El Rey de Copas, protagonista de tantas hazañas y tardes de gloria, el de los triunfos milagrosos y jugadores extraordinarios, se está yendo a la “B”. Es triste verlo a Independiente como un enfermo terminal, escuálido y ojerizo, listo para que pase la guadaña. Un club de 108 años que nunca descendió, con 16 títulos internacionales y 16 nacionales, con 85.000 socios hoy, en su peor momento. Le quedan 10 partidos para intentar la proeza de la salvación, pero no tiene fuerzas físicas ni espirituales. Apenas está para tomar el caldito de un empate.