AP-EFE
BUENOS AIRES.- Seis pesos por día ($ 1,21). Según el gobierno, esa cifra alcanza para comer durante un día.

Pero en las calles de la capital, los 6 pesos no bastan para más de un paquete de goma de mascar o un frasco de yogur o un simple alfajor. Esta golosina tradicional de dulce de leche o chocolate es deliciosa, pero apenas satisface lo que el gobierno denomina “requerimientos normativos kilocalóricos y proteicos imprescindibles para que un hombre adulto, entre 30 y 59 años, de actividad moderada, cubra durante un mes esas necesidades”.

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Mientras el Fondo Monetario Internacional (FMI) se aprestaba a sancionar a Argentina por datos inflacionarios imprecisos, The Associated Press revisó precios en Buenos Aires y no pudo hallar una lata de gaseosa por menos de 8 pesos ($ 1,61). Incluso, un emparedado de jamón y queso –sin lechuga ni tomate– costaba 13 pesos ($ 2,67) en un negocio céntrico.

La tasa oficial de inflación se basa en gran parte en lo que el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) indica, que es el costo de 27 productos de la canasta básica, que mide el mínimo que una persona extremadamente pobre necesita consumir. El dato reciente señala que la canasta básica mensual de una familia costó 179 pesos ($ 31,16) en diciembre, esto equivale a 5,99 pesos ($ 1,21) por día, por persona.

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El FMI perdió la paciencia con estos números después de pedir durante años a Argentina mejorar su medición inflacionaria, que perdió credibilidad en el 2007 después de que personas designadas reemplazaron a especialistas en estadística. La nueva metodología, que desde entonces ha mantenido la inflación oficial en el rango del 10%, no ha sido explicada del todo, a pesar de que los consumidores se quejan de los crecientes costos de la carne y otros productos básicos.

Expertos del FMI y economistas argentinos han pasado meses trabajando con representantes del gobierno para recomendar formas muy detalladas para obtener cifras más precisas otra vez, pero el régimen aún debe adoptarlas.

El organismo internacional está ahora en el 12º de quince pasos para sacar a Argentina la “tarjeta roja”, como lo describió la directora gerenta del FMI, Christine Lagarde, para los países que no siguen las reglas.

El pasado lunes, el Indec anunció que la inflación argentina fue de solo 10,8% en el 2012, aunque economistas privados calculan que fue del 26% o más, la peor en América Latina.

Según cálculos oficiales, la inflación es uno de los principales problemas de la economía argentina. La percepción de la sociedad arroja un panorama más preocupante: ocho de cada diez argentinos consideran que la inflación llegó al 30% y creen que en el 2013 se mantendrá en un nivel similar, según la última encuesta elaborada por la Universidad di Tella.

El gobierno de Cristina Fernández, que no reconoce las elevadas tasas de inflación pero negocia con los sindicatos subidas salariales superiores al 20%, resta importancia al avance del dólar en el mercado negro.

La evolución del dólar “no debería incidir en la definición de costos de los formadores de precios”, dijo la presidenta del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont.

“El dólar billete ha quedado asociado a la demanda por turismo, con un gran impacto estacional”, agregó la funcionaria, para quien la cotización paralela “es marginal y no incide en el funcionamiento del mercado de cambios”.

Las restricciones cambiarias impuestas por el gobierno argentino y el aumento de la demanda de divisas por la temporada de vacaciones del verano austral han disparado la cotización del dólar en el mercado paralelo, que ha proliferado en el país.

El dólar abrió ayer a 7,51 pesos en las denominadas ‘cuevas’ (casas de cambio paralelas) frente a la cotización oficial, fijada en 4,96 pesos por dólar.

En lo que va del año, la cotización del dólar en el mercado negro ha crecido en alrededor del 10%, según analistas locales, que no ocultan sus reservas sobre el impacto de esta escalada de la divisa en las elevadas tasas de inflación del país.

Esta situación “no solo exacerba las presiones inflacionarias, pues no pocos precios se forman con esa referencia, sino que además puede comprometer la estabilidad financiera”, advertía el economista Federico Muñoz.

Pese a los insistentes llamados del gobierno para impulsar el ahorro en pesos, los argentinos mantienen su preferencia por el ahorro en dólares.