JORGE MARTILLO MONSERRATE
jotamartillo@yahoo.es.- Él inventó su propio cementerio. Un cementerio donde los muertos no descansan en paz.

Ese camposanto, trepado en una colina de Spoon River, es el que yo recuerdo cada vez que visito el Cementerio de los Extranjeros –sembrado en esa colina a orillas de las calles Julián Coronel entre Riobamba y Ximena–.

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Él es Édgar Lee Masters, un clásico de la literatura norteamericana. Su historia podría resumirse en que durante toda su vida publicó 35 libros –poesía, novela, teatro, ensayo, biografía, historia y filosofía–. Pero con uno solo de ellos logró: revolucionar la poesía, reconocimiento y fama.

Sin embargo, como atrapado en una tragedia griega, él jamás logró superar, ni siquiera igualar a su Antología de Spoon River, poemario compuesto por 245 epitafios que surgieron de sus entrañas con deslumbrante lucidez. Así ese éxito literario que publicó en 1915, se convirtió en su larga y desesperante caída.

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Édgar Lee Masters nació en Garnett, Kansas, en 1869. Su padre, un abogado radicado en Illinois, pero que en 1880 se traslada con su familia a Lewiston, ciudad próxima al río Spoon. Es cuando Lee conoce y convive con ese río. Aunque su vocación era la literatura, por influencia de su padre, estudia leyes. Cuando se independiza reside en Chicago donde ejerció una abogacía combativa y traba amistad con escritores de izquierda como el poeta Carl Sandburg y el narrador Theodore Dreiser.

Según el argentino Alfredo Casey, autor de la antología Dos siglos de la poesía norteamericana, Lee Masters estuvo influenciado por Poe, Keats, Shelley y Swinburne.

A sus 29 años empezó a publicar sus poemarios –Un libro de versos; La sangre de los profetas y Cantos y sonetos– pero bajo seudónimos. Aunque con su verdadero nombre publicó seis obras de teatro.

La vida de Lee Masters empezó a cambiar en 1913, cuando tenía 44 años es que William Marion Reedy, director de la revista literaria Reedy’s Mirror, puso en sus manos la Antología Griega, una compilación de epigramas y epitafios. Ese libro le proporciona la idea para su Antología de Spoon River. Primero publicó unos poemas sueltos en la revista.

En 1915 como libro que inmediatamente se convirtió en el libro de poesía más leído de la historia de los Estados Unidos, superando incluso a Hojas de Hierba de Walt Whitman. Aunque algunos críticos la consideraron “una obra maestra del cinismo” y “periodismo sensacionalista”, pero otros la denominan “Comedia Humana de América”, en alusión a la obra del francés Honoré de Balzac.

Solo en 1915, año de su publicación, se vendieron 19 ediciones, algo inusual en un poemario. Fue dramatizada y representada con éxito en Broadway.

Antología de Spoon River transformó tanto la vida de Lee Masters. En 1920 abandonó la abogacía para dedicarse exclusivamente a la literatura. Se separó de su esposa y sus tres hijos para volverse a casar. Se establece en Nueva York y empezó a publicar hasta dos libros por años de diversos géneros pero de modesta calidad. En 1924 intenta volver a la gloria con El nuevo Spoon River, no obstante la obra fue calificada como mediocre. En 1936 publicó su autobiografía Al otro lado del río Spoon. Sacando cuentas, después de Antología de Spoon River publicó 34 libros pero sin el mismo suceso de aquel texto.

En el ensayo: Antología de Spoon River, un modelo del universo, Jorge Arias desentraña dicha obra: “En los poemas de la Antología, imaginaria colección de inscripciones sepulcrales del cementerio del pueblo de Spoon River, sus habitantes revelan sus secretos, se definen, discuten entre sí, dicen francamente las luchas de los débiles contra los poderosos, el fracaso del idealismo, la ruina de las virtudes de los antiguos pioneros ahogadas por el avance de la civilización del dinero, la inmoralidad y la hipocresía del sistema judicial, la codicia, la locura y la tontería; pero también dicen la fe en la vida, el coraje, el heroísmo y la exaltación mística.(...) Diversas historias se entrecruzan en la Antología, y aun una misma historia es presentada en dos versiones contradictorias”.

Como la poesía hay que leerla, repasemos tres epitafios de Lee Masters: “Benjamin Pantier. Juntos en esta tumba yacen Benjamín Pantier, procurador,/ y Nig, su perro, fiel compañero, solaz y amigo./ Por el camino gris, amigos, niños, hombres y mujeres,/ desaparecieron uno a uno, y así quedé solo/ con Nig, compañero de cama, camarada de tragos./ En la mañana de la vida supe de aspiraciones y vi la gloria./ Entonces ella, que me sobrevive, entrampó mi alma/ con una trampa que me desangró hasta morir”.

“La señora de Benjamín Pantier. Sé que él dijo que yo entrampé su alma/ con una trampa que lo desangró hasta morir./ Y todos los hombres lo amaron/ y la mayoría de las mujeres se apiadó de él./ Pero supongamos que tú eres una verdadera dama/ y tienes gustos delicados,/ que detestas el olor del whisky y de las cebollas. (…)Luego supongamos que tú eres una mujer bien dotada,/ que el único hombre con quien la ley y la moral/ te permiten tener relaciones maritales/ es precisamente el hombre que te llena de repulsión/ cada vez que piensas en eso –mientras piensas en eso cada vez que lo ves./ Por eso fue que yo lo eché de casa,/ a vivir con su perro en un cuartucho,/ al fondo de su propia oficina”.

“Trainer; El Droguista. Solo el químico puede decir, aunque no siempre,/ lo que resultaría de la mezcla/ de fluidos y sólidos./ Pero, ¿quién puede decir/ cómo los hombres y las mujeres obrarán entre sí,/ o qué clase de niños prohijarán?/ Benjamín Pantier y su esposa,/ buenos en sí mismos, eran malignos el uno para el otro:/ él, oxígeno; ella, hidrógeno;/ y sus hijos, un fuego devastador./ Yo, Trainer, el droguista, mezclador de sustancias químicas,/ muerto mientras hacía un experimento, viví soltero”. Son tres voces que muertas nos cuentan y gritan sus historias de vida.

En sus últimos años, el exabogado vivió amargado por su fracaso. Sobreviviendo por los préstamos que le daban sus pocos amigos. Falleció el 5 de marzo de 1950 en Melrose Park, Filadelfia. Al morir a sus 82 años, Édgar Lee Masters, el poeta de los epitafios, solo poseía su cementerio poblado por voces y fantasmas. Ese panteón que inventó para terminar enterrado en vida en él. En su Spoon River donde nadie descansa en paz.