Gary Lineker (¿sí, fue él…?) decía que el fútbol es un juego de once contra once en el que siempre gana Alemania. Y en Alemania lo parafrasean afirmando que la Bundesliga es un torneo de once contra once donde siempre gana el Bayern Munich. Este es, posiblemente, el campeonato nacional con menos expectativas del mundo (menos incluso que la liga escocesa), pero los estadios se llenan igual en cada partido, de principio a fin. Un fenómeno extraño. La Bundesliga es, de todos modos, un producto excelente, muy cuidado. Pero esa falla de fábrica -un sempiterno galán y 17 actores de reparto- disminuye el interés del público global. Es difícil sentarse a ver Sttutgart-Schalke o Hoffenheim-Leverkusen sabiendo que no serán campeones y ni aspiran a serlo. Y resulta aburrido ver al Bayern contra los demás con la certidumbre que el Bayern ganará, como lo viene haciendo desde hace tantos años. No obstante ello, la liga alemana es la segunda en ingresos por derechos de televisión en el mundo, sólo por detrás de la Premier League. O sea, otro contrasentido.

El Bayern Munich ganó 23 de los últimos 40 campeonatos (58%), los últimos seis en serie. Ni Peñarol ni Nacional pueden mostrar este currículum en uno de los torneos más polarizados del mundo como es el uruguayo; tampoco el Celtic o el Rangers. Y es ultrafavorito para llevarse este también. Por eso, al paso de Guardiola por Bayern, aunque ganó 7 títulos en tres años, se lo considera un fracaso; de haber ganado uno sólo, pero que fuera la Champions, hubiese sido tildado de exitoso. Es que ganar el título local es casi obligatorio para los bávaros.

Borussia Dortmund, el único que se le acerca en alguna forma al club de Beckenbauer y Gerd Müller, logró arrebatarle cinco coronas en esas cuatro décadas. Poco. No obstante, el Dortmund tiene desde hace años un orgullo que nadie puede quitarle: es el club que más público lleva a su estadio en el mundo, con un promedio de asistencia de 79.712 espectadores por juego. Segundo está el FC Barcelona con 77.944, 3° el Manchester United (75.290), 4° el Bayern Munich (75.000) y 5° el Real Madrid (69.170). Se vendieron 13,5 millones de entradas en la edición 2017-2018 del torneo alemán, con un promedio de 42.439 aficionados pagantes en cada uno de sus 306 partidos. Muy por encima de la liga inglesa, que redondeó 35.870.

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Los clubes alemanes son un modelo de gestión. Lo conversamos con Abel Völkner, periodista peruano-alemán con treinta años de residencia en la patria de Goethe. Abel es director de la agencia Latinpress y trabaja con la Bundesliga. Le preguntamos:

-¿Qué es lo mejor de la Bundesliga...?

-La organización creo que es la mejor del mundo. No he visto ni en Inglaterra, ni en España y menos en Italia un montaje tan perfecto como acostumbran los alemanes. Todo es puntillosamente planificado. Los estadios son los mejores de Europa, no importa si es de una ciudad pequeña como Mainz, que solo tiene un escenario para 30.000 espectadores. Este es tan moderno que no le falta nada. La antigüedad de un estadio no pasa de tres a cuatro años. Frecuentemente los modernizan y el cuidado del césped para el fin de semana es increíble. Con luces artificiales que emulan la luz solar logran, incluso en el crudo invierno, mantener el césped verde y lindo.

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-¿El nivel futbolístico?

-El juego, como nosotros lo interpretamos en Sudamérica, deja mucho que desear si es comparado con otras ligas. Hay mucha uniformidad de sistemas, casi todos juegan a lo mismo. Presión intensa, velocidad, dinámica, sistemas tácticos que muchas veces no funcionan, porque la mentalidad los traiciona. Giovanni Trapattoni dijo que, aquí, la táctica funciona mientras el partido está 0 a 0. Se anota un gol y se olvidan de la táctica, aparece la voluntad teutona. “con todo para adelante a empatar”. Faltan genialidades, o son no deseadas, porque se piensa que pone en ridículo al rival. Muchas veces algunos jugadores de Sudamérica no logran triunfar aquí porque no se ponen a correr a lo descontrolado. Al final no encuentras dos o tres jugadores con los que te puedas agrupar y tocar el balón. El juego es intenso, van y vienen. De allí que se produzcan errores garrafales. El Bayern, por sus grandes jugadores, juega intenso y técnico, por eso logra vencer casi a todos.

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-No se ven tantas figuras en la Bundesliga, y no apuestan por los grandes fichajes...

-Las figuras siempre fueron un problema. Los triunfos de la Selección Alemana permiten creer que el éxito solo viene por medio de lo grupal, de un buen equipo y que no se necesita mucho de las figuras individuales. Jugadores como Maradona, Ronaldinho, Messi o Cristiano Ronaldo tendrían problemas aquí, primero porque no gustarían las sumas de dinero que ganan, y porque eso de ser idolatrados no agrada aquí. Lo que más pega es alguien como Thomas Müller, que no juega lindo, más bien tuvo éxito con un estilo de poca estética, pero de lucha. Aquí gusta Messi, pero mientras juegue en el Barcelona. Por eso no intentan mucho los clubes alemanes conseguir los servicios de las superestrellas de talla mundial. Jugadores como Robben o James llegan aquí solo al Bayern, y después de haber sufrido algún fracaso en el extranjero.

-Visto de afuera, lo que desluce a la Bundesliga es que es una liga de uno -el Bayern- los demás no pueden competirle. ¿Son conscientes de eso...? ¿Hacen algo para revertirlo...?

-Es cierto eso, y aquí también se discute mucho sobre el tema. La prensa trata siempre, al inicio de una nueva temporada, de que algunos clubes se atrevan a formular sus ambiciones de querer ser campeones, pero siempre terminan diciendo “vamos partido a partido” y las metas que se trazan son siempre de bajo perfil. Tienen temor a no lograr el objetivo y quedar como arrogantes. En años anteriores aparecieron algunos clubes que compitieron con el Bayern por el título. Un tiempo fue el Werder Bremen, que incluso logró ganar un campeonato; luego lo intentó el Bayer Leverkusen valiéndose de muchos sudamericanos como Lucio, Jorginho, Zé Roberto o el argentino Diego Placente. Pero ya sabemos qué pasó: Jorginho, Lucio y Zé Roberto terminaron yéndose al Bayern. Y siguieron otros como el Borussia Dortmund, que lograron quitarle el título, pero nuevamente se dio lo de siempre: Lewandoski, Hummels, Götze terminaron jugando en el Bayern. Lógicamente se debilitan los rivales y les cuesta nuevamente a volver a ser un verdadero retador del Bayern. Y algunos, como el Bremen, terminaron peleando su permanencia en la Liga.

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No obstante ello, Abel es un apasionado de la Bundesliga y cada domingo es uno más de las decenas de miles que repletan las tribunas de un campeonato que busca terminar con la “dictadura” bávara para situarse en un plano de total igualdad de espectáculo con la Premier inglesa y LaLiga española. (O)