De clima frío y con lloviznas en todo el año, San Miguel de Tulcán (Carchi) está ubicada a 3.000 metros sobre el nivel del mar y por ello es la capital provincial más alta del Ecuador.

Pero Tulcán es también la sede de un destino turístico muy especial: el cementerio José María Azael Franco Guerrero, una obra esculpida en el más viejo ciprés que haya en Ecuador y que para este feriado del Día de los Difuntos (este 2 de noviembre) espera recibir más de 50 mil visitantes.

Allí, la frescura de la naturaleza y el aroma a ciprés reciben a los visitantes de las tumbas de sus seres queridos y, como expresa Ricardo León, fotógrafo del camposanto que labora en silla de ruedas, “a miles de turistas que se quedan maravillados por esta gran obra verde”, situada en las avenidas Cotopaxi y El Cementerio, en el noroccidente de la ciudad.

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Para los extranjeros y locales, este cementerio es un sitio de los muertos que pertenece a los vivos porque cuando se llega a este lugar se vuelve entrañable en sus memorias. “Es como si los arbustos velaran las almas de día y noche, mientras la tranquilidad se siente en el trayecto de los caminos, bajo los arcos y en las esquinas arbóreas”, coinciden turistas.

Visitar a los seres queridos en el cementerio de Tulcán en este feriado es solo una alternativa. Para los turistas, la otra opción es pasear, conversar, meditar y admirar sus esculturas.

Con una extensión total de 8 hectáreas, este camposanto, hasta ahora administrado por el Municipio de Tulcán, fue concebido en 1936 para reemplazar al que había quedado semidestruido por el terremoto que azotó a la ciudad de Tulcán en 1923.

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En 4 hectáreas los visitantes pueden admirar más de 300 figuras elaboradas en cipreses y divididas en dos zonas.

Un área está ubicada en la parte posterior del camposanto y se denomina Altar de Dios; aquí se encuentran figuras de las culturas romanas, griega, inca, azteca y egipcia.

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Esta zona fue construida por quien se considera el creador del cementerio, José María Azael Franco Guerrero, quien en 1936 se desempeñaba como director de Parques del Municipio de Tulcán y dispuso el inicio de la poda artística de los cipreses. De él hereda el nombre este camposanto en el 2005 (antes solo se lo conocía como cementerio de Tulcán).

Los restos de Franco yacen en una tumba de este cementerio desde la década del 80. Su hijo Benigno Franco, de al menos 70 años, se encarga de la poda de los árboles desde hace unos 40 y ha formado a unos 12 obreros municipales en este oficio.

La otra zona turística del cementerio está en la parte frontal desde la década del 90 y se conoce como Parque de los Recuerdos. Agrupa formas representativas de la flora y fauna del Ecuador.

En el espacio restante del camposanto existen alrededor de 12.400 nichos en columbarios (tumbas), túmulos funerarios (bóvedas asignadas a diferentes gremios) y mausoleos.

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Por sus famosas esculturas este camposanto fue designado Patrimonio Nacional en 1984. Además ha sido citado como visita obligada en guías de turismo nacionales e internacionales y también se ha constituido como un ejemplo notable en obras temáticas de la poda artística.

En el 2009 fue restaurado y, entre otras mejoras, se colocaron luminarias para que quienes deseen puedan hacer recorrido en la noche, sin que esto represente un peligro para su seguridad.

Cada 2 de noviembre, Día de los Difuntos, el lugar recibe cerca de 40 mil personas entre turistas y personas que van a visitar a las tumbas, mientras que los fines de semana regulares llegan entre 500 y 600.

Apuntes

Cómo llegar

El viaje en avión a Tulcán desde Quito cuesta alrededor de $ 100, con salidas desde la capital, todos los días a las 10:00. En bus el pasaje cuesta $ 5 y el recorrido dura cinco horas desde la terminal del norte de Quito (Carcelén).

Horario de atención

El ingreso al camposanto es gratuito y el horario de atención es de 07:00 a 16:00, de lunes a domingo.

Hospedaje

El costo del hospedaje está entre $ 10 y $ 50 en los lugares más caros de la ciudad.

Alimentación

Los platos criollos cuestan entre $ 3 y $ 5. También hay platos de comida extranjera que se la puede conseguir en restaurantes de hoteles o en los que están a lo largo de toda la urbe.

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