Reciben burlas en algunas ocasiones. Los comentarios vienen de amigos y padres. Son porque ya pasan de los 15 años y ellos aún no tienen relaciones sexuales. Se los conoce comúnmente como castos o vírgenes.
En el caso de ellas sucede lo contrario, también en algunas ocasiones. Los consejos sobre cuidar su cuerpo y no tener relaciones sexuales, si es posible hasta llegar al matrimonio, se acrecientan en el hogar.
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“No se deje calentar la oreja”. “Los hombres solo quieren llevársela a la cama y dejarla embarazada”. “Mejor espere hasta que ya sea grande, mejor hasta que se case”, le dicen sus tías y su mamá a Karen, de 16 años, una adolescente que vive en el sector de La Florida, en el noroeste de Guayaquil.
Ella cuenta que no quiere tener novio aún porque dedica la mayor parte del tiempo a sus estudios secundarios y a practicar básquet, su deporte preferido. “Tengo prioridades, quiero ir a la universidad”, dice.
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No es la única que piensa así. Veintiuno de cien adolescentes con los que este Diario conversó en las provincias de Guayas, Pichincha, Manabí y Los Ríos (las que registran índices elevados de adolescentes embarazadas) aseguraron que no han tenido relaciones sexuales porque primero quieren cumplir las metas que se han trazado.
“A mi edad pienso en mis estudios porque miro mi presente y futuro. Con una profesión trabajaría y no sería simplemente ama de casa”, refiere María, de 15 años, una adolescente del cantón Paján, en Manabí. Acota que les dice “no” a quienes la pretenden como novia. Cree que piensa así porque en su hogar (en el que viven doce personas, entre hermanos, cuñados, padres y sobrinos) le dan consejos sobre sexualidad.
Marcos, de 14 años y quien estudia en un colegio fiscal en el norte de Quito, considera que el mejor anticonceptivo es la abstinencia. Por su forma de pensar recibe apodos hirientes de sus compañeros, quienes presionan a otros para que dejen de ser vírgenes. Critica la falta de experiencia de los docentes que hablan sobre sexualidad, así como la pasividad de muchos padres que prefieren que sus hijos aprendan estos temas en la calle o en la internet.
Gabriel, de 15 años, otro joven virgen y que no ha tenido novia, da consejos en las casas abiertas en donde participa el hospital materno-infantil Matilde Hidalgo de Procel, del Guasmo, en Guayaquil. Él es parte del club de adolescentes de esta casa de salud estatal.
Dice que la mayoría de los adolescentes con los que conversa no tiene proyecciones para el futuro, pese a que muchos tienen posibilidades socioeconómicas para estudiar.
“Muchos no quieren ir a la universidad, piensan que la vida es fácil y que siempre van a vivir mantenidos. Les digo que entonces se metan a una carrera técnica. Les cuento que quiero ser médico cirujano, que mi carrera dura unos once años. Y me dicen: ‘no, eso es de vagos, mucho tiempo de estudiar’”.