QUITO.- La capital se convirtió en la última parada de la gira sudamericana de un irreverente Marilyn Manson, el ícono contemporáneo del rock industrial mundial.
QUITO.- La capital se convirtió en la última parada de la gira sudamericana de un irreverente Marilyn Manson, el ícono contemporáneo del rock industrial mundial.La expectativa fue evidente entre los más de 10.000 espectadores que se dieron cita en el coliseo General Rumiñahui la noche del pasado martes, fecha en la que el Reverendo decidió posesionarse de la ciudad.A las 23:00, tras una hora y media de espera y con un público inquieto por la presencia de Manson, se desplegó un manto negro que cubrió el escenario. Luces blancas y tenues dejaban entrever siluetas de tres músicos, pero el cuarto, el más esperado, aún no se dejaba notar.Minutos después se hizo la oscuridad total y una voz gutural salió entre las sombras. Un eco inmenso se confundió con los gritos frenéticos de los miles de fans de la agrupación norteamericana.Cayó el manto negro y al tiempo se escucharon bajos y acordes de guitarra poderosos, mezclados con una voz inconfundible. Manson apareció con una máscara, de negro, en una especie de ritual histriónico de gran impacto que prácticamente hipnotizó a todos los asistentes.Por varios minutos, todo el coliseo se vio iluminado por las luces de los celulares y cámaras. Los fanáticos no quisieron perderse ni una sombra de este peculiar artista que ha basado su carrera en la irreverencia a sistemas establecidos, como la moda y los dogmas religiosos.Todo el diálogo fue en inglés, pero aprovechó cada oportunidad para gritar el nombre de Ecuador en su precario español: “Ustedes son el centro del maldito universo”, decía, y mostraba su complacencia con su público, al que además le dedicó temas como Non Reflection: “Esta canción es para ustedes”, gritó.Una bandera tricolor apareció. Manson la tomó y se cobijó con ella, la besó y el público simplemente deliró.La fiesta continuó de corrido. En menos de 25 minutos ya desplegaba su fuerza a través de cinco canciones, entre ellas Sweet Dreams, Rock Is Dead o el cover de Depeche Mode Personal Jesus, al estilo Manson.Pero no solo su música deleitó a los asistentes, sino también su estilo al manejarse en el escenario: una daga acoplada en su micrófono, por ejemplo, sirvió para partir una lata de cerveza, una de las tantas que lanzó al público.Su inconformidad con los moldes sociales fueron cuestionados a través de su apariencia: se convirtió en sacerdote por instantes, en otros se volvió en una famosa pero decadente personalidad, después se convirtió en él mismo, con sombreros, máscaras, incluso utilizó una pistola que lanzaba gas blanco, el cual lo esparció entre los asistentes.Un púlpito gigante, con el sello de un trueno negro en un fondo blanco y de bordes rojos, sirvió para escenificar su Antichrist Superstar. Un libro, quizás religioso, fue destruido y se engulló sus hojas, las escupió y luego lanzó el texto.El espectáculo se aproximaba a su final, no sin antes poner a saltar a los presentes con su Beautiful People.A las 00:00 agradeció a los fanáticos haciendo venias a su modo. Se despidió con la expresión: “Ecuador, you kick asses” (Ecuador, ustedes patean traseros). Acto seguido dio la media vuelta y se alejó del escenario.","isAccessibleForFree":true}
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Marilyn Manson provocó una hipnosis masiva en el Rumiñahui
QUITO.- La capital se convirtió en la última parada de la gira sudamericana de un irreverente Marilyn Manson, el ícono contemporáneo del rock industrial mundial.
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