Tras una nueva decepción el martes en un amistoso ante Turquía (1-1), la selección de Rusia aborda el Mundial que alberga desde el 14 de junio con sensación de crisis y más miedo que motivos para el optimismo, ante la amenaza de la pesadilla de cualquier anfitrión: caer en la primera fase.

A una semana de 'su' Mundial, el equipo de Stanislav Cherchesov acumula récords y datos negativos. No ha ganado ninguno de sus siete últimos partidos y su última victoria se remonta a un amistoso contra Corea del Sur (4-2) el 7 octubre de 2017.

La prensa local se hizo eco estos días de un dato que preocupa mucho: Rusia será el primer anfitrión de un Mundial desde hace 84 años en comenzar el torneo sin haber ganado ningún partido en los seis meses anteriores a la competición.

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"Todo va mal", tituló el miércoles el diario Sport Express, mientras que el otro periódico deportivo del país, Sovietski Sport, pide a su equipo "que no sea Sudáfrica". En 2010, los sudafricanos fueron el primer país organizador del Mundial, y hasta ahora el único, en quedar eliminado en la primera fase de la Copa del Mundo.

En esa primera fase, Rusia tendrá como rivales a Arabia Saudita, Egipto y Uruguay.

Rusia lleva meses jugando entre críticas, que afectan principalmente a Stanislav Cherchesov. Los exfutbolistas son especialmente duros con el entrenador.

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"No sufro por Cherchesov. Para mí, sus ideas son ridículas e irreales. No sufro por nuestro cuerpo técnico, que destruye nuestro fútbol. Sufro por nuestros jugadores", afirmó Andrei Kanchelskis, exmediocampista del Manchester United y de la selección rusa.

En dos años y después de haber renovado el plantel de la selección tras el fracaso de la Eurocopa-2016 (eliminación en la fase de grupos), Cherchesov no ha encontrado hasta ahora la fórmula, multiplicando las pruebas y teniendo incluso que improvisar medidas. (D)