Cerca de mil personas, en su mayoría inmigrantes mexicanos, colmaron el pasado jueves la iglesia San Pío, en el barrio de Pilsen, en Chicago, en una misa de homenaje a la cantante Jenni Rivera, donde hubo canciones y ofrendas de rosas a la Gran Señora.

“Ella dijo en su último disco que somos joyas prestadas y es verdad, somos joyas prestadas por Dios”, dijo el párroco Brendan Curran en la homilía.

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El cadáver de Rivera fue cremado en Monterrey y sus familiares partieron el jueves con sus cenizas hacia Los Ángeles.

La familia dijo que guardaba una pequeña esperanza de que siguiera viva, de que la cantante pudiera haber sido víctima incluso de un secuestro y no hubiera abordado el avión.