Comer es una necesidad fisiológica para el sano crecimiento, pero más allá de la nutrición, reunirnos en familia para servirnos los alimentos ofrece ventajas a nivel emocional.
La psicóloga clínica Verónica Espinoza explica que lo más importante a la hora de comer es compartir, sentarse a la mesa padres, hijos, tíos, abuelos, primos y así realmente sentir a la familia.
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Durante ese lapso tenemos la oportunidad de conversar, de contarnos lo que pasó durante el día, qué hicieron los chicos, etc.
“El objetivo de reunirse la familia para comer es sentir esa unión y desconectarnos un poco de la vida moderna y de la tecnología”, manifiesta Espinoza. De esta manera podemos descubrir qué piensan, qué sienten y qué les preocupa a nuestros hijos, a nuestra pareja o al resto de los familiares. Conocer así sus deseos y anhelos constantes.
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Según la especialista, está comprobado que la familia que almuerza o cena unida goza de niveles elevados de bienestar y son más felices. Espinoza agrega que la mesa familiar es donde el niño aprende más de la mitad de su vocabulario. “Más allá de una nutrición balanceada el objetivo es nutrirlos de afecto”, dice la experta.
Nutrir su confianza en los padres, estimularlos a que hablen de sus asuntos y nutrir la confianza en ellos mismos. Para que el momento de la comida sea un tiempo especial y de calidad se requiere que apaguemos el televisor, que muchas veces es el miembro de la familia que se gana toda la atención, y dejar fuera el celular.
La doctora Sandra Lozada Salazar, máster en nutrición y seguridad alimentaria, menciona que el comer con tu familia va a influir mucho en la calidad de alimentos que ingieras y en la cantidad.