Junto al lema de “la desaparición más triste” se exhibe en el Museo del Fútbol, en Sao Paulo (Brasil), una réplica del trofeo Jules Rimet, cuyo original era entregado desde 1930 y cada cuatro años a la selección monarca mundial y que finalmente reposó en manos de la Confederación Brasileña (CBF) luego de que el equipo de Pelé se alzó en 1970 con su tercera Copa en cuatro ediciones. Trece años más tarde, la presea representada por la figura de Niké, diosa griega de la victoria, fue robada y, aunque hubo conjeturas, no se supo más de ella.

Ya en vísperas de Inglaterra 1966, el trofeo había sido sustraído mientras estaba en exhibición. Pese a las investigaciones de Scotland Yard, la Policía de Londres, fue Pickles, un perro que daba un paseo junto con su dueño, quien halló la figura entre arbustos siete días después y devolvió el honor al pueblo inglés. Todo un héroe nacional entonces.

Pese a dicho antecedente, la CBF no guardó los suficientes recaudos en 1983. Y las consecuencias fueron fatales.

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El 19 de diciembre de ese año, cuatro ladrones sustrajeron el trofeo de la repisa en la que vagamente era cuidada. Antonio Pereira Alves, un gerente de banco que solía frecuentar las instalaciones –antes en el centro de Río de Janeiro– fraguó el robo, acorde con las investigaciones, con tres cómplices, entre ellos un joyero argentino.

Entonces, según recordó diario La Nación, el oro que componía la Jules Rimet estaba en alza en el mercado negro, razón suficiente para Pereira Alves, Juan Carlos Hernández –el orfebre–, José Luiz Vieira y Francisco Rocha.

Un testigo seducido inicialmente por Pereira Alves para participar en el robo fue clave al dar con los ladrones.

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Pese a una condena de hasta nueve años, ninguno de los sentenciados reconoció haber perpetrado el crimen. Tampoco hay evidencia documentada de que el trofeo fue fundido.

“Nosotros tuvimos que ganar tres campeonatos para quedarnos con la copa y viene un argentino y la derrite”, dijo hace unos años Murilo Miguel, investigador del caso. (D)

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30 centímetros
Esa era la altura del Jules Rimet original. El trofeo tenía 3,8 kg de oro puro y su peso total era de 5 kh. Contaba, además, con una base de mármol con nombres de los campeones mundiales.