Viajó a Cuba en el 2010 sin saber que de su experiencia nacería un libro. En su cartelera de referentes literarios ya se había ganado un lugar el poeta de ese país José Lezama Lima. Pero fue a partir del recorrido por las calles de la isla caribeña que Marcelo Báez Meza decide rendir homenaje al escritor.
El mismo mar de todas Las Habanas es el nombre de la recopilación de más de 70 poemas –la mayoría dedicada a Lezama– que el escritor guayaquileño finalizó en octubre pasado y con la que ganó el concurso Aurelio Espinosa Pólit, de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE). Hoy se realiza la premiación en Quito.
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“Tuve la oportunidad de estar allí (La Habana) para un festival de poesía y fue como una eclosión, surgieron las ganas de poetizar una isla de la que siempre había leído, cineastas cubanos que conocía, su música”, cuenta Báez y asegura llevar siempre a sus viajes dos diarios, uno poético y uno narrativo, para anotar sus impresiones.
Es así como él justifica que el escritor no busca el libro, sino que el libro llega al escritor, y que todo viaje, ya sea real, imaginativo o simbólico siempre produce una obra.
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En su antología El viajero inmóvil (2008), Báez describe a Lezama como “el prototipo de escritor universal que vive en un provechoso sedentarismo”, personaje con el cual encuentra similitudes. Dice que el autor cubano de Paradiso, su obra cumbre, era un cosmopolita, pese a haber viajado solo tres veces al exterior.
Uno de los rasgos principales de la obra de Báez es su sencillez en el lenguaje, forma que se aleja sobremanera de la narrativa de Lezama. “El tono es accesible y translúcido, busca llegar a la mayor cantidad posible de lectores, lo cual es contradictorio porque Lezama era un escritor muy difícil, muy hermético y barroco”, señala, al tiempo de manifestar que es justamente esa paradoja la intención de su libro.
José Lezama Lima (1910-1976) fue uno de los escritores más prestigiosos de Cuba, aunque su novela Paradiso (1966) fue, en principio, criticada por los sectores más conservadores. La obra describe la vida de José Cemi, con tintes autobiográficos. Báez decidió hacer una alusión a este personaje y en el concurso participó bajo el seudónimo José Ce Moi.
“El libro es una mezcla de poemas tradicionales en verso interpolados por prosas poéticas”, explica el autor, quien cumple una función de mediador entre su poesía y la vida del autor cubano. “A ratos sentí que Lezama era un ventrílocuo y me hacía hablar a mí”. Sin embargo, recalca que no busca imitar su voz, pues su prosa dista del estilo barroco. Báez escribe en verso libre, cuidando la rítmica y la eufonía.
“Creo que un poeta debe conocer las leyes de la métrica tradicional y de las rimas, porque es la única forma de poder romperlas”, agrega.
Para el narrador de 43 años, otros de sus “dioses” son Jorge Luis Borges, Gabriel García Márquez, Julio Cortázar, William Faulkner y James Joyce.
El autor y docente de la Espol ha publicado trece libros, entre los que destacan Puerto sin rostros (1995), Hijas de fin de milenio (1996) y Palincesto (1998), y ha ganado doce premios nacionales de literatura.
Asegura, ante todo, ser un cinéfilo enmascarado de escritor. Y en el 2006 publicó El gabinete del doctor Cineman, un compilado de crítica de cine.
Sobre el valor del Aurelio Espinosa Pólit, dice que lo más importante es que da la posibilidad de ser leído, pues, según él, los escritores ecuatorianos viven en el anonimato.
Galardón
El premio otorgado por la PUCE consiste en un incentivo de $ 5.000 y la publicación del libro.
El jurado estuvo formado por Cristóbal Zapata, Vicente Robalino y Fernando Balseca.
La edición 37 del concurso fue únicamente de poesía y recibió 121 trabajos.