“Es casi imposible luchar contra el Barcelona o el Madrid. Por el prestigio, por la increíble liga que juegan, los grandes clubes que son…”, se lamentó Pep Guardiola, hablando ahora desde su curul de DT del Manchester City. Se refería al tema de los fichajes en general y a la decisión del joven aspirante a superestrella Frenkie De Jong.

El holandés tenía un ramillete de ofertas, una más audaz que la otra (entre ellas una del City), y finalmente escogió el Barcelona. No lo decidió el descomunal salario de 16 millones de euros anuales que ganará desde julio. El City y el PSG se los pagaban. Eligió estar en lo que hoy es –y desde hace años– la cúspide: el fútbol español.

No es solo el poderío económico brutal de estas dos superpotencias, pues el City y el PSG de los petrodólares también lo tienen, pero en una eventual puja con el Barsa o el Madrid por un jugador, este se inclina sin dudarlo para el lado español. Por eso, las grandes estrellas recalan allí. Cristiano Ronaldo y Neymar se fueron por razones de dinero, y porque ya habían estado nueve y cuatro años, respectivamente, en España. Aunado a ello está el poder de seducción de los dos colosos del fútbol español.

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Los futbolistas de todo el mundo anhelan llegar algún día a ponerse esas camisetas. Por los contratos que firman (Barcelona es el que paga los salarios más altos del fútbol mundial, Messi cobra 42 millones de euros netos al año solo de salario y es dueño del 100 por ciento de sus derechos de imagen, único caso); porque todos quieren conquistar títulos y saben que allí tienen enormes posibilidades. Por ello, un jugador puede estar espléndidamente en el Bayern Munich, la Juventus, el Manchester United o el Chelsea, pero sale corriendo si siente el llamado de merengues o azulgranas.

Por último, pesa la notoriedad mundial que ofrecen madrileños y catalanes, de lo cual los futbolistas tendrán otra muestra en las próximas semanas, en las que el sorteo de las semifinales de la Copa del Rey determinó que veremos tres clásicos casi consecutivos. Barsa-Madrid este miércoles por Copa del Rey, la revancha en el Camp Nou el 27 de febrero y de nuevo en Madrid tres días después.

El planeta fútbol se detendrá, enfocará todas sus luces en esos tres choques que, no existe una partícula de duda, serán volcánicos y concitarán la atención de miles de millones de telespectadores. Están enfrentados deportiva, política y hasta ideológicamente, esto último en lo que se refiere al juego. Real Madrid es la practicidad, el triunfo por sobre todas las cosas, Barcelona, el símbolo del fútbol espectáculo. Ganar de la manera más estética posible. Son Rusia y EE.UU., pero con una pelota de por medio.

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La Copa del Rey sortea sus fases de octavos, cuartos y semifinal. Y el bolillero cantó Real Madrid-Barcelona. Los hinchas del mundo, felices. En el seno de ambos clubes, sin embargo, no están tan eufóricos: saben que es un doble enfrentamiento que puede costarles toda la temporada. A ambos. El hincha, que analiza poco, dice: “Que dejen la Copa y se enfoquen en la Champions”.

Pero el tamaño descomunal de estas instituciones las obliga a ir por todo. Especialmente si el rival que toca es el “enemigo”. No se le puede entregar un trofeo graciosamente al rival de todas las horas. En esta circunstancia, menos: el Barcelona busca su quinta corona consecutiva, algo que nadie ha conseguido y sería un alto honor. El Madrid persigue lo opuesto: impedírselo. De modo que deben poner sus equipos de gala y regar el campo de sangre, “a lo Di Stéfano”.

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Pero esta eliminatoria se cruza en un momento inoportuno, álgido para ambos, en plena lucha por la Liga y la Champions. Esto conlleva que el equipo de Santiago Solari deba disputar 9 partidos en 31 días, una locura, con el agregado de que tres son ante el Barsa, 2 con el Ajax por Copa de Europa y uno con su adversario de patio: el Atlético.

El Madrid va 10 puntos abajo del Barcelona en la Liga, con lo cual cualquier otro resbalón le supone resignarla. Y si además pierde la Copa, que ha ganado apenas dos veces en las últimas 25 ediciones, no crearía un buen ambiente para intentar obtener otra Champions. Porque la Champions ha sido en los últimos años una tabla de salvación para tapar el hundimiento en el plano local, dominado de manera aplastante por el Barcelona. Aunque el fútbol holandés está hoy un escalón por debajo del español (o dos), el Ajax tiene una historia brillante que defender.

Y presentará a los dos jóvenes más buscados de Europa: el mencionado centrocampista De Jong y el gran zaguero Matthijs De Ligt, quien con 19 años ya tiene 111 partidos en Primera con su club y 13 con la selección naranja. El Madrid está a tiro de ganar o de perder todo. Y esta infernal sucesión de juegos puede influir decisivamente.

A su vez, el club de Messi saldrá 8 veces al campo en 29 días. Otra locura. Y de ellos, tres ante el Madrid, uno por Champions con el Olympique de Lyon, otro con el Sevilla, con el Athletic de Bilbao y el de ayer, ante el Valencia, que ya le costó dejar 2 puntos jugando como local (empataron 2-2). Semejante maratón puede arruinarle todo. El Atlético de Madrid, ya fuera de la Copa del Rey, está apenas a 5 puntos del Barsa en la Liga y podría recoger todo lo que vayan dejando los otros dos grandes.

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El fútbol español otorga larguísimas vacaciones a sus futbolistas, después dedica varias semanas a sus pretemporadas, incluso a amistosos y copas extraoficiales; y elabora un calendario descansado en el primer trimestre. Luego amontona las tres competiciones en el segundo. Esto hace fracasar a más de un equipo que sería favorito a ganar la triple corona.

Ningún otro club, ni Bayern, ni Juventus, ni los ingleses, saldrían vivos de semejante maratón. Pese a ello, Madrid y Barsa han conquistado 8 de las últimas diez Champions. Y Atlético de Madrid y Sevilla 6 de las diez ediciones finales de Europa League. Una prueba demoledora del dominio español a nivel internacional.

No obstante, les cuesta muchísimo más la competencia interna que la foránea. Muchos han querido instalar que el español es un torneo pobre, una liga de dos, pero allí actúan el Atlético, Valencia, Sevilla, Athletic de Bilbao. Y el mero hecho de tener que enfrentar dos o cuatro veces al año al Barcelona y Real Madrid es una prueba terrible que en otras latitudes nadie pasaría con éxito.

Este miércoles tenemos el primer plato: Barcelona-Real Madrid en el Camp Nou. Se paraliza el mundo.

Pero esta eliminatoria entre Barcelona y Real Madrid se cruza en un momento inoportuno, álgido para ambos, en plena lucha por la Liga Española y la Champions.

(O)