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Igual que nuestras monedas, el fútbol sudamericano se ha depreciado. La dirigencia anterior no pensó nunca en el juego. En eso residía su fuerza y prestigio. No se trata de pintar un cuadro apocalíptico, pero la parábola sigue descendente. (O)

Los medios no se animan a pedir la cabeza de Scaloni, pero lo dejan en puntos suspensivos. La selección argentina es un barco a la deriva y puede chocar contra un iceberg en Brasil 2019".