CARLOS ICAZA-ESTRADA
carlos_icaza_estrada@hotmail.com.- En Guayaquil hay pocas oportunidades para escuchar la variedad de música y talento que se pudo apreciar en el V Festival Internacional de Artes Musicales Académicas (FIAMA), cuyo concierto de clausura fue el miércoles. Este consistió en una especie de showcase que mostraba piezas representativas de los conjuntos y solistas que se presentaron los 3 días anteriores (todos los conciertos tuvieron lugar en el Teatro Sánchez Aguilar).
Los conjuntos y solistas eran coros o cantantes, con dos excepciones. La primera fue el conocido oboísta Jorge Layana, quien ofreció una sublime interpretación del movimiento Pan de las Seis Metamorfosis de Ovidio del compositor británico Benjamin Britten (1913-1976), articulando con gran virtuosismo y con un fino sonido de gran pureza unas frases llenas de un espíritu travieso, que las hacían sumamente complejas. La segunda fue el joven pianista prodigio Yarislav Panko-Mueckay, quien junto con su mamá interpretó la Sonata para cuatro manos del compositor francés Francis Poulenc (1899-1963), expresando con exactitud su carácter alegre y ligero, con un humor que recordaba a su contemporáneo Satie.
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Entre los cantantes se encontraban el barítono Sergiy Ashyfman, quien interpretó con gran intensidad una aria romántica en que la tragedia se mezclaba con una inquebrantable voluntad (tristemente el programa de mano no incluía información sobre las obras interpretadas, y la maestra de ceremonias en muchos casos se limitó a presentar a los solistas y conjuntos). El contratenor Lissandro Loor llenó la sala con su aguda voz, de timbre tan definido como el del oboe de Layana; el formidable bajo Roy Espinoza dejó boquiabierto al público con una interpretación de un aria operática italiana, que rebosó de carisma y demostró absoluto dominio de las artes musicales y dramáticas. El tenor Andrés Córdova interpretó una canción en español, logrando hacer que cada palabra se entienda a pesar del color que le añadía a su voz con el vibrato y otras técnicas, que es lo que se espera de todo solista en el canto académico; la soprano Ruth Díaz sobresalió por la proyección de su voz. Los cuatro anteriores son todos guayaquileños. Finalmente, la soprano rusa Elena Olhowskaya dio una bellísima interpretación de una canción de Richard Strauss.
Entre los coros extranjeros destacaron el Coro de Profesores de los Andes, con una pieza en que un coro femenino de cuatro voces respondía en un lenguaje amerindio a fragmentos de la misa en Latín cantados por un coro compuesto del mismo número de voces pero masculinas; la Cantoría Ayacucho de Argentina nos trajo los ritmos y voces del sur de ese país, y los miembros del XCOR venezolano acompañaron al solista en una canción popular convirtiendo sus voces en instrumentos, sobresaliendo la que parecía una trompeta. El coro de niños del Conservatorio Nicolo Paganini interpretó con muy buena entonación y dicción una canción popular en inglés, mientras aquel de la Universidad de Guayaquil lo hizo con una en español a ritmo de triste milonga; ambos mezclaban gestos graciosos y algo de danza con su canto. El Coro de la Prefectura del Guayas se lució con una interpretación de un arreglo polifónico de Gerardo Guevara de la tonada Ojos azules; mientras aquel de la Espol –dirigido por el organizador de la FIAMA, el maestro Byron Sotomayor– demostró su gran virtuosismo con una canción italiana que describía por medio de la práctica términos de uso común en la música.
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El programa cerró con todos los coristas interpretando parte de Guayaquil de mis amores y finalmente el Allelujah de Handel, impresionando al público con la fuerza y belleza del conjunto de sus voces bajo la dirección del maestro Sotomayor. Hay que destacar la excelente y ardua labor de la pianista ucraniana Olexandra Dalichenko, quien además de hacer de solista, fue la acompañista para gran parte de los cantantes durante todo el festival.