Más que de Django desencadenado, hay que hablar de Quentin Tarantino desencadenado. Superior a su previo Malditos bastardos, esta revisión del mítico personaje de Django, clave en la historia del western europeo, permite al director norteamericano lucir la galería completa de sus recursos narrativos, incluido su humor socarrón que emplea inesperadamente en las escenas menos predecibles, jugando mejor que nunca con esa fórmula de reciclaje cinematográfico, mezclando varios géneros, que tan buenos resultados le ha dado durante su trayectoria.