Saúl Ñíguez no tiene goles feos. Volante de marca, pero con llegada frecuente, sus contactos con la red son a menudo cinematográficos. El zurdazo con el que puso a ganar al Atlético de Madrid sobre el Real es para un afiche del fútbol. Se equivocó feo Sergio Ramos en la salida, la robó el moreno Thomas, mandó un centro atrás, Saúl la empalmó con el alma y le salió una bala casi al ángulo. La incrustó en la red, alta, rotunda. El vuelo de Keylor Navas le dio el barniz de la espectacularidad. Gol bellísimo, fulminante. Son esas pequeñas proezas que uno imagina despierto de chico, con la cabeza en la almohada, la noche previa a un gran desafío.