Si algo permanece inalterable en el tiempo es la condición de favorito que aficionados, periodistas -y seguramente también varios de sus rivales- le conceden a Barcelona Sporting Club al comienzo de cada campeonato nacional, desde la edición inicial de 1957 a la actual. Lo que sí cambió es la capacidad de los toreros para hacer realidad esos pronósticos y ganar títulos con la frecuencia de antaño.

Del dominio avasallador de la década de los años 80, época de abrumador éxito cuando los amarillos se acostumbraron a dar vueltas olímpicas al quedarse con cinco de diez trofeos (1980, 1981, 1985, 1987, 1989) y con dos subtítulos (1982, 1986), Barcelona pasó a la noche de las pesadillas recurrentes (como irse en blanco, en cuanto a consagraciones, en la década inicial del nuevo siglo (un hecho sin precedentes para el club).

Si en 16 años -de 1981 a 1997- fue monarca en siete ocasiones, en los 15 posteriores Barcelona vivió la sequía más larga desde que compite en el certamen ecuatoriano. De estar en 1990 y 1998 cerca obtener la Copa Libertadores, pasó en 2000 y 2009 a salvarse dramáticamente de bajar a la serie B.

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Y aunque los canarios conserva el liderato como el máximo dueño de campeoantos del país (15), casi en la misma cantidad de tiempo en que no consiguió estrellas otros equipos se le acercaron a Barcelona en esa disputa. Por ejemplo, en 20 años Liga de Quito sumó siete; y Emelec, en 17 años, llevó seis trofeos a sus vitrinas.

Las estadísticas sentencian a Barcelona -pese a los paréntesis felices de 2012 y 2016 a nivel doméstico. Y en el plano internacional al avanzar a semifinales de la Libertadores en 2017, tras 19 años de larga espera- . Es indiscutible que perdió su condición de habitual ocupante del trono de monarca del país.

Lo habitual ahora son los desastres dirigenciales, deudas multimillonarias, inestabilidad institucional, demandas, renuncias de directivos que no completas sus periodos y contrataciones de futbolistas lesionados que fracasan. Incluso ya no es el conjunto más taquillero (Emelec lo fue en 2018).

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Para dos periodistas de larga trayectoria tantos males toreros se explicación en cuestionables gestiones dirigenciales.

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“Barcelona dejó de ser manejado hace mucho tiempo por sus socios, que antes pesaban. Pero desde que llegó Isidro Romero (1982), el club se desquició institucionalmente y comenzó a ser manejado por los patrocinadores, a los que los mueven otros intereses”, opina el historiador Alberto Sánchez Varas, quien cubrió para este Diario seis títulos amarillos y atestiguó los otros como aficionado (excepto el de 1950).

Del directorio actual, que preside José Francisco Cevallos, comentó que el exarquero cometió “tal vez una equivocación mayor” a la de introducir la política el club. “Su error fue no darse cuenta de que estaba siendo utilizado para ser candidato (a la prefectura del Guayas). Cevallos se sobredimensionó así mismo y creyó que haber sido ministro del Deporte lo hacía conocedor de política”.

Según Sánchez Varas la solución urgente es “institucionalizar al club. Es demasiado popular para no estarlo. No hay vida activa de los socios si a las asambleas van 150 y votan 400. La institucionalización servirá para no depender de los sponsors, que juegan con el club”.

Mario Canessa, exfutbolista de Patria y Guayaquil Sport, y exdirectivo de la FEF y de River Ecuador cree que la merma barcelonista para campeonar seguido tiene que ver “con la mala calidad de sus dirigentes. Han manejado al club con criterios ‘marketineros’ y lo han usado con fines políticos”.

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Explicó que “los directivos han querido ser campeones a toda costa” y para ello incurrieron en fichajes cuyos valores son ajenos a la realidad económica del país. “Dañaron el mercardo pagando sueldos altísimos”, dijo el radiodifusor.

Canessa no cree en soluciones a corto plazo porque “serían un parche”, y espera que “gente nueva gane las elecciones de Barcelona porque si se quedan los mismo no pasará nada”. Sugirió un cambio profundo “respetando las reglas financieras de la LigaPro y rendir cuentas”. Cree que a Barcelona le convendría encaminarse a la “transformación en sociedad anónima”, lo que permitiría a los toreros “estabilizarse y reestructurar su deuda. La sociedades anónimas salvaron a varios clubes en Chile”, aseguró. (D)