Los ojos de Byron Velásquez Briones, seguidor de Emelec, se enrojecen cuando recuerda el 10 de noviembre último y vio llegar a su madre, Norma, a la Penitenciaría, donde seis días antes había sido recluido por un crimen (el del hincha de Barcelona, George Michael Murillo León), que asegura no cometió. Le indigna el daño moral que sufrió tras ser acusado. Por eso pide al ministro del Interior, José Serrano, que se disculpe (el 6 de noviembre él expresó: Con la prueba electrónica se determina que –Lagartija– utilizó un arma de fuego..., lo que da más certeza a la investigación judicial). “Así como salió a decir que yo era asesino y casi me sentenció públicamente; por mi madre, por mi hermano, por mi hija, mi mujer, debería rectificar”. Con sus abogados, Osvaldo Dávila y Hernán Ulloa, planea demandar al Estado por todo el daño que le han causado.

Ese 4 de noviembre era de Clásico, ¿cómo se preparaba?
A las 06:00 ya estuve de pie. Ansioso. Nos reunimos aquí (en su casa de Durán). Y a las 09:00 salí con mi bus. De ahí pasamos por varios barrios recogiendo a la gente, porque Durán 14 es de todo el cantón.

¿Qué pasó en el trayecto?
Cuando íbamos por la mitad del camino hacia el malecón se dirige a un patrullero. Me acerqué a un policía que me preguntó: ‘¿Muchachos dónde se van a reunir?’. Le indiqué que íbamos a estar en el malecón de la Abel Gilbert. Me preguntaron a qué hora íbamos a salir. Le dije que a la una porque los barcelonistas iban a salir a las nueve o diez. Él respondió: ‘Mejor, para que ni se encuentren, perfecto...’.

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¿En qué sitios estaban las dos barras?, ¿a cuánta distancia?
Nosotros estábamos en la Abel Gilbert, los barcelonistas en la Primavera 2. Bien separados, en ciudadelas diferentes. A unos quince o veinte minutos a pie. Luego los vimos salir, mientras esperábamos que viniera un grupo de Guayaquil que iba a hacer la caminata. Queríamos hacer el carnaval hasta llegar al puente. Ahí haríamos una gran tocada...

¿Salió de la Abel Gilbert?
No, estábamos esperando. De pronto, así como a las once o doce, comienzan comentarios de que había problemas. Como estábamos en el malecón se veía al puente, los carros aglomerados; preguntábamos por mensajes, nos decían que algo pasaba con los contrarios. Los que venían de Guayaquil me dijeron: ‘No vamos, se armó un zafarrancho (problema); hay bala y todo...’.

¿Cómo reaccionaron ustedes?
Nos preocupamos y les dije a los muchachos: ‘¿Y ahora, qué hacemos?’; la decisión fue salir. ‘Vamos a salir –les dije–, pero vamos a aguantarnos aquí hasta que se solucione todo; y ellos se vayan’. No me iba a arriesgar, había niños, mujeres.

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¿Qué hizo su grupo ante la alerta de los problemas?
Esperábamos tranquilos. De pronto llega la Policía: primero llega una moto, luego otra y otra; no sé cuántas... Pregunto: ‘¿Disculpe, quién está a cargo del operativo?’; y me dicen: ‘Mi comandante (Tcrnel. Diego) Sandoval’. De pronto llega al sitio el famoso comandante Sandoval y me acerco. Estoy acostumbrado a hablar con la Policía para armar operativos y salir a las caminatas por seguridad, como debe de ser... Algunos amigos siempre me decían, ‘pero cómo te vas a subir a un patrullero’, pero yo confiaba en la Policía...

¿Qué hizo Diego Sandoval?
Me acerco a él y le comento: ‘Mire yo quiero salir con mi gente para hacer la caminata; iba a salir al puente, pero ya no; no tengo tiempo. Sé que ha habido problemas en el puente, pero quiero salir... Dígame cómo podemos hacer para armar el operativo’; ahí me dice: ‘Acompáñame, vamos a armar el operativo para que salgas con tu gente... Vamos aquí al PAI’; yo le digo: ‘Pero vamos caminando’; el me dice: ‘No, súbete, súbete’, fui con él.

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¿Hacia dónde se dirigieron?
A lo que me subo escucho que él decía: ‘Ya lo capturé; ya está capturado’. Entonces, yo le digo: ‘Como que capturado’. Él me responde: ‘Sí, sí vamos, que tú has disparado y has matado a alguien; y otro está herido...’. Entonces, le refuto: ‘Pero si usted sabe dónde me encuentra, yo ni siquiera sé del problema’; ‘No, no, vamos que hay dos testigos (hinchas de Barcelona que se retractarían luego y dijeran que fueron presionados por la Policía para culparlo) que te reconocen’. Sin saber que a esos chicos los tenían sometidos adentro de dos patrulleros, con vidrios oscuros, pasaban tapados; a mí me metieron en un cuarto...

¿Qué pasó toda esa tarde?
Ellos (los policías) ya habían hecho la película. Los hacen ir a los supuestos testigos al Cuartel Modelo. Ahí también tenían un carro (bus con 20 hinchas de Emelec que llegó desde Machala) que habían detenido. Tenían un arma. No era mi caso. Pero me treparon en ese bus para llevarme a la PJ (Policía Judicial). Apareció el señor este (Sandoval) y me dijo: ‘Tú eres loco, los manes te vieron’; yo le pido: ‘Hágame la prueba de parafina’, anticipándole que prendí bengalas y fósforos; y me decía: ‘No, si tú no eres no te va a salir, porque es distinta la pólvora, es distinta’, me decía.

¿Qué sucedió en la PJ?
Me investigaron todos los agentes; creo que todos los que estaban de turno, eran cerca de quince siquiera... Y se preguntaban: ‘¿Quién te lo entregó?, ¿quién lo trajo?’; y decían: ‘Mi comandante’.

¿Quién era ese comandante?
(Diego) Sandoval pues; y así él no quería firmar nada. Porque supuestamente me detiene, pero él me entrega a dos policías, los que hicieron el parte, ellos se portaron superbien conmigo. Me dieron de comer, me dieron agua. Eran dos muchachos que se sentían asustados. Entre ellos se decían: ‘Vas a ver el pito que vamos a tener por esto, por este man (Sandoval); ¿por qué no firma el parte?’; yo solo escuchaba nomás...

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¿Cuánto tiempo fue indagado por los agentes de la PJ?
No recuerdo, pero me sacaron las esposas, me dieron permiso para ir al baño. Era un camino que tenía monte y pampa pa’ correr largo. No sé por qué lo hicieron: si fue para probarme. Fui al baño, oriné y volví. ‘¡Ah, no te fuiste!’, me dijeron. ‘Por qué me voy a ir’, les respondí. Hice amistad con ellos, me decían: ‘Ahí está pues tu Emelec, ya va perdiendo 1-0; después 2-0; y así... Más me dolía mi Emelec cómo había perdido, que estar preso...

¿Durmió ahí en la PJ?
No, me llevaron a la audiencia en Durán; al siguiente día pasé a la Peni... Fui a Cuarentena y luego Renacimiento.

¿Cuándo se enteró de la existencia de los videos?
Había un televisorcito en el pabellón. Primero no quería ver las noticias, no quería nada. Después los vi. No soy asesino y siempre tuve fe de que saldría... Desde que vimos los videos mis compañeros de la cárcel me decían “el hombre más inocente del penal...”.