A fines de este mes seremos testigos de un suceso trascendental: las elecciones en la Federación Ecuatoriana de Fútbol. Marcarán un antes y un después y el fin de la era de Luis Chiriboga, quien gobernó a la máxima institución del balompié nacional durante 18 años y que nos ofreció las dos caras de una misma moneda.

Por un lado el estilo que él impuso, los éxitos deportivos que se consiguieron con la clasificación a tres mundiales. Y la otra cara de la moneda, llena de escándalos que ensuciaron todo aquello que había logrado. Todos los votos de aplausos, condecoraciones, reelecciones y los reconocimientos de gremios e instituciones de todo el país se fueron desacreditando por todos aquellos hechos que se ventilaron públicamente, como el de los coyoteros, los niños con bigotes, la persecución a dirigentes opositores y por último el famoso FIFAgate, que impactó el núcleo de la institución rectora de nuestro fútbol.

Los éxitos deportivos que nuestra Selección obtuvo, las estrategias políticas de Chiriboga y la gran maquinaria electoral que instituyó, le permitieron ganar los comicios que él se proponía. En alguna de las elecciones en que Chiriboga era nuevamente candidato uno de sus hombres de confianza, ante la inquietud, si le afectaría en algo que su popularidad estaba en caída libre, contestó: “A Lucho no le importa un carajo que las redes sociales o que el periodismo estén en su contra y que las encuestas populares muestren una baja aceptación, si al fin y al cabo quienes votan no son ellos. Él goza de la confianza de los devotos dirigentes, que le garantizan la reelección y lo único que pide es que luego de presentar su informe le garanticen que se apruebe con un sonoro voto de aplauso y que sea prolongado para que lo escuche bien la escuálida oposición”.

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Y en honor a la verdad, todo aquello sucedía al pie de la letra. Arrasaba con los votos y recibía aplausos. El resto ya es historia. Los peores días para Chiriboga estaban por llegar y así fue. Desde ese entonces, la continuidad reglamentaria y legal diseñada contemplaba que ni la renuncia o la destitución de Chiriboga sea conocida por una asamblea, sino que sea que el mismo directorio el que la conozca y que entre ellos se designe al sucesor. Así sucedió

Carlos Villacís fue designado presidente de la FEF. Sus esfuerzos por modernizar y transparentar sus actuaciones, que lo excluyan de las cuentas obscuras de la Ecuafútbol, de acuerdo con lo que señalaban las indagaciones de la Fiscalía, le permitieron sobrevivir en un ambiente embravecido y tempestuoso en el que le ha correspondido ejercer su presidencia.

Quienes observábamos el panorama nos preguntábamos si Villacís iba a ser capaz de sobresalir en su gestión con todas esas adversidades. Villacís apostó en que asistir al Mundial de Rusia le iba a dar la llave del éxito y apuntalar su reelección. Y ya conocemos la historia. Fracasó en esas eliminatorias, resquebrajó su imagen y agréguenle que la forzosa creación de la Liga Profesional terminó siendo otro golpe bajo para el gobierno de Villacís. Tal vez lo recordaremos como uno de los gestores de una organización institucional acorde con las exigencias de la FIFA, pero todo ese esfuerzo terminó olvidándose ante la conflictividad con que la FEF ha convivido los últimos tiempos. En síntesis esto marca el epílogo de la era Chiriboga, que terminará este 31 de enero.

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Las elecciones para elegir al presidente de la Ecuafútbol, que están programadas para esa fecha, trae consigo algunas novedades, tales como estas:

1) Una FEF con otras atribuciones y responsabilidades que le permitirán trabajar exclusivamente en las selecciones y sus competencias. Robustecer a las asociaciones provinciales para que sean el núcleo del desarrollo del balompié en cada zona, la organización de la Copa Ecuador, la configuración de un verdadero campeonato nacional de ascenso, la influencia académica con otra visión más contemporánea, la buena relación con la Liga Profesional y la representación internacional.

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2) Para ese cometido los dos postulantes, Selim Doumet y Francisco Egas, cada cual con experiencia ganada a través de los años, garantizan nuevos tiempos. Desde ese punto de vista, cualquiera sea el ganador, considero que la FEF tomará nuevos y mejores rumbos.

3) Otra innovación para los comicios es que todos los aspirantes deberán someterse al certificado de idoneidad que otorga la Conmebol, exigencia que está en trámite y se esperan sus resultados.

4) Es indiscutible que Selim Doumet nace de las estructuras de las asociaciones de fútbol del país, mientras que Francisco Egas de los clubes. Aquello ha generado un cuestionamiento lógico: ¿Es adecuado que el fútbol ecuatoriano sea gobernado por el poder absoluto de los clubes o una despolarización de ese poder serviría para crear los pesos y contrapesos que se necesitan en nuestro balompié? Tanto Doumet como Egas han defendido sus posturas de acuerdo a los fines políticos electorales que exigen los tiempos.

5) Es indispensable que Carlos Villacís informe con detalle el estado financiero que tiene la FEF al momento. Según Egas, la estructura de la Ecuafútbol es obsoleta y considera que está en crisis económica, mientras que Doumet va más allá: dice que profundizará una auditoría para saber cómo se la recibe.

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6) Aunque cada lista ha presentado sus adherentes, estos últimos días de campaña serán de mucha actividad, con el fin de sumar el voto que necesiten. En los medios de comunicación han contado sus planes y las promesas están en el orden del día. Sus estrategias van desde mostrar que las mujeres dirigentes tienen también un espacio importante en esta nueva era –como lo recalca Doumet–, mientras que Egas –con el lema “Soñar no cuesta nada”–, afirmó que “ganar una Copa América o llegar a las instancias finales en un Mundial, son objetivos que se pueden lograr. Ante todo esto el Bolillo Gómez, DT de la Selección, se frota las manos porque los dos candidatos le garantizaron la continuidad.

7) El universo de la votación está conformada de la siguiente manera: las asociaciones de Guayas y Pichincha tienen dos votos cada una; las 18 restantes asociaciones un voto. 24 clubes de la A y B, con dos votos cada uno suman 48 que completan los 70 votos. Quien consiga al menos 36 votos, será el flamante presidente de la FEF.

En fin, las cartas están sobre la mesa. Es muy posible que muchas argucias, leguleyadas, estrategias políticas, acusaciones de uno y otro lado –normales en el calor de las campañas– pongan tensas las elecciones. Sin embargo, los dos candidatos han ofrecido, luego de conocer los resultados, darse un abrazo y seguir apoyando el progreso de nuestro fútbol. Son los tiempos de promesas y todo eso suena bien. En la práctica ya veremos si fueron verdad todos esos ofrecimientos. (O)