EFE
MADRID.- La fascinación que causó en Gabriel García Márquez tocar por vez primera la nieve, la incomodidad de la fama al convertirse en un autor de éxito o los desvelos que le causó Cien años de soledad son revelados en Gabo. Cartas y recuerdos, una obra hilvanada por Plinio Apuleyo Mendoza desde la atalaya de amigo íntimo.

Apuleyo Mendoza (Tunja, Colombia 1932) se presenta sin dilación como un “viejo amigo” del premio Nobel, de los que “leían sus manuscritos” antes de que el autor de La hojarasca alcanzase el éxito.

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Gabo. Cartas y recuerdos, publicado por Ediciones B en España y Latinoamérica, traza un “perfil muy humano” del célebre escritor, a quien Apuleyo Mendoza conoció a finales de la década de 1940 en Bogotá siendo dos jóvenes aspirantes a periodistas. Sin embargo, sería París la ciudad en la que se forjaría su amistad, en los años 50.

Plinio Apuleyo Mendoza evoca cómo en esa época García Márquez, quien fue separado como corresponsal del diario colombiano El Espectador en París, comenzó a “pasar hambre” mientras escribía El coronel no tiene quien le escriba, aunque se negaba a aceptar dinero de los amigos. Luego harían un periplo por Europa y se desilusionarían del socialismo. “Perdimos la fe, pero cuando surgió la revolución cubana la recibimos como algo nuevo” en el mundo comunista y en el latinoamericano, precisa Apuleyo Mendoza. El primer obstáculo en su amistad la pondría, en 1971, el encarcelamiento del poeta cubano Heberto Padilla.

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Casi todos los escritores, dice, apoyaron una primera carta de protesta por el proceso contra el poeta cubano que contenía la firma de García Márquez y que fue incluida por Apuleyo Mendoza al no localizar al premio Nobel. Fue García Márquez quien le aclaró que él no quería figurar en esa misiva. Fidel Castro pidió conocer al colombiano y “hasta hoy son amigos”.

Gabo. Cartas y recuerdos retrata en sus páginas el ejercicio como periodistas en Caracas, Bogotá o La Habana, al tiempo que compartían la misma devoción por la literatura. Con la aprobación de uno de los hijos de García Márquez, Rodrigo, del que Apuleyo Mendoza es padrino, el autor ha incluido once cartas inéditas que el premio Nobel le envió desde México mientras escribía Cien años de soledad. ‘Gabo’ pensaba que “podía ser una catástrofe o un gran acierto” y que entendía como “un largo poema de la vida cotidiana”.

El libro ayer presentado, que tuvo una edición anterior en el 2002 pero sin las once misivas, incluye una colección de fotografías y en una de ellas ‘Gabo’ aparece junto a Mario Vargas Llosa, José Donoso y sus respectivas mujeres, en Barcelona. Una instantánea irrepetible, porque Apuleyo Mendoza cree que “es tarde” para sellar de nuevo una amistad que, además, duda de que hubiera podido “perdurar” por las diferentes posiciones políticas de Vargas Llosa y García Márquez.

Apuleyo Mendoza –quien también publicó El olor de la guayaba, en la que recoge sus diálogos con el Nobel colombiano– confiesa no saber a ciencia cierta sobre el estado de salud de Gabo, con quien no tiene contacto desde hace dos años.