Igual como ha sucedido siempre, el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca (Magap) no atiende al agro en el tema del minifundio, comúnmente llamado lote o parcela de tierra donde habitan miles de campesinos con necesidades graves.
Estas familias, por los escasos niveles de producción, hacen grandes esfuerzos para conseguir ingresos modestos sin disfrutar del famoso “buen vivir” y lejos de vencer a la pobreza. Tienen restringido acceso al crédito, no cuentan muchos con los documentos que prueben ser dueños de sus predios, y no pueden conseguir préstamos; resultando más crítico en los páramos y tierras inundables.
Al analizar el total nacional que abarca 842.82 unidades de producción agropecuarias, 248.398 lotes tienen menos de una hectárea, lo que representa el 29,48% del total nacional; 117.660 parcelas tienen de una hasta menos de dos hectáreas, lo cual corresponde al 13,96% del total nacional; 78.850 lotes tienen de dos hasta menos de tres hectáreas, lo que equivale al 9,35% del total nacional y 90.401 parcelas tienen de tres hasta menos de cinco hectáreas, lo que equivale al 10,72% del total nacional.
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Es decir, el 63,51% del total nacional de las unidades de producción agropecuarias del país están incluidas en el rango desde menos de una hectárea hasta menos de cinco. Lo cual deja claro que en estos lotes importantes, pero olvidados, hay subaprovechamiento del pequeño espacio rural y heterogeneidad en cuanto al tamaño y número de las parcelas con diversidad de árboles maderables y frutales, miniporciones de cultivos para subsistencia y algo para mercado interno; además de unos cuantos animales menores.
Este reflejo de la pobreza es una realidad innegable que debe cambiar si proyectamos estas tierras como espacios de contribución al desarrollo nacional, para mejorar paulatinamente la economía y así reducir la creciente deuda social campesina; pero al momento no hay hechos concretos relativos a la lucha contra la pobreza campesina.
Fulton Quintana Cabrera,
ingeniero agrónomo, Guayaquil